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ESPAÑA MILAGROSA: EL CRISTO DE LIMPIAS (CANTABRIA)

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¿Puede la escultura de un Cristo mover sus ojos para orientar su mirada hacia los fieles? En la iglesia de San Pedro de Limpias (Cantabria), puede visitarse el altar donde descansa una imagen del Cristo de la Agonía, del que aseguran que ha cobrado vida. Entre los escultores a los que se les atribuye su posible autoría destaca el granadino Pedro de Mena (1628‐1688) o alguno de sus discípulos. Se asegura que el Cristo era venerado desde el siglo XVIII en Cádiz en el oratorio par(cular de un conde de la aristocrac­ia. Cuenta la leyenda que en el año 1755 un violento maremoto que amenazaba la capital gaditana fue milagrosam­ente detenido solamente después de que un sacerdote sacara la imagen del Crucificad­o a la calle. Sin embargo, y conforme al expreso deseo de su propietari­o, tras la muerte de este, en 1779 la milagrosa imagen sería trasladada hasta su villa natal en Limpias.

Será en la primavera de 1919, cuando el arcipreste de la pequeña localidad de Limpias (Cantabria), remita una carta al Obispado de Santander comunicand­o que “mujeres y hombres, no de los píos, aseguran que el San"simo Cristo de la Agonía abre y cierra los ojos y dirige miradas a una y otra parte, sudando copiosamen­te por el cuello y pecho. (…). Juran y perjuran hombres de toda clase que lo han visto, y ante la Sagrada Hos a lo jurarían igualmente”. Durante los seis meses siguientes al 30 de marzo –fecha en la que se registró el primer prodigio–, una riada de cien mil peregrinos desfiló frente al altar del Cristo. Hasta cuatro mil personas ates(guaron haber presenciad­o algún (po de prodigio, rubricando tes(monio en los libros parroquial­es.

Fenómeno extraordin­ario o suges(ón colec(va, los sucesos acaecidos en Limpias cons(tuyen un fenómeno sociológic­o sin precedente­s. Ríos de (nta se vierten en ensayos teológicos intentando esclarecer las interrogan­tes que plantea el fenómeno. ¿Es posible que una estatua de madera mueva sus ojos, tal y como aseveran miles de tes(gos? Inicialmen­te los escép(cos barajaron la posibilida­d de que un sistema mecánico, oculto dentro de la escultura, generara el movimiento de las esferas de los ojos. Sin embargo, una comisión integrada, entre otros, por un escultor, un profesor de ciencias y un religioso que examinó concienzud­amente la imagen descartó esta sospecha. Tratando de resolver el enigma, un teólogo y doctor en ciencias Qsicas concluyó: “Los fenómenos que se mencionan, cuando son verdaderos, no se realizan fuera, sino dentro de quien ve… o sea en los ojos de quien mira”.

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