Mas Alla (Connecor)

Gengis Khan

- Texto: Javier Martínez-pinna

En busca de su tumba perdida.

En una época dominada por la violencia y en donde innumerabl­es tribus luchaban entre sí por garantizar su superviven­cia, un poderoso GUERRERO MONGOL llamado Yesugei, se encontró cara a cara con un grupo de enemigos tártaros que le obligaron a ingerir una bebida envenenada, en VENGANZA por la crueldad con la que había obrado años atrás contra los miembros de su clan. Semejante actuación por parte de los tártaros no pudo tener unas consecuenc­ias más funestas sobre un pueblo que a partir de entonces iba a tener sus horas contadas. La venganza perpetrada por su hijo Temujn, el GRAN KHAN, resultó demoledora.

Tras la muerte de su padre, el pequeño Temujin tuvo que sobreponer­se junto a un grupo de servidores, a todos los obstáculos que encontró en su camino. No fueron pocas las veces en las que tuvo que se vio obligado a luchar por sobrevivir, pero, sobre todo, para no caer en las manos de alguna tribu rival, que por aquel entonces se dedicaban a lanzar continuas razzias, para capturar a niños y mujeres indefensos y venderlos en el lucrativo comercio de esclavos.

Se dice que en una ocasión, Temujin fue apresado y para evitar su fuga se le puso una pesada canga de madera al cuello, pero haciendo gala de su astucia se sirvió de ella para dejarse llevar por la corriente de un río y escapar de su triste destino. Esta acción hizo que aumentase la fama que por aquel entonces ya tenía el hijo de Yesugei, hasta tal punto que a los quince años ya contaba con un reducido, pero leal, grupo de seguidores con los que a partir de entonces se lanzó a la conquista de su mundo.

el nacimiento de gengis khan

Una tras otra fueron cayendo las tribus rivales, aunque la peor de las suertes la tuvieron que soportar los tártaros, que desapareci­eron de la Historia después de que Temujin ordenase matar a todos los varones – bebés incluidos–, y repartir a sus mujeres entre sus muchos seguidores.

En el año 1206 se produjo la unificació­n efectiva de toda Mongolia, cuando una asamblea de tribus decidió dejar atrás una época de luchas y guerras civiles, otorgando el título de Gengis Khan (el kan oceánico o universal) al poderoso Temujin.

Su fama se extendió rápidament­e por media Asia, y, por ese motivo, el pueblo de l os uighures se ofrecieron en vasallaje a l os mongoles, tal vez para librarse de l os onerosos impuestos a l os que se veían sometidos por parte de l os kara- jitai. Su unión con esta gran tribu china supuso un auténtico salto cualitativ­o para el joven imperio mongol.

La influencia que recibieron de este pueblo sedentariz­ado y con un alto grado de desarrollo cultural l es permitió contar con un primer núcleo de colaborado­res competente­s que l es incitaron, por otra parte, a luchar contra el Imperio chino de l os Xi Xia. Muy pronto Gengis Khan se lanzó a la guerra contra sus vecinos del sur para apropiarse de las extensas llanuras cubiertas de hierba y de esta forma alimentar a sus caballos, pero también con la f inalidad de incrementa­r y robustecer l os poderes militares que la tradición mongol otorgaba a sus kanes en tiempos de guerra.

Con las puertas de China abiertas a la influencia mongol, Gengis Khan buscó un nuevo objetivo. En el año 1211, descargó toda su furia sobre los Jin, un poderoso pueblo oriental que contaba con un ejército diez veces superior al de los mongoles. La enorme resistenci­a que ofrecieron en cada una de sus ciudades hizo enfurecer a Temujin, por eso decidió sitiar Beiging, que más tarde caería después de un duro asedio al que le siguió un espeluznan­te baño de sangre.

La devastació­n a la que fueron sometidas todas las tierras del norte de China provocó una debacle que, según muchos historiado­res, aún no ha podido ser superada. El hambre se apoderó de unos pobres campesinos, que al tener sus tierras arrasadas, no tuvieron más remedio que recurrir a la delincuenc­ia para sacar a sus familias adelante.

ambición sin límite

Nada parecía frenar la ambición sin límite del nuevo khan de los mongoles. Nuevas noticias llegaban desde Occidente y, por eso, la atención del khan se centró a partir de entonces en las tierras de Asia Central. A los primeros que les tocó sufrir el envite de los mongoles fue a los Kara-jitai, cuya conquista los puso en contacto con otro reino, el

Con las puertas de China abiertas a la influencia mongol, GENGIS KHAN buscó un nuevo objetivo. En el año 1211, descargó toda su furia sobre los Jin, un poderoso pueblo oriental que contaba con un ejército diez veces superior al de los mongoles.

de sha de Juarezm, Muhammed, un inmenso territorio que contaba con algunas de las ciudades más ricas del mundo, como Samarcanda, Bujara o Nishapur, legendaria­s por sus enormes riquezas.

La carnecería se desencaden­ó cuando el gobernador de la ciudad de Otrar decidió, no sin motivos, exterminar a todos los integrante­s de una caravana de comerciant­es mongoles por considerar­les espías al servicio del khan. La ofensa no podía quedar sin su merecido castigo, además, esos actos vandálicos solo se los podía permitir él, por lo que sumido en la ira planeó una operación que fue largamente recordada.

Toda la región del Asia Central fue nuevamente devastada entre los años 1219 y 1221, y su población exterminad­a, mientras que las anteriorme­nte lujosas ciudades situadas en la exótica ruta de la seda fueron brutalment­e saqueadas. Uno tras otro, los carruajes, repletos de oro y piedras preciosas partieron con dirección a Mongolia, acompañado­s por miles de mujeres que no les esperaba otro futuro más que el cautiverio y la esclavitud. La leyenda sobre la existencia del enorme tesoro de Gengis Khan fue a partir de entonces haciéndose realidad.

El caso es que, después de arrasar el reino del sha de Juarezm, Gengis Khan decidió darse un descanso, y, por ese motivo, encomendó a sus mejores generales proseguir con una conquista que a la postre supuso la destrucció­n de otros lugares como Georgia, Azerbaiján y Armenia. Pero el descanso del guerrero no se prolongó durante mucho tiempo, ya que entre otros problemas, aún tenía que resolver el tema de China, en donde muchos pueblos se negaban a guardarle obediencia. La campaña se inició en 1226 con el propio Gengis Khan a la cabeza de un enorme ejército que llevó la muerte y el terror a miles de inofensivo­s campesinos. Quiso el destino que esta operación fuese la última que viesen los ojos empapados en sangre del terri

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