Piscis
Espíritu luchador
En la antigua Babilonia la fiesta más importante estaba a comienzos de la primavera, y en ella se recitaba el poema de la creación donde se narraban las hazañas del dios Marduk, deidad guerra y solar que traía consigo un nuevo amanecer que renovaba el mundo y recreaba el orden cósmico.
En la cultura egipcia Aries estaba asociado al dios solar Amón, representado en forma de cabeza de carnero. Un animal de temida cornamenta en espiral que es símbolo guerrero y se relaciona con el Sol naciente, también con la primavera y las fuerzas triunfantes de la vida sobre la muerte.
En Grecia se le vinculaba este signo con Palas Atenea, una diosa muy valiente y guerrera a la que se representaba con un carnero sobre su yelmo, que nació directamente de la cabeza de Zeus completamente armada y dando un grito de guerra. Y, por fin, también lo reconoceríamos en el dios Ares, pendenciero y violento, que fue la versión griega del romano Marte.
PROTECCIÓN DIVINA
En la Antigüedad, Aries se consideraba bajo la protección de la belicosa diosa Palas Atenea, que nada más nacer se puso a combatir inmediatamente mostrando no solo un enorme ardor guerrero, sino también una gran sabiduría.
Permaneció virgen, aunque era muy hermosa, y se le otorgó la protección sobre la ciudad de Atenas, que llevaba su nombre. Tenía un carácter impulsivo y colérico, incluso rencoroso, amaba la violencia y la batalla. Pero gracias a su gran inteligencia y sabiduría (Aries rige la cabeza) también Atenea protegió las artes y las ciencias. También se dice que poseía el don de profecía.
En realidad, existen grandes similitudes entre la personalidad de los nativos del signo de Aries y la que se atribuye a la antigua diosa Palas Atenea en la que destacaban la audacia, ardor, energía, combatividad.
Y para terminar, en el cristianismo Jesucristo sería otro héroe solar, pero cuya guerra no es mundana, sino espiritual. Su muerte y resurrección final se produce al comienzo de la primavera, bajo la influencia de Aries.