LA MUERTE DE ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO
Fue un 8 de agosto de 1897 cuando Antonio Cánovas del Castillo iba a perder la vida por los disparos del anarquista Michelle Angiolillo. Lo cierto es que la historia de este asesinato venía precedida del tenso clima social que se vivía desde que en junio de 1896, durante la procesión del Corpus en Barcelona, en la que hizo explosión una bomba causando doce muertos y cuarenta y cuatro heridos. La punible acción la llevó a cabo un grupo anarquista lanzando el artefacto explosivo desde un balcón.
El peso de la justicia no se hizo esperar y l os cinco acusados fueron juzgados y declarados culpables, siendo fusilados en Montjuïc mientras otros ciento cincuenta anarquistas eran encarcelados o desterrados.
Esas fueron las medidas urgentes y severas, ante la gravedad de los hechos, tomadas por Antonio Cánovas del Castillo, presidente del Congreso de los Diputados en la época. Estas medidas llegaron al conocimiento del anarquista Michelle Angiolillo que se desplazó a España con la firme idea de atentar contra la familia real; pero el independentista Ramón Emeterio Betances le hizo cambiar de objetivo centrándolo en Cánovas del Castillo.
Angiolillo se registró en Mondragón como corresponsal del diario “Il Popolo” bajo el nombre de Emilio Rinaldi. Tras estudiar a su objetivo se acercó sigilosamente a él. Era el 8 de agosto de 1897, Cánovas del Castillo se encontraba en el jardín del balneario l eyendo el periódico, cuando Angiolillo sacó un revólver del bolsillo y disparó en tres ocasiones sobre el presidente.
Angiolillo fue detenido y juzgado, declarado culpable y ejecutado en el garrote vil el 20 de agosto de 1897, doce días después del magnicidio.