Biblia del Diablo
A día de hoy el enigma y el misterio siguen rodeando al CODEX GIGAS, también conocido como la BIBLIA DEL DIABLO, ya que entre sus páginas guarda la representación más grande de Satán jamás encontrada en un LIBRO RELIGIOSO. LA BIBLIA DEL DIABLO
Los monjes negros de l a Orden de San Benito del monasterio de Podlažice, en la ciudad bohemia de Chrudim (República Checa), en 1230, condenaron a uno de sus miembros a la pena de muerte por actos pecaminosos que nunca fueron mencionados por el nivel de gravedad. Para expiar su culpa ante la sentencia de morir emparedado dentro de l os muros del edificio al día siguiente, pidió a sus superiores una oportunidad: si era capaz de escri- bir en aquella noche un libro único, donde daría a conocer l os conocimientos del hombre, la palabra de Dios y ensalzar al monasterio, sería perdonado. En aquella época, se creía que la escritura de este tipo de textos servía para purificar el alma contaminada.
Así se l o permitieron, a sabiendas de que era totalmente imposible. Comenzó el trabajo con énfasis, pero, a medianoche, intuyendo el fracaso y dominado por la desesperación, suplicó al Diablo que l e ayudase ante tan ardua labor, ya que se sentía abandonado a su suerte por Dios. Sin dudarlo, este apareció y decidió socorrerlo a cambio de su
alma, guiando su mano hasta finalizar lo al amanecer. Agradecido, el monje decidió añadir la imagen del demonio, la más grande y asombrosas creada por el hombre en un texto sacro.
Libro grande
Este es el origen que se l e da al “Codex Gigas”, una l eyenda escalofriante para otorgar a esta obra de un origen diabólico, el único libro sagrado atribuido al Diablo. “Libro Grande”, como sería traducido del l atín, tiene un sentido li teral: con un peso de setenta y cinco kilogramos, sus dimensiones son noventa centímetros de alto, cincuenta y medio de ancho, y veintidós de grosor.
Para su elaboración, se utilizaron trescientos diez papiros, vitelas compuestas con entre ciento sesenta y ciento setenta pieles de burros y/o becerros, formando un tomo colosal que fue considerado octava maravilla del mundo.
Pero también es conocido por otro nombre: “Biblia del Diablo”. No en vano, en l a página doscientos noventa, Satán ocupa toda la lámina convirtiéndose en la imagen más grande de este en la Biblia y de cualquier libro reli gioso, como cita la l eyenda.
En las páginas cercanas, sombras de origen desconocido llenan las hojas, rodeando l os escritos. Seguidamente, hay tres conjuros y dos encantamientos. El primer conjuro es contra de l a enfermedad, donde se menciona al diablo con palabras de origen mágico como celmagis, puton, metton o catulon, y la señal de la cruz. El segundo y el tercero son contra estados febriles, y se utilizan como exorcismos, tratando de expulsar a las siete hermanas del demonio de l os siervos de Dios por l a palabra, usando momentos de la vida de Cristo, como l a Virgen o l os Apóstoles, así como conjurar a Dino, diablo de ciento cincuenta garras, para que no dañe a la víctima.
En cuanto a l os encantamientos, tienen relación con el robo, explicando cómo atrapar a los ladrones con la ayuda de un “joven virgen i nmaculado” (médium), humedeciendo sus uñas con trece gotas de aceite, por donde
podrá verlo, y poder ver l os robos cometidos a través de l os sueños.
¿Trabajo de una sola persona?
Sin embargo, estas sombras tienen una explicación que poco tiene que ver con un componente sobrenatural, como se le quiso atribuir. El dibujo del Diablo, al serlo más recurrente por su misterioso atractivo durante siglos sin precauciones, se vio afectado por el sol, al igual que las páginas que lo preceden y siguen, modificando el color del tejido animal del pergamino.
El libro en sí tiene detalles cuidados, como vistos as iniciales como arranque de texto en algunas partes, como en el libro de los Reyes, el de los Profeta solos Evangelio s del Nuevo Testamento, invadiendo todo lo largo de página, trabajado todo él con pan de oro y tintas verdes, amarillas, rojas y azules. Esta tinta sería elaborada con insectos. Los más empleado eran hembras de dactylopius coccus (cochinillas), productoras de ácido cármico, para la creación de tintas rojas.
Con los años, se añadieron nuevas inscripciones, firmas de estudios os que investigaron el libro y que así lo quisieron hacer constar, como en el siglo XIX el historiador checo Beda Dudik y el traductor, escritor, médico y pedagogo Josef Pečírka. En este siglo también el tomo fue restaurando, aunque no se recuperaron las páginas perdidas, alrededor de diez.
Sobre la autoría de la obra, se desconoce, aunque un nombre en las últimas páginas podrían indicar quien pudo ser :“Inclusus Hermanus mona chus ”, o Herman el monje recluso, como en la leyenda. Este tipo de trabajos, por lo general, eran realizados por varias personas, pero en estudios recientes se ha atribuido aun a sola. Así lo han podido confirmar por el tipo de tinta, siempre la misma, y el estudio grafo lógico, donde letra concuerda durante todo el texto. Además, no presenta ni un solo error, cosa extraña, aunque parece no ser un escriba profesional, sino un aprendiz autodidacta.
Respecto al tiempo empleado en finalizarlo, hay quienes lo fijan entre veinticuatro y setenta y dos horas, pero en realidad, un trabajo de tal magnitud llevaría entre cinco y siete años, siempre que fuese un mínimo de seis horas diarias, por lo que, en caso de ser un monje el autor, basándose en las otras
labores obligatorias que debería realizar, más las horas de rezo, se extendería entre veinte y treinta años.
Un volumen maldito
Tras su escritura, el libro ganó gran fama, tanto por su contenido y tamaño, como por ese gran diablo oculto en su interior, pero sus custodios, los monjes benedictinos de Podlažice, apurados por una crisis económica, lo vendieron en el año 1295 (aunque es más seguro que fuese en 1296), a los monjes blancos de la orden cisterciense de Sedlec, por petición del obispo Gregorio de Praga, siendo guardado cerca de un cementerio consagrado con tierra del monte donde fue crucificado Cristo: el Gólgota.
Aguantó poco más de un siglo allí. Azotado por la Peste Negra, el monasterio alojó los huesos de unos cuarenta mil muertos que, junto con las cruzadas contra los husitas, hizo que el Codex Gigas regresara con los monjes negros en 1420, pero al monasterio de Brevnev.
En el siglo XVI, en concreto en el año 1594, Rodolfo II de Habsburgo, rey de Hungría y Bohemia, Archiduque de Austria y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, recibió como presente del abad de Brevnev la Biblia del Diablo, uno de l os objetos más preciados de su colección. En el momento de obtenerl o, se volvió obsesivo, paranoico y antisocial, l o que facilitó a sus enemigos el destronarlo. Murió en la ruina.
Un año después de l a muerte del rey, en el año 1613, el alquimista real, Jacobus Horcick, l o tenía en su poder mientras se encargaba de la biblioteca hasta fallecer, en el año 1622, tomándolo su sucesor, Georgius Barschius en 1648. En el último período de la Guerra de l os Treinta Años, tras la invasión de l os suecos en Praga, estos desvalijaron el castillo de Rodolfo II, l l evándose como parte del botín el volumen. El general Konigsmark decidió regalárselo a la reina Cristina de Suecia, gran amante de los libros y las artes. Seis años después, ella abdicaba para trasladarse a Roma y convertirse al catolicismo, llevándose varias de sus pertenencias, pero dejando el Codex Gigas en su castillo.
En 1697, el rey Carlos XI de Suecia, yacía muerto en el castillo por enfermedad y, sin explicación, se i nició un misterioso i ncendio. Uno de l os siervos, tratando de salvar el máximo de bienes, lanzó el Codex por una ventana, aunque l os característicos daños por un acto así, como hojas chamuscadas o tinta fundida, no se encontraron en el volumen.
Dentro de la l eyenda maldita que rodeaba a este enigmático libro, que traería la fatalidad a quien l o tuviese, se menciona que, en el año 1878, este se mostró en una f i esta del teólogo, astrólogo y descendiente de Rodolfo II, Taddeus Rejcha, quien falleció misteriosamente en un i ncendio producido en el año 1911. Su hija l o entregaría, en 1912, a la Real Biblioteca Nacional, en Estocolmo, Suecia, donde allí continúa a día de hoy.
La sala de l as maravillas de rodolfo II
Amante de l as artes, Rodolfo II de Suecia sentía una profunda admiración por el ocultismo y las artes místicas, tanto como para recurrir al astrólogo Michel de Notre- Dame ( Nostra- Damus) para una realización anual del horóscopo, o para albergar una vasta colección de objetos extraños y únicos.
Para estos, ordenó construir cuatro habitaciones abovedadas en donde solo entraba la luz cuando el soberano accedía a ellas, guardando centenares de artículos de diversas procedencias en armarios, baúles y colgados por todas sus paredes.
Entre estos objetos habían animales con malformaciones, un diablo de cristal que se usaba en nigromancia, clavos que, presuntamente, provenían del arca de Noé, un cuerno de rinoceronte que ejercía la función de copa, y l odo de valle de Hebrón (el mismo que empleó Dios para modelar a Adán) o el cayado del propio Moisés.
Dos de l os artículos que más había codiciado para su wunderkammer, y que heredó de su tío Fernando de Habsburgo, era la copa de ágata, que se consideraba el auténtico Santo Grial, y el ainkhurn, el cuerno de un presunto unicornio real.
Pero, además de multitud de obras de arte, entre las pertenencias se encontraba un libro i gual de sorprendente para l os historiadores que el Codex Gigas: el manuscrito Voynich, un misterio criptográfico anónimo e indescifrable hasta hoy día.