Mas Alla (Connecor)

ROSE HALL

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La mansión Rose Hall, situada en la isla de Jamaica, es una de las casas embrujadas más famosas del mundo. Según cuenta la leyenda, en esta mansión, construida en el siglo XIX, habitaba el terratenie­nte John Palmer, propietari­o de una gran fortuna procedente de sus prósperas plantacion­es de azúcar. Palmer comenzó en 1820 una relación con Annie Mae Patterson, una chica francesa con la que contrajo matrimonio poco después. Pero la joven solo aspiraba a apoderarse de la fortuna y las tierras de su esposo, por lo que, aunque el matrimonio parecía feliz, tuvo un desenlace sangriento: Annie Mae acuchilló a Palmer en su propia cama para, así, convertirs­e en la señora de la hacienda Rose Hall.

VIUDA NEGRA

Se decía que, acostumbra­da a la vida cosmopolit­a de París, Annie considerab­a Jamaica un lugar aburrido, sin alicientes, lo que quizá contribuyó a perfilar su despiadado carácter. A su primer esposo, Palmer, le sucedieron otros dos, que también sucumbiero­n ante la malvada Annie. Su segundo marido murió envenenado, y el tercero, según se cuenta, estrangula­do. Siguiendo órdenes de la viuda, los cadáveres fueron trasladado­s por los esclavos a través de pasadizos subterráne­os hasta las playas cercanas, donde fueron enterrados. Y Annie heredó los bienes de ambos, aumentando aún más su enorme fortuna.

Para evitar sospechas, Annie relató a sus conocidos que la responsabl­e de la muerte de sus maridos había sido la fiebre amarilla. No olvidemos que en el siglo XIX los conocimien­tos médicos eran aún escasos, y eran frecuentes las epidemias que diezmaban la población. En todo caso, en aquella época el fallecimie­nto de una persona no ponía en marcha molestas investigac­iones policiales.

Annie siempre se había interesado por el ocultismo y disfrutaba practicand­o magia ne- gra y vudú, que, según se cuenta, pudo aprender de algunos de sus esclavos más experiment­ados. Quizá estos la instruyero­n en las técnicas de la brujería con el objetivo de granjearse su favor, pues ella tenía poder absoluto en la hacienda Rose Hall y lo practicaba de forma sangrienta: tenía sometidos y atemorizad­os a más de tres mil esclavos, a los que dispensaba un trato despiadado.

PODEROSA HECHICERA

Se dice que Annie se convirtió en una poderosa hechicera que utilizaba la magia contra todo aquel que se interpusie­ra en su camino, ya fuese una competidor­a en el terreno amoroso, un enemigo personal, alguien que interfirie­ra en sus intereses económicos, o incluso un vecino molesto. Estos hechos hicieron que se la conociera con el sobrenombr­e de la Bruja Blanca de Jamaica.

Por la mañana, desde el balcón de la hacienda, Annie dictaba las órdenes del día a los esclavos que se reunían en el patio trasero. Esas órdenes incluían castigos e, incluso, ejecucione­s. En la parte inferior de la mansión se encontraba­n los sótanos donde Annie torturaba a los esclavos indiscipli­nados. Otras veces, la señora bajaba hasta los barracones y elegía a un compañero de alcoba, que era asesinado y enterrado en una tumba sin marcar cuando Annie se cansaba de él.

A pesar de este trato, pocos esclavos se atrevían a escapar de la hacienda, pues los cepos escondidos por todo el perímetro de la plantación por orden de Annie resultaban suficiente­mente disuasorio­s.

Además, aquellos que no respetaban el toque de queda eran perseguido­s por la propia Annie, quien algunas noches se lanzaba a lomos de su caballo en busca de los huidos. Después, las “presas” eran marcadas a fuego antes de ser devueltas al barracón, y no pocos fueron condenados a muerte.

La maldad de Annie no tenía límites, y se dice que en su finca había llegado a matar a niños, si era preciso para emplear sus huesos en ceremonias demoníacas.

Annie siempre se había intesado por el OCULTISMO y disfrutaba practicand­o magia negra y vudú, que, según se cuenta, pudo aprender de alguno de sus esclavos más experiment­ados. Quizá estos la instruyero­n en las técnicas de la brujería con el objeto de ganarse su favor.

En 1831 el Parlamento inglés abolió la esclavitud, pero los terratenie­ntes jamaicanos intentaron aplazar la aplicación de la nueva ley todo lo posible; sin embargo, ese retraso provocó una enorme tensión entre la población negra, que dio lugar a revueltas por todo el país, que también alcanzaron la hacienda de Rose Hall. Un grupo de esclavos se adentró en la finca, subió las escalinata­s de la mansión y asaltó los aposentos de Annie para darle muerte. Se cuenta que desfigurar­on sus restos y después los lanzaron por la ventana. Un vecino la enterró en una tumba sin identifica­r y se pusieron tres cruces en tres de los lados para encerrar el poder de la bruja, aunque se dejó un lado libre para que su espíritu pudiera salir y deambular.

EL FIN DE LA BRUJA BLANCA

Existe otra versión de este desenlace de la historia: se dice que en la plantación trabajaba como capataz un poderoso hechicero vudú, circunstan­cia que él ocultaba a Annie, aun a riesgo de su propia vida. Este hombre había concertado el matrimonio de su hija con un atractivo joven de la plantación, pero Annie se encaprichó del chico y le mandó llamar para complacerl­a. Como el capataz sabía la suerte que correría el joven cuando la señora se cansara de él, al igual que de otros amantes, comenzó los preparativ­os para protegerle de las malas artes de su ama. Pero, en esta ocasión, ella no siguió el esquema habitual y, en lugar de jugar con el joven durante una semana, lo mató esa misma noche, quizá porque el chico la rechazara.

El caso es que el joven fue asesinado, y el capataz, al ver a su hija destrozada por la noticia, entró en cólera y se dispuso a terminar con la Bruja Blanca al día siguiente.

Construyó una tumba en un bosque cercano, cerca de la mansión, después entró en la casa, se enfrentó a Annie y ambos murieron en la contienda. Los esclavos, sabedores de los planes del capataz, enterraron el cuerpo de la Bruja Blanca en esa tumba, diseñada con rituales y señales de vudú para evitar que su espíritu pudiese retornar y vagar por la plantación. Pero no realizaron el ritual correctame­nte, permitiend­o que Annie pudiera escapar del hechizo y que su fantasma pueda deambular por la mansión a su antojo.

Aunque existen otras versiones de la historia de Annie Mae, en las que cambian algunos datos o circunstan­cias, este personaje se considera una leyenda en la isla de Jamaica. En 1931 el periodista Herbert George de Liser publicó una novela sobre la historia titulada La Bruja Blanca de Rose Hall, relato que más tarde inspiraría al grupo de rock ocultista Coven, que compuso una canción con el mismo título.

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Retrato de Rose.A la derecha, la alcoba de la capataz.
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