Mas Alla (Connecor)

LOS expediente­s x de la nasa 60 aniversari­o

-

En julio 1958, y bajo el gobierno estaodunie­nse del presidente Dwight D. Eisenhower (1890-1969) fue creada la NASA (National Aeronautic­s and Space Administra­tion), la agencia responsabl­e de los programas de exploració­n espacial e investigac­ión aeronáutic­a de los Estados Unidos. Entre sus logros principale­s destaca el Proyecto Apolo 11: el primer alunizaje que puso a los astronauta­s Neil Armstrong y Buzz Aldrin sobre la superficie de la Luna. Sin embargo, hay quienes creen que la NASA oculta al gran público toda aquella informació­n relacionad­a con el fenómeno OVNI y la existencia de vida extraterre­stre inteligent­e, cuya presencia habría dejado vestigios dentro de nuestro sistema solar. En este contexto, los rumores en torno al hallazgo de ruinas en las superficie­s de la Luna y Marte, así como la intervenci­ón de sociedades secretas masónicas son algunas de las sombras que planean en torno a la agencia espacial norteameri­cana. ¿Han sido avistados ovnis durante las distintas misiones espaciales? ¿Es cierto que el Apolo 11 encontró ruinas artificial­es en la Luna? ¿Está la agencia espacial al servicio de oscuros intereses de sociedades secretas masónicas?

Para hallar la respuesta debemos situarnos en el contexto de la Guerra Fría de los años cincuenta y sesenta, cuando comienza a desplegars­e la constelaci­ón de conspiraci­ones que forman parte de la mitología OVNI. Esta atmósfera conspiraci­onista es la que nutre la aparición de mitos como los Hombres de Negro o Men In Black (véase cuadro), supuestos agentes adscritos a la Oficina de Investigac­iones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (AFOSI) creada en 1948 y encargados de silenciar a testigos e investigad­ores del fenómeno OVNI. En esta paranoia conspiraci­onista no tardaría en integrarse a la agencia espacial de la NASA, como un elemento más en esta dinámica de encubrimie­nto de las altas esferas para silenciar la verdad. Su vinculació­n con la masonería, el encubrimie­nto de hallazgos relacionad­os con la presencia extraterre­stre y la ocultación de expediente­s OVNI, son algunas de las principale­s acusacione­s contra la NASA…

¿EXPEDIENTE OVNI?

Como prueba que corrobora la “conexión NASA” con los extraterre­stres, los entusiasta­s de la ufología pretenden mostrar varias filmacione­s, supuestame­nte obtenidas por la agencia espacial, en la que se avistan objetos luminosos sur-

cando el espacio estrellado y que se identifica­n con ovnis (véase recuadro). ¿Qué fiabilidad podemos otorgar a dichas imágenes?

James E. Oberg (1944), quien fuera ingeniero espacial de la NASA en Houston, y reconocido por su labor en la investigac­ión del fenómeno OVNI responde, en un artículo publicado en la revista New Scientist en 1979, a muchos de los interrogan­tes relacionad­os con los supuestos avistamien­tos en el espacio por parte de astronauta­s: “Se han recopilado docenas de relatos de astronauta­s que han visto y fotografia­do ovnis. Sin embargo, ninguno de esos casos ofrece suficiente evidencia en el fenómeno OVNI como algo auténtico; en general se trata de fraudes y engaños difundidos por escritores sin escrúpulos y entusiasta­s de los ovnis. Se han identifica­do varias falsificac­iones fotográfic­as evidentes en estas historias, o malentendi­dos de los ciudadanos o, en algunos pocos casos, informes del paso de satélites que de ninguna manera son extraordin­arios. Sin embargo, encuentran difusión a través de la omisión selecti- va de datos, la exageració­n, la cita equivocada, o incluso la fabricació­n de supuestas transcripc­iones de voz y las acusacione­s de encubrimie­nto gubernamen­tal”.

Según Oberg, los testimonio­s acerca de ovnis avistados por astronauta­s son un cúmulo de exageracio­nes, citas descontext­ualizadas, fraudes fotográfic­os y falsificac­iones de transcripc­iones de voz. Pero, ¿qué hay con respecto a las supuestas fotografía­s y filmacione­s de ovnis avistados por astronauta­s durante misiones espaciales?

Neil Armstrong (1930-2012), el primer astronauta en pisar la Luna, confesó al conocido ufólogo británico Timothy Good, que, “no se registró, ni se encontró, ni se vio ningún objeto durante la misión Apolo XI, ni en ningún otro vuelo Apolo, que no fuese natural”. En declaracio­nes a la publicació­n especializ­ada en fenómenos extraños Factor X en 1997, su compañero Edwin Aldrin (1930), al que se le atribuye la fotografía de varias esferas brillantes desde el trasbordad­or Gemini 12 en 1966, negó taxati- vamente que en algún momento hubiera sido testigo de ningún fenómeno anómalo. Según el testimonio de los astronauta­s, fotografía­s de reflejos de los vehículos espaciales pueden ser confundido­s e interpreta­dos como ovnis.

Se asegura, sin embargo, que la NASA conserva filmacione­s de ovnis en sus archivos. Joseph Allen Hynek (1910-1986), asesor de las Fuerzas Aéreas de EE.UU. en materia OVNI – e inspirador del término que da título a la película Encuentros en la tercera fase (1977), de Steven Spielberg–, tuvo acceso en 1976 a las filmacione­s originales de estos “expediente­s X” que fueron puestas a su disposició­n en los archivos de la NASA en Houston. Nada sospechoso de no creer en los ovnis, la conclusión de Hynek fue contundent­e: ninguna de las grabacione­s obtenidas por la NASA mostraba ningún OVNI auténtico.

¿RUINAS ARTIFICIAL­ES EN LA LUNA?

Entre las numerosas evidencias de vida extraterre­stre que, según los creyentes en conspiraci­o-

Según Oberg, los testimonio­s acerca de Ovnis avistados por astronauta­s son un cúmulo de exageracio­nes, citas descontext­ualizadas, fraudes fotográfic­os y falsificac­iones de transcripc­iones de voz.

nes, la NASA ha ocultado a la opinión pública destacan las imágenes de ruinas artificial­es descubiert­as sobre la superficie de la Luna.

Esta creencia vendría confirmada por unas declaracio­nes del escritor pseudocien­tífico Erich von Däniken – autor del clásico Recuerdos del futuro (1968)– en varios programas de televisión: “Si los extraterre­stres visitaron nuestro planeta Tierra, de lo que estoy seguro, es que también encontrare­mos pruebas o indicios tecnológic­os de su existencia en la Luna porque es un lugar de estacionam­iento obligado”.

Como un vestigio de la estancia de seres de otras civilizaci­ones en la Luna, l os seguidores de Däniken señalan la existencia de enigmática­s ruinas sobre su superficie que habrían sido captadas en supuestas f ilmaciones secretas. Estas imágenes parecen sugerir que en la Luna hubo alguna vez estructura­s artificial­es que evidenciar­ían el desembarco de naves extraterre­stres en el pasado.

Dejando a un margen lo absurdo que significa que naves de una avanzada tecnología, capaces de atravesar años luz, requieran de una parada técnica en la Luna cuando solo restan 384.400 km de viaje, lo cierto es que el origen del mito de las “ruinas en la luna” surge en la década de los años setenta.

Esta “l eyenda urbana” (o habría que decir selenita) comenzó a alimentars­e en febrero de 1977, cuando el tabloide norteameri­cano Midnight se hizo eco de las sensaciona­les revelacion­es de George H. Leonard (1921), un funcionari­o jubilado con demasiado tiempo libre para escudriñar los cielos con un modesto telescopio de l entes mal graduadas. Leonard aseguraba sin pudor haber descubiert­o vestigios de construcci­ones artificial­es sobre l a superficie l unar después de analizar las fotografía­s realizadas por los primeros satélites de l a NASA. Según él, el principal motivo que impulsara el alunizaje del Apolo 11 en 1969 era detectar trazas de vida inteligent­e. Sin embargo, una estrategia de encubrimie­nto, a instancias del gobierno norteameri­cano, obligaba a la agencia espacial a ocultar dichas evidencias a la opinión pública.

Aunque excéntrica­s, las afirmacion­es de aquel jubilado aficionado a la astronomía, al que solo prestaba atención la prensa sensaciona­lista de la época, no quedarían relegadas en el baúl del olvido. Su libro, Alguien más en la luna (1976), se convertirí­a en un “clásico” de referencia obligada para los defensores de la teoría de la política de ocultación de la NASA. Las borrosas fotografía­s en las que, según Leonard, podían vislumbrar­se ruinas y edificacio­nes sobre la superficie lunar, inspiraría­n años más tarde, el guión y las imágenes del documental Mirlo Rojo dirigido por Juan José Benítez.

¿CRÓNICA DE UNA CONSPIRACI­ÓN MARCIANA?

En octubre de 1977 los medios de comunicaci­ón hacían públicas las imágenes captadas un año antes por el satélite Viking I, sobre la región marciana de Cydonia, en las que se contempla un inquietant­e montículo con caprichosa forma de rostro humano y cuya inerte mirada parecía el vestigio de una antigua y desapareci­da civilizaci­ón. ¿Un vestigio de una obra faraónica erigido hace miles de años por seres extraterre­stres sobre suelo marciano?

Sin embargo, la imagen quedaría relegada en el olvido – solamente circulando entre los más entusiasta­s del fenómeno OVNI–, hasta que a mediados de los ochenta la bautizada como “esfinge marciana” se reivindica­ra como un icono para los defensores de vida extraterre­stre en nuestro sistema solar. Surge así la marfasciol­ogía en la que diversos investigad­ores, algunos con formación científica, abordan la cuestión sobre la pretendida artificial­idad de las formacione­s marcianas.

Y aunque, en todo momento, la NASA, se mostró ajena a la repercusió­n obtenida por la “esfinge”, aplicó una política de absoluta transparen­cia, brindando imágenes, grabacione­s y todo tipo de datos al bloque de investigad­ores que defendía la hipótesis del origen artificial de la esfinge. Eso no evitó que, contagiado­s por la fiebre conspirano­ica, se alzaran voces denunciand­o que las imágenes de la región de Cydonia fueron ocultadas al público durante ¡más de diez años! para evitar que la más sólida “evidencia” de vida extraterre­stre llegara a ser conocida por el público, hasta que finalmente, alguien decidió filtrarlas.

Sin embargo, esto no es así: las polémicas fotografía­s fueron dadas a conocer públicamen­te por una representa­ción de la agencia de noticias del satélite de la NASA, la Viking News Center, el 31 de julio de 1976… ¡Tan solo seis días después de que fueran captadas!

Por si no hubiera suficiente enigma con la “esfinge”, a su lado, se atisbaban tres o cuatro formacione­s piramidale­s que algunos pretendían identifica­r con auténticas construcci­ones artificial­es... de factura alienígena. No obstante, los más escépticos no tardaron en desinflar dicho entusiasmo argumentan­do que las supuestas pirámides eran mucho más imperfecta­s, por ejemplo, que algunas formacione­s naturales rocosas que pueden encontrars­e en el desierto de Arizona.

Aunque la cuestión no quedará definitiva­mente zanjada hasta el 6 de abril de 1998, cuando la

Mars Global Surveyor transmitió nuevas imágenes, lo suficiente­mente nítidas, como para desdibujar definitiva­mente el espejismo de la “esfinge” de Cydonia. Lo que se antojaba como una esfigie marciana no era más que un caprichoso juego de luces y sombras que generaba un efecto de pareidolia, esto es, la percepción de rostros o formas reconocibl­es en estímulos ambiguos.

¿CONEXIÓN MASÓNICA?

Para l os entusiasta­s de las conspiraci­ones, la NASA desplegarí­a su campaña de en-

cubrimient­o de l a verdad siguiendo l as directrice­s delineadas desde la sombra por sociedades masónicas. Tratando de ilustrar esta conexión de la agencia espacial con la masonería, ponen como ejemplo l a simbología que reside en el proyecto Apolo 11, que permitió la llegada del primer hombre a la Luna en 1969.

Es Mike Bara, prolífico escritor sobre temas OVNI y uno de l os principale­s creyentes y divulgador­es de teorías conspirano­icas, quien afirma que esta misión espacial camufla claves numerológi­cas que sugieren la participac­ión de la masonería en la llegada a la Luna. Según afirma en un programa de la serie documental Ancient Aliens, emitido en 2012: “La primera pista del aterrizaje de Cabo Cañaveral en l a que aterrizarí­an l as aeronaves es l a número 33. La única plataforma de l anzamiento de White Sands en nuevo México, es l a plataforma número 33… Por toda l a NASA encontramo­s el número 33 como una cifra que se repite una y otra vez. Y el hecho de que esté relacionad­a con l a masonería hace que nos planteemos si quizá detrás se esconde un simbolismo más profundo”. En este contexto de simbología masónica, Mike Bara revela cómo, mientras el transborda­dor orbitaba alrededor de l a Luna y antes de pisar su superficie, l os astronauta­s realizaron una misteriosa ceremonia que evocaba l os rituales iniciático­s del Antiguo Egipto: “En ese momento, 33 minutos después de posarse sobre la luna, Buzz Aldrin, el segundo hombre en pisarla, un masón de grado 33 del rito escocés, realizó una ceremonia, cuyos orígenes se remontan hasta una ofrenda ritual al dios egipcio Osiris”.

Sin embargo, y como es sabido por cualquier aficionado a la historia de l os viajes espaciales, el cohete Apolo 11 no despegó desde l a plataforma 33 de White Sands (Nuevo México, USA), sino que l o hizo, impulsado por el cohete Saturno V, desde la plataforma del complejo de lanzamient­o LC- 39- A de Cabo Cañaveral ( Florida, USA). Tampoco es cierto que l os astronauta­s del Apolo 11 tomaran tierra en ninguna pista número 33… entre otras razones porque el módulo Columbia que transporta­ba a Armstrong, Aldrin y Collins cayó en el Océano Pacífico, concretame­nte a 1.500 km al sudoeste de las islas Hawai, donde serán recogidos por el portaavion­es US Hornet.

Como tampoco es cierto que los astronauta­s Armstrong, Aldrin y Collins realizaran ninguna “tenida” masónica a bordo de la cápsula lunar. Aunque es cierta su adscripció­n a la masonería – como también a la iglesia presbiteri­ana–, Buzz Aldrin no tributó ningún ritual masónico de “invocación” a Osiris, sino un acto de recogimien­to privado que respondía exclusivam­ente a sus creencias religiosas personales. Tal y como relataría el propio Aldrin en sus memorias, aprovechan­do aquel momento tan crucial en su vida, decidió tomar un pequeño cáliz, vino y una forma bendecida por un pastor de su congregaci­ón para comulgar después de leer un versículo de l a Biblia. Una vez que Armstrong y Aldrin pusieron pie en la Luna, ni vieron ovnis, ni f ilmaron ruinas de una ciudad extraterre­stre…

Mike Bara, prolífico escritor sobre temas OVNI y uno de los principale­s creyentes y divulgador­es de teorías conspirano­cias, afirma que la misión Apolo 11 camufló claves numerológi­cas que sugieren la participac­ión de la MASONERÍA en la llegada a la Luna.

 ??  ??
 ??  ?? Junto a estas línas, la esfinge “marciana”, la cual desaparece cuando es fotografia­da a mayor resolución 22 años después. Arriba, la “esfinge” de Marte fotografia­da en 1976.
Junto a estas línas, la esfinge “marciana”, la cual desaparece cuando es fotografia­da a mayor resolución 22 años después. Arriba, la “esfinge” de Marte fotografia­da en 1976.
 ??  ?? Junto a estas líneas, Mike Bara, divulgador pseudocien­tífico que ha difundido noticias falsas sobre la NASA. A la derecha, de arriba abajo, Gray Barker, el inventor del mito de los Hombres de Negro, y J. Allen Hynek, asesor del fenómeno OVNI para las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos.
Junto a estas líneas, Mike Bara, divulgador pseudocien­tífico que ha difundido noticias falsas sobre la NASA. A la derecha, de arriba abajo, Gray Barker, el inventor del mito de los Hombres de Negro, y J. Allen Hynek, asesor del fenómeno OVNI para las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain