El simbolismo de las catedrales góticas
Desciframos el conocimiento hermético e iniciático de estas construcciones religiosas.
Al contemplar la grandiosidad de catedrales, como la de León o Burgos, es fácil dejarse llevar por sus monumentales proporciones y no guiar nuestro ojo inexperto a su simbología oculta y al conocimiento Alquímico que encierran sus representaciones. esta es una guía para lograr descubrir los mensajes que dejaron los antiguos maestros constructores.
Desde el principio de los tiempos, el ser humano siempre ha buscado refugio en el interior de la cueva por considerarla un lugar mágico, cargado de un fuerte simbolismo, y un centro de iniciación. Algunos de estos símbolos con los que el hombre primitivo querrá representar sus conocimientos y pensamientos más trascendentales terminaron quedando grabados en nuestro inconsciente colectivo, como ideas arquetípicas que lograron sobrevivir al paso del tiempo.
CULTO A LA PIEDRA
El culto a la piedra se perpetúa con el megalitismo, período en el que se sigue teniendo conciencia de la cueva como representación del útero materno y, por lo tanto, como un espacio generador de vida física y espiritual. En el interior de los dólmenes, y, posteriormente, de los templos de las primeras civilizaciones históricas, el iniciado era recibido para morir en su vida material y renacer, simbólicamente, en un nuevo estado del ser después de una profunda transformación de su conciencia.
El cristianismo no pretendió relegar estas antiguas tradiciones. Al fin y al cabo se encontraban totalmente impregnadas en unos individuos que siguieron respetando las creencias de sus antepasados. De esta forma, en muchas ocasiones, la Iglesia medieval optó por aprovechar la sacralidad inherente a estos lugares sagrados, entre ellos muchos monumentos megalíticos, llegando incluso a construir algunos templos cristianos en sus cercanías e incluso encima de ellos. En el interior de estas nuevas iglesias, ermitas y catedrales que fueron erigidas durante el apogeo de la Edad Media, se siguieron conservando unos extraños símbolos cuya antigüedad se perdía en las arenas de la Historia, por lo que su comprensión permitía acceder a un tipo de conocimiento procedente de nuestro más remoto pasado.
CONOCIMIENTO ESOTÉRICO
Con el arte románico y gótico, se seguió utilizando el símbolo como una forma de unir la realidad física con la metafísica, lo material y lo espiritual, con la intención de mostrar al adepto el camino para regresar a nuestro estado primordial, aunque para entender la naturaleza de este tipo de signos se debe distinguir el aspecto exotérico de los mismos, asequibles para el profano, y la parte esotérica que va más allá de las simples apariencias y que, por lo tanto, solo es captada por el iniciado o el sabio, quien busca en este saber una forma de librarse de la ignorancia y situarse en el ámbito de lo sagrado, de lo eterno y lo invisible.
Teniendo en cuenta que el arte cristiano medieval es simbólico y que nada resulta insignificante o puramente ornamental, se entenderá que su comprensión solo será posible después de un riguroso estudio a través del símbolo que nos permitirá contemplar los más variados aspectos de una realidad tan solo aparente. En este empeño, el investigador del pasado se verá inmerso en una auténtica aventura que le llevará a recorrer algunos lugares enigmáticos y cargados de espiritualidad, en cuyo interior se guardan celosamente unos secretos que, en muchos casos, aún no han sido desvelados.
En las iglesias medievales todo tiene un significado que va más allá de lo visible. Desde el punto de vista arquitectónico el suelo enlosado representaba la tierra, mientras que la bóveda representaba el cielo. La planta de la iglesia solía estar asociada a la Cruz en la que el Salvador encontró la muerte, mientras que los sillares con los que se levantó el edificio simbolizaban al pueblo cristiano, representando los contrafuertes a los apóstoles y a los padres de la Iglesia.
Asimismo, la escultura y la pintura, integradas en los elementos arquitectónicos, tenían una doble función. Las imágenes eran portadoras de un mensaje evangélico, destinado a las gentes del pueblo llano que adolecían de cualquier tipo de formación, pero también era una forma de representar la belleza del mundo celestial, a la vez que transmitían unas ideas que solo eran comprendidas por los pocos que estaban versados en el len-
guaje de los maestros constructores.
Es a partir del siglo XII cuando asistimos a un progresivo proceso de transformaciones económicas y sociales que tuvieron un claro reflejo en el ámbito artístico y cultural. Poco a poco, las formas típicas del románico fueron desplazadas por nuevas pautas en la que se reflejaban los gustos y creencias religiosas de la burguesía emergente. En arquitectura, el estilo gótico tuvo su manifestación más característica en la catedral, cuya grandiosa monumentalidad la convirtió en la imagen más representativa de una etapa en la que se adivinaban las formas típicas del mundo moderno.
EL NACIMIENTO DEL GÓTICO
El nuevo concepto de religiosidad cristiana estableció una relación directa y filosófica entre el concepto de Dios y el simbolismo de la luz. El amor a Dios y a la Naturaleza, algo que posteriormente desarrollarán los humanistas del siglo XVI, requerirá de soluciones técnicas que permitan levantar catedrales góticas de colosales dimensiones y elocuente grandiosidad. Así, la concepción interior del templo cristiano tratará de responder a estos criterios, diseñándose unos espacios que se llenan de luz, y, por lo tanto, de Dios. Entre las innovaciones que propone la orden cisterciense están las instrucciones que se debían seguir para la construcción de los nuevos templos, eliminando la importancia de la decoración a favor de las soluciones estructurales y puramente técnicas, permitiendo el desarrollo de la ingeniería arquitectónica que alcanzó un destacable desarrollo.
La aplicación de estas técnicas permitió abrir los muros para dejar entrar una luminosidad que envolvía a los fieles que se congregaban en su interior. La arquitectura gótica también se caracteriza por el anhelo de elevación y verticalidad a partir de la utilización de columnas que parecen querer ascender hacia el cielo, y también del arco ojival y la bóveda de crucería, cuyos apoyos recaen sobre pilares fasciculados mucho más complejos que los del románico. Se piensa que la conjunción de la luz procedente de las vidrieras, la existencia de indescifrables símbolos e incluso la melodía de unas extrañas piezas musicales, producía entre los fieles una especie de experiencia religiosa, una catarsis, que le llevaba a trascender de la realidad.
Poco a poco, el éxito de esta arquitectura gótica permitió su extensión por los más importantes reinos cristianos. La construcción de la abadía de SaintDenis en París (Francia), comenzada en 1135, marcó el inicio de esta nueva moda que se extendió rápidamente por Francia, en donde se levantaron las catedrales de Noyon, Notre Dame de París o Chartres. El estudio de estos edificios nos permite conocer la mayor parte de los aspectos técnicos, arquitectónicos e históricos de estos templos considerados como el hogar de la divinidad, pero aun así, son muchas las incógnitas y los misterios que siguen sin tener respuesta. Según José Luis Corral, el hombre actual sigue sin poder comprender la esencia de las catedrales góticas, tal vez por la multitud de extraños símbolos que esconden tras de sí una información para nosotros desconocida. No en vano, seguimos volviendo nuestra mirada hacia estas catedrales siendo conscientes de haber perdido un saber que ahora pretendemos recuperar.
En el caso del gótico español, frente a la obsesión francesa por dotar a sus templos de una altura desme-
EN LAS IGLESIAS MEDIEVALES todo tiene un significado que va más allá de lo visible. Desde el punto de vista arquitectónico el suelo enlosado representaba la tierra, mientras que la bóveda representaba el cielo. Y la planta de la iglesia solía estar asociada a la Cruz.
dida, vamos a encontrar edificios especialmente anchos, con una estructura no condicionada por los elementos que subrayan el carácter vertical del mismo.
GÓTICO ESPAÑOL
En la Península ibérica, durante el siglo XIII, el protagonismo lo tienen los reinos de Castilla y León, siendo aquí donde encontramos los templos más conectados con el mundo del misterio y lo oculto. La catedral de Cuenca es la más antigua, ya que se termina a principios este siglo XIII, pero a diferencia de las que veremos a continuación no presenta un estilo totalmente definido tal y como había quedado fijado en las construcciones francesas.
La catedral de Cuenca presenta una extraña disposición del triforio con respecto a los ventanales, así como unos arcos ligeramente lanceolados que otorgan un cierto exotismo al templo. La influencia francesa es patente, esta vez sí, en la catedral de León, hasta el punto que se ha llegado a pensar en la presencia de un maestro constructor de origen galo a la hora de establecer la traza original del edificio. El primer arquitecto del que tenemos noticias es Enrique, que a principios del siglo XIII también trabaja en Burgos. En la catedral leonesa su principal preocupación es la búsqueda de la luz a partir de un conjunto de vidrieras que es, sin duda, uno de los más espectaculares de Europa.
La catedral de León, como las de Burgos y Toledo, encierra entre sus muros una serie de misterios que suelen pasar desapercibidos. Una de las leyendas relacionadas con la Pulchra leonina, como también se le conoce, habla sobre una especie de topo que cada noche destruía lo que durante el día erigían los maestros constructores. En verdad, la figura del topo no es más que una simple metáfora que esconde tras de sí una realidad que hoy conocemos bien. Nos referimos a la forma en la que fue erigida esta catedral que hoy sigue en pie de puro milagro (en el siglo XIX estuvo a punto de desplomarse), y es que fue levantada sobre los cimientos de unos edificios anteriores (entre otros unas termas romanas y la antigua iglesia románica) que eran totalmente insuficientes para soportar el peso de una gran catedral. Muchos dicen que el emplazamiento fue elegido por ser este un punto telúrico, con importantes corrientes electromagnéticas. Tal vez sea así.
SIMBOLOGÍA OCULTA
Otro de los elementos que parecen tener tras de sí un significado oculto son las vidrieras en las que se utiliza el amarillo de plata, un compuesto relacionado con el arte secreto de la alquimia (tan de moda en estos tiempos), tal y como parece confirmar la presencia de un alquimista en una de las vidrieras de la fachada sur. Más llamativo resulta, si cabe, la referencia a antiguas divinidades como Mitra, cuyo culto había desaparecido muchos siglos atrás, representada junto a la capilla del Carmen. En este edificio sagrado tampoco podían faltar motivos templarios. En la catedral resulta asombrosa la presencia de lo que parece ser una cabeza de Bafomet, símbolo
templario, cuyo significado ha generado una gran controversia, en una ménsula del lado sur y otro en la capilla de Santiago.
Finalmente, haremos referencia a una figura que aparece en el pórtico principal. Se trata de una cabeza humana rodeada de hojas y tallos que salen de su nariz y de su boca y que podría estar relacionada con la mitología india. En otros lugares, entre ellos el coro, también observamos una serie de seres fantásticos y mitológicos, como sirenas, dragones, o basiliscos con un significado desconocido. Lo que sí podemos afirmar es que su presencia no es casual.
Casi al mismo tiempo que la catedral de León, en 1221 se puso la primera piedra de la de Burgos durante el reinado de Fernando III elsanto, en un momento en el que el peligro de invasión almohade ya se había disipado merced a la decisiva victoria de las Navas de Tolosa. En este caso las conexiones con los templos catedralicios de Reims y Bourges eran más que evidentes, especialmente en lo que se refiere a la fachada. No obstante, frente al ideal francés, en Burgos observamos una altura más proporcionada, menos acusada, aunque, a pesar de ello, la sensación desde el interior es de monumentalidad. No se conoce el primer maestro constructor de la catedral, aunque sí los que le sucedieron, entre ellos el maestro Enrique y sus dos hijos, responsables de introducir en el edificio claves simbólicas y místicas.
La puerta principal del templo, la de Santa María o del Perdón, está dividida en tres tramos en altura, destacando en el primero las puertas que dan acceso a cada una de las naves interiores. Allí, justo en el vértice de la entrada principal nos encontramos con la primera imagen curiosa, un burro sonriente cuyo significado es un auténtico enigma. Desde su posición, esta especie de gárgola parece mirar con aire desenfadado y burlón a todos los que acceden al edificio, pero guardándose para sí un misterio que aún no ha logrado ser desvelado. Todo parece indicar que esta figura, la del asno sonriente, es una representación iconográfica de la sabiduría, algo que no debe sorprendernos, ya que para muchas culturas este es un animal sagrado, como en Egipto y en Grecia. Los conocedores de los datos biográficos de Jesús de Nazaret sabrán que algunos de los momentos más importantes de la vida del Mesías están asociados con la figura de un pollino, como en su nacimiento, huida a Egipto o cuando entra en Jerusalén poco antes de ser crucificado. En el segundo tramo de la Puerta de Santa María el gusto del hombre medieval por el mundo de lo oculto vuelve a ha- cerse patente. En el sobrecogedor rosetón vemos grabada una estrella de seis puntas, la Estrella de David o Sello de Salomón, que a lo largo de la Historia ha sido interpretada no solo como un símbolo del pueblo judío, sino también como un emblema universal con orígenes ancestrales y que actuaba como talismán mágico y protector contra espíritus y seres maléficos.
ICONOGRAFÍA ALQUÍMICA
La iconografía alquímica alcanza gran desarrollo en el tercer tramo de la fachada, con una profusión de extrañas figuras que han generado controversia, al igual que gárgolas para ahuyentar a brujas y demonios. Una de las gárgolas de la torre norte cubre su cabeza con un gorro frigio, símbolo alquimista, al igual que la conocida Tria Prima, que alude a los componentes primarios del hombre: la sal que compone el cuerpo, el azufre que compone el alma y el mercurio, que forma el espíritu. No menos enigmáticos son los hombres salvajes que aparecen en las columnas que flanquean la Capilla de los Condestables, los cuales parecen aludir a los seres civilizadores de la mitología vasca, el basajaun, que enseñó al hombre a cultivar los cereales y a soldar el hierro. No podemos finalizar este viaje por la catedral de Burgos sin hacer referencia a dos auténticos autómatas: el Papamoscas, una figura de medio cuerpo situada en la nave mayor, que todas las horas en punto abre la boca y mueve su brazo derecho para accionar el badajo de la campana, y el Martinillo, encargado de señalar los cuartos.
La catedral de León, como las de Burgos y Toledo, encierra entre sus muros una serie de misterios que suelen pasar desapercibidos. Una de las leyendas relacionadas con la Pulchra leonina, como también se la conoce, habla de una especie de topo que cada noche destruía lo que durante el día erigían los MAESTROS CONSTRUCTORES.
Frente a las anteriores, la catedral gótica más genuina de España, al menos del siglo XIII, es la de Toledo iniciada, al igual que en el caso de Burgos, durante el reinado de Fernando III el Santo, pero en esta ocasión en 1226. Durante los primeros años trabajó en la obra el maestro Martín, y posteriormente Petrus Petri, de origen español, que dejó su impronta por las modificaciones que introdujo de marcado carácter hispano. El conjunto destaca por su gran anchura y su relativa altura (menor que las francesas), también por el tamaño reducido del coro y el uso de arquillos lobulados y cruzados en el triforio.
Para los amantes de los enigmas históricos, la catedral es un enclave de obligada visita. El edificio se levanta sobre uno de los centros de poder más importantes de Europa, en una ciudad que durante siglos sirvió de refugio para todo tipo de brujos, alquimistas y magos. Muchos experimentaron con las ciencias ocultas y el esoterismo en alguna de las innumerables cuevas y grutas subterráneas que recorren el subsuelo toledano, e incluso se ha llegado a sugerir que en una de estas cuevas podría seguir escondida la mítica Mesa de Salomón. Este afán por el conocimiento heterodoxo es intenso durante la Edad Media, ya que en el Archivo Diocesano se han podido encontrar expedientes de los siglos XIV y XV, en los que se narra la presencia de extraños personajes como nigromantes o alquimistas, como Lucas de Iranzo al que se le hizo quemar tras su infructuosa búsqueda de la Piedra Filosofal.
ENIGMAS HISTÓRICOS
Continuamos este recorrido por la historia de las catedrales góticas españolas en el siglo XIV, en el que el protagonismo en la construcción de estas espectaculares catedrales góticas, pasa de Castilla a Cataluña, donde se desarrolla un estilo marcadamente mediterráneo y con predominio de la horizontalidad, con edificios alargados y con una distribución interna muy inteligente, al igual que una simplicidad sobrecogedora que proporciona una gran solemnidad al conjunto. Estas características las podemos apreciar en la catedral de Barcelona, comenzada en el 1298, ya que, a pesar de no tener grandes dimensiones, es capaz de impresionarnos gracias a la esbeltez de sus pilares y el reducido tamaño de sus capiteles. En Gerona encontramos un caso original, un sorprendente edificio con una colosal nave de 22 m de anchura resultado de la simplificación del proyecto original que pasa de tener tres naves a solo una. No obstante, será la colegiata de San María del Mar, en Barcelona, junto a la catedral de Palma de Mallorca, los edificios más sobresalientes del siglo XIV español, por la disposición armónica de sus elementos constructivos y por la calidad de las soluciones externas como la utilización de poderosos contrafuertes para soportar el peso de unas construcciones en donde, ahora sí, vuelve a destacar la altura y la línea vertical.
En el siglo XV los avances no son técnicos, sino estilísticos y decorativos en buena medida por la influencia de los Países Bajos en nuestra arquitectura. Esta la época de Juan Simón de Colonia, de Juan Guas, quienes trabajan en Burgos y en Toledo, ofreciendo a los nuevos edificios un carácter plenamente español. Con los Reyes Católicos se produjeron nuevas transformaciones, ya que la grandiosidad volvió a predominar sobre las formas decorativas, tal y como observamos en la iglesia de San Juan de los Reyes en Toledo, pero serán las catedrales de Salamanca, Segovia y Sevilla los últimos grandes ejemplos del gótico hispano, todas ellas de espectaculares dimensiones pero sin recurrir, como había sido constante en el caso español, a las diferencias de altura entre las naves. En ellas, la nueva forma de trabajar los espacios y la luminosidad anticipan la llegada de un estilo novedoso y el espíritu renacentista.
Para los amantes de los enigmas históricos, la catedral de Toledo es un enclave de obligada visita. El edificio se levanta sobre uno de los centros de poder más importantes de Europa, en una ciudad que durante siglos sirvió de refugio a todo tipo de brujos, alquimistas y magos.