Mas Alla (Connecor)

¿QuiénQ ié matót tó a Kennedy?

Nuevas pistas sobre su verdadero asesino.

- Texto: José Manuel García Bautista

Avanzaba lentamente por las calles de Dallas, saludando a izquierda y derecha a los ciudadanos de la ciudad sureña que se agolpaban por ver a uno de los presidente­s de los Estados Unidos más populares y glamurosos. La limusina entró en la plaza Dealey sobre las 12:30 del 22 de noviembre de 1963. Conducía la limusina presidenci­al el agente secreto Bill Greer, junto a él, Roy Kellerman, en el asiento trasero el gobernador de Texas, John Connally, Nellie –su esposa–, y el presidente John F. Kennedy y su esposa Jacqueline. La limusina iba escoltada por varias motociclet­as policiales y, tras ellos, una pléyade de automóvile­s oficiales.

El vehículo del presidente bajó por la calle Elm, dejando atrás el Depósito de Libros Escolares de Dallas para encarar el siguiente tramo de su ruta.

Kennedy viajó a Dallas como parte de su gira electoral para las presidenci­ales de 1964. Texas era una ciudad hostil a Kennedy como era Dallas y, además, era/es una ciudad donde es fácil hacerse con un arma de fuego con muy pocos requisitos legales… En el punto de mira

Dallas en 1963 era plaza fuerte del partido republican­o con notable peso de los sectores de extrema derecha donde se ubicaban asociacion­es extremista­s como la John Birch Society, o los Minutemen. Dallas no quería la visita de su presidente, en los días anteriores se habían repartidos por la ciudad más de 5.000 carteles con la foto de Kennedy, cual ficha policial (de frente y de perfil) donde se leía “se busca por traidor”. Y es que la tensión social y política se vivía, se mascaba, en los sectores de extrema derecha se pensaba que Kennedy había el país a los comunistas y a los negros. Tal vez por ello el presidente quería visitar esa ciudad y tratar de demostrar a los futuros votantes que no era así. Pero la idea no parecía buena, ni políticame­nte ni para su seguridad. El mismo jefe de policía de la Dallas, Jesse Curry, pidió desde la televisión el 22 de noviembre civismo a sus conciudada­nos.

Aún estaban frescas las agresiones al representa­nte norteameri­cano en la ONU, Adlai Stevenson, en Dallas por grupos de ultraderec­ha que argumentab­an que el gobierno de EE.UU. se había vendido a la ONU como “instrument­o de los comunistas”.

Aquella mañana el presidente no debía pasar por el Depósito de Libros, debía continuar por la calle Main hacia el puente del Pontchartr­ain, pero la ruta de la comitiva fue modificada la noche anterior, la responsabi­lidad (esto lo leerá en varias ocasiones) recaía, finalmente, sobre el servicio secreto y el alcalde de Dallas, Earle Cabell, hermano del exvicedire­ctor de la CIA James Cabell, que fue cesado por John F. Kennedy tras Bahía Cochinos (Cuba).

El asesinato de John F. Kennedy

Pasaba media hora del mediodía del 22 de noviembre de 1963 en la ciudad tejana de Dallas (EE.UU.). El automóvil del trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, circulaba por la Plaza Dealey, saliendo de Elm Street, cuando se escucharon varias detonacion­es. En ese mismo instante el cuerpo del presidente hacía un extraño movimiento… ¡Habían disparado sobre Kennedy!

Las noticias comenzaban a ser confusas, pero todo apuntaba a que JFK había sido asesinado. Era el cuatro presidente de los EE.UU. ( junto con Abraham Lincoln, James Abram Garfield y William Mckinley) asesinado en la potencia norteameri­cana.

Cronología del atentado

Todo empezó a las 11:40 cuando el avión presidenci­as de JFK aterriza en la ciudad de Dallas. El Air Force One tomaba suelo en el aeropuerto Lovefield desde la cercana Fort Worth. Sin solución de continuida­d o descanso, el presidente y su séquito subieron al automóvil que debía llevarlos por las calles de Dallas. Desde el automóvil el

LA SECUENCIA DE MAGNICIDIO fue recogida por Abraham Zapruder, que grababala visita de la pareja presidenci­al a Dallas. Esta grabación se convirtió en la base de la investigac­ión de la Comisión Warren y en el único testimonio de vídeo existente sobre el asesinato de John F. Kennedy.

presidente y su esposa iban saludando a todos los que se congregaba­n para ver a la popular pareja.

A las 11:51 el presidente acompañado por toda la comitiva salió del aeropuerto en dirección a las calles de la populosa ciudad del sur de los Estados Unidos.

De 11:51 a 12:29 la ciudad vitoreaba a los Kennedy por las calles de Dallas.

A las 12:30 llegaron a la Plaza Dealey, donde se escucharon tres detonacion­es. El vehículo había subido por Houston Street y, según el horario previsto, llevaban más de cinco minutos de retraso. El vehículo giró trazando un ángulo de 120º en la esquina de Houston Street con Elm Street, lo que hizo que la limusina presidenci­al redujera notablemen­te su marcha. El automóvil comenzó a pasar frente al almacén de libros de Texas, separándol­os en tan solo 20 m de distancia.

En ese momento, cuando el automóvil circulaba a unos 15 km/h se oyeron tres detonacion­es… La comisión que investigar­ía el magnicidio determinó que le primer disparo no alcanzó al coche, siendo los siguientes los que alcanzaría­n al presidente; el último de ellos en la cabeza, ocasionánd­ole la muerte.

El primer disparo entró por la espalda del presidente hasta su cuello y salió por la garganta. Esa bala penetró en la espalda del gobernador Connally y tomó varias direccione­s (¡) en su cuerpo. El gobernador exclamó: “¡Dios mío, nos van a matar a todos!”.

El tercer disparo impactó de lleno en la cabeza de JFK que abrió un aparatoso agujero en su cráneo y que prácticame­nte lo mató en el acto… La primera dama corrió a gatas hacia atrás del vehículo. Todo era extraño, confuso... Solo había una cosa cierta: se había producido un magnicidio contra el presidente de los Estados Unidos.

John F. Kennedy falleció en el atentado. Era el 35 presidente de los Estados Unidos. Entonces surgió una voz discordant­e en el seno de la sociedad americana que no le cuadraban las explicacio­nes dadas inicialmen­te…

A las 12:32 el agente de policía Marion Baker, pertenecie­nte a la comitiva del presidente, inspeccion­ó el edificio del Almacén de Libros de Texto de Texas, entre las calles Elm y Houston. Allí, junto a una máquina de refrescos encontró tomando una bebida gaseosa a Lee Harvey Oswald, el intendente del edificio Truly dijo conocerlo. Dejaron a Oswald en el 2º piso, subiendo a plantas superiores.

A las 12:33 Lee Harvey Oswald salió del edificio por la puerta principal y encaminó sus pasos a una parada de autobús en una calle cercana.

A las 12:38 el automóvil presidenci­al de JFK entró en el Hospital Parkland. Poco se podía hacer por la vida del presidente.

A las 12:40 Lee Harvey Oswald cogió el autobús en el cruce de las calles Elm y Murphy.

A las 13:38 era notificada la muerte del presidente Kennedy. Los médicos no pudieron hacer nada por salvar su vida debido al gran daño, irreparabl­e, que había sufrido.

En la secuencia del asesinato la comisión determinar­ía que el primer disparo lo desvió un árbol haciendo que la bala rebotara contra el suelo y dejando herido al ciudadano James Tague. Este recibió un disparo en la parte derecha de su cara. Estaba a 82 m del coche presidenci­al.

En el atentado contra JFK resultó también gravemente herido John Bowden Connally Jr, gobernador de Texas que viajaba en la parte delantera de la limusina. Su esposa lo recostó entre sus piernas, salvándole la vida presionand­o el neumotórax que le originó el balazo.

El gobernador de Texas fue intervenid­o por los médicos en dos ocasiones, con urgencia, aquel mismo día, lográndole salvar la vida.

La secuencia del magnicidio fue recogida por Abraham Zapruder, que grababa la visita de la pareja presidenci­al a Dallas. Esta grabación se convirtió en la base de la investigac­ión de la Comisión Warren, y en el único testimonio de vídeo existente sobre el asesinato de John F. Kennedy.

En el Parkland Hospital se declaró oficialmen­te la muerte del presidente Kennedy

debido a un paro cardiaco , habiéndose­le suministra­do la extremaunc­ión. “No tuvimos nunca una esperanza de salvar su vida”, declaró el equipo médico. Eran las 13: 00 h, aunque su muerte se notificó a las 13.38 h.

Así se certificab­a la muerte del trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, y así comenzaría una historia que, con tintes melodramát­icos, iba a tener de protagonis­tas al mítico JFK y a su presento asesino… Lee Harvey Oswald.

El cadáver de JFK

El presidente cuando entró en el Hospital Parckland Memorial de Dallas era cadáver. El vicepresid­ente Lyndon B. Johnson ordenó que la limusina, con numerosas manchas de sangre y llena de pruebas, fuera limpiada por el servicio secreto de forma es- crupulosa en el mismo aparcamien­to de ambulancia­s del hospital.

El cuerpo del presidente fue trasladado en el Air Force One a Washington DC vía Base Aérea de Andrews. De allí lo trasladaro­n al Hospital Naval de Bethesda, donde le sería realizada la autopsia.

En aquel lugar tres militares médicos practicaro­n la autopsia teniendo como testigos a casi una treintena de militares y a dos agentes del FBI retirados. En la autopsia quedó de manifiesto el gran daño que había provocado el balazo en la cabeza del presidente, además se observaba otra herida de bala de 14 cm en la garganta bajo el cuello y otra en el borde inferior de la manzana de Adán. El FBI realizó un informe sobre la autopsia a través de los agentes especiales Sibert y O’neill.

Durante la autopsia se realizaron diferentes fotografía­s que mostraban a las claras el daño de los impacto y que, algunas de ellas, fueron ocultadas a la opinión pública.

Tras la autopsia el cuerpo del presidente fue llevado a la Casa Blanca donde se expuso en la Sala Este un día. Después fue trasladado, en un ataúd cubierto por la bandera de las barras y estrellas, al Capitolio donde miles de personas se acercaron a rendir el último homenaje.

A su funeral, celebrado el 25 de noviembre, asistieron representa­ntes de 90 países entre los que se encontraba la Unión Soviética. El oficio, realizado en la Catedral de San Matthew, fue dirigido por el arzobispo de Boston, Richard Cardinal Cushing, que tenía gran amistad con John F. Kennedy, ya que había oficiado su boda y los

El PRESIDENTE ENTRÓ CADÁVER En El HOSPIRTAL PARCKLAND MEMORIAL DE DALLAS. El vicepresid­ente lyndon B. Johnson ordenó que la limusina donde viajaba Kennedy fuera limpiada por el servicio secreto de forma escrupulos­a inmediatam­ente.

bautizos de sus dos hijos, así como el funeral de su hijo Patrick (fallecido quince semanas antes que su padre). Después del funeral, el cuerpo del presidente fue trasladado en un carro de caballos al Cementerio de Arlington, donde fue enterrado mientras sonaba “El Duelo de la Patria”, obra del costarrice­nse Rafael Chavez Torres.

Investigac­iones oficiales

Tan solo ochenta minutos después de producirse el atentado contra el presidente fue detenido Lee Harvey Oswald. Se le acusaba de la muerte oficial de policía de Dallas J. D. Tippit y del asesinato Kennedy. Lee Harvey Oswald negó su implicació­n en el asesinato del presidente. Convenient­e o no, cuando era trasladado por la policía de Dallas un matón relacionad­o con los bajos fondos, Jack Ruby, disparó contra Oswald, acabando con su vida.

Previament­e se habían recogido pruebas de la escena del crimen del depósito de libros escolares de Texas. Sobre las 22:30 h del 22 de noviembre se recibió una llamada en la jefatura de la Policía de Dallas donde se ordenó entregar todo el material del magnicidio al FBI. No disponía de nada especial con respecto a Lee Harvey Oswald.

El FBI realizó una rápida investigac­ión que entregaría el 9 de diciembre de 1963 a la Comisión Warren. En el informe se decía sobre los disparos que el primero impactó sobre el presidente Kennedy, el segundo en el gobernador Connally, y el tercero en la cabeza del presidente. Además, el informe del FBI establecía que fue Lee Harvey Oswald el autor de los disparos.

La comisión Warren

La Comisión Warren fue establecid­a por el presidente en funciones Lyndon B. Johnson para esclarecer el asesinato de JFK. La investigac­ión tomaba su nombre de Earl Warren.

Durante el transcurso de la Comisión Warren se estudiaron profundame­nte todos los documentos existentes sobre el asesinato de Kennedy, se visionó la grabación Zapruder y se emitió un informe final en septiembre de 1964, tras 10 meses. Lo más curioso de aquel informe es que se afirmaba que no se podían encontrar ninguna evidencia de una trama oculta o conspiraci­ón en torno a la muerte de JFK. Y es que no era posible demostrar que ninguna organizaci­ón, país o grupo de personas hubieran urdido el asesinato salvo la acción aislada y solitaria de Lee Harvey Oswald.

Pero había demasiados cabos por atar, de hecho uno de los más sorprenden­tes es aquel que sugiere que Lee Harvey Oswald era en realidad un agente de la CIA. En la obra “Cult

of Intelligen­ce” ( Victor Marchetti), el autor explica detalladam­ente los programas de entrenamie­nto en los que participó Oswald en su condición de “agente doble”. Todo ello reforzado por la declaració­n que en 1978 hizo James A. Wilcott a la HSCA…

James A. Wilcott había sido exoficial financiero de la CIA y afirmó que Lee Harvey Oswald había sido reclutado por “la compañía” para que actuara como agente doble en la URSS, quedando encuadrado en la Office of Naval Intelligen­ce.

¿Quién mató a JFK?

Esta es la pregunta que más ha formulado desde aquel lejano día de noviembre de 1963. Oficialmen­te fue un tirador solitario que respondía al nombre de Lee Harvey Oswald, pero los muchos comentario­s surgidos a raíz de su asesinato hicieron que la teoría de la conspiraci­ón aflorara y quede hoy como una sombra que planea, parece que con bastante criterio, sobre el “Expediente JFK”.

Destacan entre todas aquellas investigac­iones la Comisión Warren en 1964, la realizada catorce años después por la HSCA (Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos o House Select Committee on Assassinat­ions, en 1978, y en 1998 las conclusion­es de la ARRB.

Como valedoras de la teoría de la Teoría de la Conspiraci­ón nos encontramo­s la investigac­ión de 1967 a cargo de Jim Garrison como una de las más destacadas.

La conspiraci­ón

Momentos antes de su muerte, el exagente de la CIA Howard Hunt confesaba toda una trama oscura y secreta para perpetrar el magnicidio… Según Hunt el ideólogo de toda la trama habría sido

OFICIALMEN­TE LEE HARVEY OSWALD ACABÓ CON LA VIDA DE KENNEDY, pero los muchos comentario­s surgidos a raíz de su asesinato hicieron que la teoría de la conspiraci­ón aflorar y quede hoy como una sombra que planea sobre el “Expediente JFK”.

el vicepresid­ente (posteriorm­ente trigésimo sexto presidente de EE.UU.) Lyndon B. Johnson que no estaba conforme con muchas de las resolucion­es de John F. Kennedy y que ansiaba el poder. La política de Kennedy estaba llevando a un punto de no retorno en unas futuras elecciones, y Johnson debía actuar rápido si quería ser presidente de la gran nación norteameri­cana. Así se urdió una trama en la que estaría implicado el propio Johnson, los agentes de la CIA Howard Hunt y Cord Meyer, cuya esposa era amante secreta del presidente, y la mafia… De hecho, la persona que aprieta el gatillo asesino aquel mediodía en Dallas sería (según esta teoría conspirano­ica) el asesino de la CIA, con vinculacio­nes a la mafia italiana de Córcega, Lucien Sartí.

Pero habría más personas implicadas en la trama o que serían protagonis­tas de las investigac­iones posteriore­s, entre ellas destacaban:

– J. D. Tippit: era policía de Dallas. Fue asesinado por Oswald en el barrio de Oak Cliff después del atentado.

– W. Fritz: capitán de la Policía de Dallas, fue el encargado de la investigac­ión.

– Jack Rubenstein: era empresario de una sala de baile. Era conocido como Jack Ruby por las autoridade­s después de que en 1947 sirvió de testigo a Richard Nixon durante la caza de brujas de Mccarthy. Curiosamen­te ,en un documento del FBI fechado en 1947 se recomienda que no fuera llamado a declarar ante el Comité de Actividade­s Antinortea­mericanas por trabajar para el Congresist­a Richard Nixon. Según el estudio de la Comisión Warren, tenía conexiones con Oswald, la mafia y políticos estadounid­enses.

– Lyndon B. Johnson: 36º presidente de los Estados Unidos. En el momento del magnicidio era el vicepresid­ente de Kennedy.

– Jim Garrison: era fiscal de Nueva Orleans. En 1967 llevaría a cabo una investigac­ión sobre una posible conspiraci­ón para asesinar a Kennedy. Esta tesis sirvió al director de cine Oliver Stone para grabar en 1991 la película “JFK”.

– James Files: declaró haber sido quien disparó desde el montículo de hierba en la Plaza Dealey.

– Richard Nixon: 37º presidente de los Estados Unidos.

– Organizaci­ones soviéticas.

– Fidel Castro: dirigente cubano, revolucion­ario y estadista.

– El FBI y la CIA. Un poco de misterio En torno al clan de los Kennedy se ha tenido todo una trama que cabalga entre la leyenda y la realidad, es conocida la “Maldición de los Kennedy”, pero pocos conocen la denominada “Maldición Tecumseh” o “Maldición de los 20 años”. Y es que esta curiosa maldición no haría más que plasmar un curioso dato: de 1840 a 1960 los presidente­s de EE.UU. que hubieran sido elegido como tales en elecciones celebradas en año que acaben en cero (1840, 1860, 1880, etc.) morían en el cargo.

Todo ello provendría de un suceso que tuvo lugar en 1811, es ese año se produjo la batalla de Tippecanoe que enfrentó a las tropas norteameri­canas de Willian H. Harrison y a la tribu de los Shawnee que lideraba el jefe Tecumsé y su hermano Tenskwataw­a “el Profeta”… En 1836 este último lanzó una maldición contra su rival Harrison y los presidente­s de EE.UU. a modo de profecía, dijo: “Harrison no ganará este año el puesto de Gran Jefe. Pero ganará la próxima vez. Y cuando lo haga él no terminará su período. Morirá en ejercicio”.

De entre los presentes uno le espetó: “Ninguno de los presidente­s de los EE.UU. ha muerto en el cargo”.

Y Tenskwataw­a sentenció: “Pero les digo que Harrison morirá y cuando él muera ustedes recordarán la muerte de mi hermano Tecumsé. Ustedes creen que he perdido mis poderes, yo que hago que el sol se oscurezca y los pieles rojas dejen el aguardient­e. Pero les digo que él morirá, y después de él, todo Gran Jefe escogido cada 20 años de ahí en adelante morirá, y cuando cada uno muera, que todos recuerden la muerte de nuestro pueblo”.

Así en 1840 con William Henry Harrison murió desempeñan­do el cargo, después de Harrison, Lincoln en 1860, Garfield en 1880, Mckinley en 1900, Harding en 1920 y Roosevelt en 1945. El asesinato de John F. Kennedy continuó este patrón.

Se libraron de esa maldición Ronald Reagan (1980), que sufrió un atentado, y George Bush (2000). Así, sea por causa natural o por atentado los presidente­s, lo cierto es que la temida “maldición Tecumseh” parece seguir vigente.

Sea como fuere, la muerte de John F. Kennedy no deja a nadie indiferent­e: conspiraci­ones, atentados, silencios, maldicione­s… Muchos aspectos para cubrir la muerte de un presidente que ocultaba más secretos de los que su inocente imagen quería hacer ver…

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Junto a estas líneas, el sacamantec­as. A la izquierda, retrato de Romasanta.
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Momento en el que Lee Harvey Oswald es disparado. A la derecha, trasladan su cuerpo sin vida al hospital.
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Ficha policial de Lee Harvey Oswald.
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La Comisión Warren presenta su informe al presidente Johnson. De izquierda a derecha: John Mccloy, J. Lee Rankin (asesor general), el senador Richard Russell, el congresist­a Gerald Ford, el presidente del tribunal Earl Warren, el presidente Lyndon B. Johnson, Allen Dulles, el senador John Sherman Cooper y el congresist­a Hale Boggs.
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Lyndon B. Johnson.

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