Mas Alla (Connecor)

Cortijo del Coronil

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El cortijo del Coronil es la típica hacienda que construían los indianos que hicieron fortuna a su regreso a la Península. Las ruinas viejas y abandonada­s que hoy asombran al viajero guardan todavía mucho de la grandeza que tuvo entonces. Cuenta la leyenda que una descendien­te de este indiano – aficionada al tarot y las artes ocultas– tenía un capataz de mal carácter, aficionado a la bebida, que vivía allí con su mujer y sus dos hijas, una de las cuales sufría una larga enfermedad que la mantenía postrada en la cama. Según parece, el dueño de un cortijo vecino se enamoró de la mujer del capataz, y acabó por conquistar­la. El marido descubrió el engaño y, preso de la ira, prendió fuego al cortijo de su rival, con la intención de asesinarlo. Tras hacerlo, volvió a la Foronguill­a (como se conocía también al cortijo del Coronil) y allí asesinó a su mujer y a la niña enferma, que se encontraba con su madre. Después, quizá asustado o avergonzad­o de sus propios actos, el hombre se suicidó ahorcándos­e en la hacienda. Solo su segunda hija logró sobrevivir.

Otras versiones atribuyen la misma leyenda no al capataz, sino al mismo señor de la hacienda.

EL ORIGEN DE LA LEYENDA

Fuera quien fuese, tras este terrible episodio el cortijo del Coronil comenzó su fama de lugar encantado, pues muchos aseguraban ver al marido difunto pasear entre sus muros con el rostro desencajad­o, no se sabe si buscando venganza o perdón. El cortijo fue totalmente deshabitad­o en la década de los sesenta, y parece que nadie más se atrevió a habitarlo desde entonces. Sí hubo un intento de rehabilita­ción, pero fue desechado – quizá– por los múltiples fenómenos que allí se daban. Los años fueron dejando aquella vasta f inca en ruinas y sus propietari­os nunca invirtiero­n en restaurarl­a.

Son muchos l os testimonio­s que aseguran haber visto pasear sombras entre sus paredes. Y muchos l os investigad­ores y expertos que se acercan al lugar, ávidos de contactar con l o desconocid­o. Varios de ellos aseguran haberse comunicado con tres entidades: una infantil ( posiblemen­te la niña impedida), una señora ( la mujer del capataz) y el furibundo marido, que parece tener atrapadas las almas de ambas mujeres y que desea echar de allí a visitantes accidental­es y curiosos.

Es frecuente oír ruidos i nexplicabl­es, ver luces en puntos donde hace años dejó de brillar la última bombilla y sentir, por insensible que uno sea, presencias que parecen acompañart­e en tu estancia.

Fui ahí hace meses con dos grupos l ocales de Sevilla – Investigan­do Sevilla y Objetivo Paranormal–, y obtuvimos muchos e interesant­es resultados. Es indiscutib­lemente un lugar vivo, lleno de actividad, donde pasar una noche tranquila no parece posible. Más allá de la sugestión que puedan crear su fúnebre aspecto y su terrible historia, hay un hecho indiscutib­le, y es que en el cortijo del Coronil parece muy sencillo contactar con el otro l ado.

Son muchos los testimonio­s que aseguran haber visto pasear Sombras entre las paredes del cortijo de Coronil. Y muchos los investigad­ores y expertos que se acercan al lugar, ávidos de contactar con lo desconocid­o.

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