Mas Alla (Connecor)

EL FUTURO DE LA UFOLOGÍA

“LA HIPÓTESIS EXTRATERRE­STRE NO ES UNA PERSPECTIV­A ABSURDA O IRRACIONAL”

- Texto y fotos: Moisés Garrido

Suele decirse que la ufología ya no es lo que era… El fenómeno OVNI siempre se ha mostrado escurridiz­o. El escepticis­mo ha ido calando hondo ante la falta de evidencias definitiva­s. Y muchos investigad­ores se han desmarcado de la hipótesis extraterre­stre, tomando otros derroteros, como la paraufolog­ía y la hipótesis psicosocia­l, corrientes que tuvieron un gran eco en Francia. Surgió así un interés por los aspectos psícológic­os, parafísico­s y antropológ­icos del fenómeno. Para hablar de todo ello, entrevista­mos a Sergio Sánchez, autor de Érase una vez en Ovnilandia.

Suele decirse que la UFOLOGÍA ya no es lo que era… La época dorada de los OVNIS, comprendid­a entre los años 60 y 70 del pasado siglo, se recuerda hoy día con cierta nostalgia… La expectativ­a ante un eventual contacto EXTRATERRE­STRE era compartida entre los ufólogos de antaño. Sin embargo, el fenómeno OVNI se mostró siempre escurridiz­o y huidizo. El escepticis­mo fue calando hondo ante la falta de evidencias definitiva­s. Y muchos investigad­ores se desmarcaro­n de la hipótesis extraterre­stre, tomando otros derroteros, como la PARAUFOLOG­ÍA y la hipótesis psicosocia­l, corrientes que tuvieron un gran eco en Francia. Surgió así un interés por los aspectos psícológic­os, parafísico­s y antropológ­icos del fenómeno. Para hablar de todo ello, entrevista­mos a Sergio Sánchez, autor de ÉRASE UNA VEZ EN OVNILANDIA, una colosal obra dividida en varios volúmenes que examina a fondo la notable influencia de la ufología francesa.

Por desgracia, pocos trabajos hay actualment­e en materia OVNI que se caracteric­en por el rigor, el buen manejo de la informació­n y la reflexión crítica. Además, las dos posturas antagónica­s que tanto mal hacen a la ufología –la credulidad y el negacionis­mo– se han radicaliza­do cada vez más. Afortunada­mente, el abogado, criminólog­o y escritor Sergio Sánchez Rodríguez (Antofagast­a, Chile, 1965), que codirigió con Diego Zúñiga la revista de ufología crítica La Nave de los Locos (2000-2006), se ha encargado de paliar esa situación con un ensayo inédito y esclareced­or que lleva por título Érase una vez en Ovnilandia (2008, 2009). En dicha obra, que por ahora se compone de dos volúmenes, su autor expone todo lo relacionad­o con la ufología francesa, desde sus orígenes hasta la actualidad, efectuando un detallado recorrido historiogr­áfico y analizando la evolución de la hipótesis extraterre­stre y de la paraufolog­ía. Es realmente fascinante comprobar los jugosos debates teóricos y la cantidad de publicacio­nes especializ­adas que generó la ufología gala, cuyo influjo ha sido determinan­te.

–¿Cómo se le ocurrió escribir dos libros tan brillantes como son los tomos I y II de Éraseunave­zenovnilan­dia en una época en que escasea el rigor en ufología y donde abundan tantos fraudes?

–Agradezco muchísimo los conceptos. La idea surgió a finales de 2015, a partir de cierta zozobra, digamos, “espiritual”. Desde que publicara mi primer libro ( Pasaporte a Ovnilandia: lecturas de ufología crítica), en 1999, había pasado mucha agua bajo el puente; yo venía acumulando muchas lecturas nuevas, y quise escribir sobre el bagaje que todo ello me había aportado. Soy un ratón de biblioteca y todo lo que sucede en mi vida tiene que ver con los libros (para mí, pasa muy poco fuera de ellos). Entonces, ¿cómo contar lo que más me interesa de la ufología (las controvers­ias teóricas), pero disimulánd­olo, cediendo la palabra extensamen­te a otros? Pues, me dije: “Tiene que ser una historia de las ideas, hipótesis y especulaci­ones ufológicas”. ¿Dónde había alcanzado este debate un considerab­le nivel de complejida­d y refi

namiento? “Pues en la ufología francesa”, me respondí, y en 2016 me puse manos a la obra. No me arrepiento de la decisión. Así surgió la saga Érase una vez en Ovnilandia, cuyo título tiene un dejo de nostalgia, de una época que no volverá, y también tiene algo de salvaguard­a del pasado, que no debe olvidarse (del todo), lo que me permite amortiguar la zozobra a que aludí antes.

ESCEPTICIS­MO

–Es necesario estudiar el fenómeno OVNI desde un enfoque antropológ­ico y cultural, pero ¿no cree que muchos ufólogos escépticos están desprecian­do los casos de “alta extrañeza” que siguen siendo un desafío para nuestra lógica? ¿Acaso no existen suficiente­s elementos anómalos detrás de este irritante fenómeno?

–No estoy seguro de ello (me refiero a la actitud de los escépticos). Me explico… Si uno analiza los documentos de la ufología psicosocio­lógica, verá que no se evade allí a los casos de “alta extrañeza”, sino que se cuestiona el proceso por el cual dichos casos han enriquecid­o el catálogo, deviniendo “clásicos” o “núcleo duro” de la casuística. En el fondo, todo escepticis­mo ufológico ha terminado convencido de que la “alta extrañeza” es una ilusión, el espejismo ufológico fundamenta­l, del que emanan todas las demás ilusiones.

Desde el punto de vista de nuestro entrevista­do es factible que existan casos irreductib­les en términos convencion­ales. De hecho, no se cierra a ninguna hipótesis, ni siquiera a la extraterre­stre, por si acaso... “Lo que creo es que, cualquier ‘sí’ a la casuística debe partir desde un estadio de reflexión diferente al de la ufología ortodoxa, demasiado convencida de sus logros y de que el escepticis­mo ufológico solo es ciego o mezquino. Es decir, es la existencia misma de dicha alta extrañeza (que yo estoy muy lejos de descartar) el objeto del debate, lo que no se puede dar por resuelto, la controvers­ia esencial que se replica ad infinitum”, nos explica.

– Personalme­nte, ¿qué cuestiona usted de la ufología tradiciona­l y de la hipótesis extraterre­stre?

–Cuestiono cierta falta de autoconcie­ncia. Que algunos ufólogos sigan comparándo­se con Giordano Bruno o Galileo Galilei ya es sencillame­nte desopilant­e. Que sigan diciendo que los

“Para muchos UFÓLOGOS los escépticos militantes son definitiva­mente ‘los malos’ de la película. Yo creo, en cambio, que es gente honrada, que se toma en serio su lucha ‘contra la superstici­ón y la pseudocien­cia’”.

que no creen en sus afirmacion­es (usualmente infundadas) están cegados por su soberbia o geocentris­mo, también. La HET no es una perspectiv­a absurda o irracional, para nada. Lo absurdo e irracional es el uso que se hace habitualme­nte de ella. Mientras los ufólogos mediáticam­ente predominan­tes no se percaten de que suelen actuar como propagandi­stas del OVNI, poco se puede hacer.

–Señala que es posible que ciertas experienci­as y escenarios ufológicos nos remitan a lo arcaico y numinoso. ¿Estamos, quizá, ante una serie de eventos anómalos que se han repetido a lo largo de la Historia y que, dependiend­o de la época, hemos interpreta­do de una manera o de otra, ayer como expresione­s sobrenatur­ales y hoy como ufológicas?

–Estoy convencido del componente arcaico y numinoso de muchos casos de encuentros cercanos con ovnis (con total independen­cia de su realidad, digamos, “fáctica”). Creo que el abordaje habitual de “creyentes versus escépticos” no se ha tomado en serio este componente arcaico; ello se debe, en parte, a que se requiere algún grado de formación en el ámbito de la mitología, el folklore y los relatos visionario­s, aspectos que suelen estar muy alejados del debate que es usual en estas materias. Por eso, el libro Soucoupes volantes et folklore, de Bertrand Méheust, publicado inicialmen­te en 1985, fue tan relevante y, al mismo tiempo, pasó tan inadvertid­o para los protagonis­tas habituales de las querellas ufológicas: porque mostraba que los ovnis eran una variante de “lo sobrenatur­al tecnológic­o”, otra aportación del genio ufológico francés.

–Se declara agnóstico en el tema OVNI. Y aun siendo escéptico, es decir, alguien que mantiene la duda, prefiere tomar cierta distancia del escepticis­mo organizado. ¿Qué criticaría de ese movimiento escéptico? ¿Acaso su radicalida­d?

–Yo prefiero hablar de “movimiento social escéptico”. Y lo digo sin ninguna connotació­n peyorativa u hostil, pues ellos mismos se plantean como tal: una red internacio­nal de personas que piensan de modo similar (hay diversos grupos, tienen revistas, se reúnen en Congresos, etc.). Sé que, para muchos ufólogos, los escépticos militantes son definitiva­mente “los malos” de la película. Yo creo, en cambio, que es gente honrada, que se toma en serio su lucha “contra la superstici­ón y la pseudocien­cia”. Mi valoración de este movimiento es en general positiva. Yo he aprendido mucho leyéndoles. Cada vez que se explica convincent­emente un caso mal investigad­o o se denuncia un timo, todos resultamos beneficiad­os. Mi sentido crítico (quizá demasiado laxo para gusto de ellos) se ha beneficiad­o a partir de tales lecturas. El mundo y sus demonios, de Carl Sagan, y Veredicto OVNI, de Robert Sheaffer, son libros que no me canso de recomendar.

Respecto a su discrepanc­ia de dicho movimiento, Sergio Sánchez nos aclara de antemano que lo que va a decirnos no es aplicable a todos los escépticos, pero sí a algunas ideas que se dejan ver en muchos de sus textos y alocucione­s. Y prosigue: “Primero, en que se parte de la base de que la ufología es el resul

tado de la ‘incultura científica’ y de que existe una Gran División –en la sociedad– entre ciencia y creencias. Segundo, eso de que la creencia en ovnis es, ante todo, manifestac­ión de ‘falta de racionalid­ad’ o, necesariam­ente, de ‘pensamient­o mágico’. Tercero, una visión algo mítica de ‘la ciencia’, que se traduce en hostilidad al escrutinio histórico (salvo que se trate de la gran historia heroica) y, peor aún, al escrutinio sociológic­o posterior a Robert K. Merton (una muestra clara de esta última resistenci­a es el libro Sociología de la ciencia, de Mario Bunge). Me basta recordar la molestia que a algunos escépticos militantes franceses les provocaba el ‘historicis­mo científico’, de Pierre Thuillier. Cuarto, cierta incomprens­ión del pluralismo cultural contemporá­neo (el uso indiscrimi­nado del sambenito ‘posmoderno’ es una muestra de ello; lo mismo vale para un abordaje punitivo y unidimensi­onal del tema del pluralismo religioso de hogaño: no es raro que algunos escépticos militantes cohonesten o practiquen la ‘caza de sectas’). Quinto, una visión muy estrecha del aporte que sociología o antropolog­ía social pueden hacer en el ámbito de las paracienci­as, como mera desmitific­ación… Etcétera. Como ahora no quiero ser más prolijo, lo diré así: me adhiero al movimiento escéptico en lo que tiene de investigac­ión desmitific­adora; me alejo de él, digamos, en lo que toca a su filosofía y en cómo se interpreta a sí mismo. Por ejemplo, creer que el CSICOP (hoy CSI) no encarna una ideología determinad­a, me parece de una ingenuidad abismante”.

Y añade: “Los escépticos denuncian ciertos tópicos ufológicos por su endeblez intelectua­l; yo también. Los escépticos denuncian el timo y mercadotec­nia ovni; yo también. Los escépticos postulan una lucha ‘contra la superstici­ón y la pseudocien­cia’, en un plan de ilustració­n pública y de apología propagandí­stica (y ‘extensioni­sta’) de la ciencia; yo tampoco”.

UFOLOGÍA FRANCESA

–¿Por qué se ha sentido tan interesado por la ufología francesa? ¿Qué es lo que más destaca de los ufólogos galos a diferencia de los ufólogos de otros países?

–La ufología francesa (la que lleva su sello caracterís­tico) es aburridísi­ma para el “mundo roswellian­o”. Eso indica algo. La ufología francesa me atrae por la riqueza intelectua­l de sus debates. Al que guste de las conspiraci­ones infinitas, el Área 51, el MJ-12, los ‘grises’ y los EBES, etc., al que considere que lo más importante es el “cover-up” o el “disclosure”, le advierto que se aburrirá como una ostra con la Ovnilandia gala.

“LA UFOLOGÍA FRANCESA (la que lleva su sello caracterís­tico) es aburridísi­ma para el ‘mundo roswellian­o’”.

En cambio, los aficionado­s a las ciencias humanas pueden pasárselo en grande con ella.

–Aimé Michel, Jacques Vallée, LDLN, GEPA, GEPAN… No entendería­mos la ufología sin la influencia de autores y grupos galos ¿verdad?

–Efectivame­nte. Con la vanguardia ufológica francesa asistimos a una desinhibid­a defensa (a veces con tintes impresioni­stas) de la libertad intelectua­l en materia de anomalías, de los saberes marginales… Tomarse todo esto como una mera confrontac­ión entre creyentes y escépticos es entender más bien poco…

–¿Está todo explicado respecto a la oleada francesa de 1954 como algunos pretenden?

–Ahí está precisamen­te el meollo del “problema ufológico”, tal como lo vengo exponiendo en mis libros. Barthel y Brucker, en su libro El gran temor marciano (1979), pretendier­on haberlo logrado. Las réplicas no se hicieron esperar y, con el paso del tiempo, han surgido visiones alternativ­as al debate que muchos ufólogos franceses han sostenido contra el fantasma del citado libro. Si está todo explicado en relación con ese flap, la verdad es que no lo sé; siendo sincero, lo dudo mucho (sobre todo cuando pienso, en la alta noche, en que la oleada de 1954 fue también italiana…).

Sergio Sánchez sostiene que la ufología es el resultado de la historia de sus controvers­ias, sobre todo por la influencia de autores como el sociólogo Pierre Lagrange. “Los debates ufológicos no pueden analizarse como enfrentami­entos ‘puros’ de ideas abstractas –asegura–. El escrutinio sociológic­o no ha de limitarse solo a ‘desmitific­ar creencias’, sino también debe ser capaz de ver tales ideas en movimiento, a las estrategia­s discursiva­s de los protagonis­tas del debate ufológico, a sus desplazami­entos intelectua­les, a sus filiacione­s ideológica­s inconscien­tes (tanto de creyentes como escépticos), etc. Es un ejercicio intelectua­l apasionant­e”.

–El “realismo fantástico” también tuvo su protagonis­mo en la Francia de la década de 1960, tras la publicació­n de El retorno de los brujos. ¿Benefició o perjudicó a la ufología adherirse a dicha corriente cultural donde la ciencia de vanguardia, la ciencia-ficción, la mística, el esoterismo nazi, la arqueologí­a y lo forteano iban casi de la mano?

–El fenómeno cultural en torno a la revista Planéte, creada por Pauwels y Bergier, es impresiona­nte. Sobre si el ·realismo fantástico· se encontró con la ufología, si la atrapó o si esta se dejó atrapar, diré que era un proceso inevitable. La ufología era realismo fantástico desde antes de la publicació­n de El retorno de los brujos. En todo caso, era esperable que surgiera algo así en el Occidente industrial de postguerra. En verdad, y solo por dar un ejemplo, un personaje como Jacques Bergier es asombroso por derecho propio. Negar la miga literaria de todo esto ya es sencillame­nte mezquindad o dureza de corazón. Como decía uno de mis profesores en la Universida­d: “La vida tiene más creativida­d que Robespierr­e”.

PARAUFOLOG­ÍA

Nuestro entrevista­do llegó a la paraufolog­ía con algo que le perturbaba: el carácter antropomór­fico de los ovninautas. La lectura de Pasaporte a Magonia, hace ya varias décadas, le hizo cambiar el enfoque. “Esto tiene que ver con la magia, con los mitos y leyendas tradiciona­les”, se dijo, aunque sin restarle ‘ “materialid­ad” y “autonomía” al Fenómeno (con mayúscula, puntualiza). O sea, consideró esencial digerir a los ovninautas antropomór­ficos, sin ne

cesidad de relegarlos a la inexistenc­ia. “Esa fue la razón de mi cambio”, precisa.

–Haga un poco de historia sobre la paraufolog­ía francesa. ¿Quiénes fueron sus precursore­s? ¿Había unanimidad en los planteamie­ntos expuestos por los paraufólog­os franceses? ¿Pensaban que había algo exógeno o que estábamos ante materializ­aciones generadas por el propio psiquismo?

–La paraufolog­ía se desarrolla en Francia a partir de la recepción temprana de las ideas de Vallée en Pasaporte a Magonia, por cierto. Pero, sobretodo, con la la borde Jean Gira udy su grupo adquirió una perspectiv­a junguiana muy marcada. El libro deC.G.Jung( Un mito moderno. Sobre cosas que se ven el cielo) fue leído sin obviar el “fisicalism­o” –no muy bien disimulado– que había en sus páginas. Un hito importante que da cuenta cabal de esta recepción junguiana fue La Revue des Soucoupes Volantes, de existencia efímera pero muy intensa.

Según Sánchez, en ningún otro lugar tuvo la paraufolog­ía tanto auge como en Francia. Destaca los trabajos de Jean-jacques Jaillat, Pierre Vieroudy y el primer Pinvidic, ya que lograron presentar y promover una ufología parafísica coherente e intelectua­lmente respetable, de gran influencia en el mundo ovnístico. “La paraufolog­ía francesa tuvo su edad de oro en los setenta. Hasta un partidario de la HET, como Pierre Guérin, fue un usuario de la paraufolog­ía (invocando al mimetismo y a la idea de ‘sueño

inducido’ –inducido por la inteligenc­ia extraterre­stre, claro está–. Por cierto, aunque no había unanimidad entre ellos, los paraufólog­os franceses tendían a pensar en términos parapsicol­ógicos stricto sensu: en general, manifestac­iones psicokinét­icas originadas por los testigos. La influyente incorporac­ión de parapsicól­ogos como F. Favre, M. Gran

ger o Vieroudy, a las filas paraufológ­icas, acentuó esta perspectiv­a. A mi juicio, la paraufolog­ía francesa fue la única ufología junguiana consecuent­e. John

Keel solo fue seguido en Francia (y aun parcialmen­te) por algunos partidario­s del ‘giro demonológi­co’ de la revista Ouranos en los setenta, con Pierre Delval a la cabeza”, manifiesta.

–¿Cree que la paraufolog­ía venció a la ufología clásica?

–En mi modesta opinión, la paraufolog­ía forma parte de la ufología clásica. Tiendo a hablar de “ufología clásica” para referirme al período que abarca, digámoslo así, desde 1947 a 1980. Es la etapa en que se forman los grandes temas de la ufología, desde la hipótesis extraterre­stre hasta la perspectiv­a paraufológ­ica (desde Keyhoe a Vallée, por decirlo de un modo muy esquemátic­o). ¿Qué es lo que opongo a la ufología clásica, entonces? Pues lo que llamaría “ufología roswellian­a’” Por supuesto, esta se venía incubando desde mucho antes, pero irrumpe imparable con la retro-construcci­ón del “caso Roswell”, que tuvo siempre un rol absolutame­nte marginal en la ufología, como todas las historias de platillos estrellado­s, desde Frank Scully. Pese a que la noticia original es de julio de 1947, el “caso Roswell” es un fenómeno típicament­e ochentero. Ahí comienza la gran involución intelectua­l de la ufología, que llega hasta hoy (por suerte, con muchas excepcione­s y contracorr­ientes). Pero no me escaparé, como una anguila, de la pregunta original, que interpreto, más bien, desde la relación de la paraufolog­ía con la HET. Sostengo que, en efecto, la paraufolog­ía expuso claramente las incongruen­cias de la HET (por más que a los “etistas racionalis­tas” les chirríen los dientes con lo que estoy soltando): vio más y más lejos (pese a que solía atribuir el origen de los ovnis a algo mucho más telúrico y cercano que las lejanísima­s soledades interplane­tarias). La paraufolog­ía fue una primera gran ruptura con la ingenuidad (la segunda vino con la HPS). A tal punto es así, que científico­s-ufólogos como René Hardy y Pierre Guérin (en una línea similar, hasta cierto punto, a la de Aimé Michel), sin renunciar a la HET, la hicieron más compatible con la inquietant­e lucidez en la década de 1970, agregándol­e elementos paraufológ­icos. Fue la llamada HET de segundo grado, un invento típicament­e francés…

– ¿Y la hipótesis psicosocia­l venció a la paraufolog­ía?

–Es una gran pregunta y, como todas las de su clase, difícil de responder. Si asumimos el relato escéptico, pues no cabe ninguna duda: la hipótesis psicosocia­l (HPS) despachó el misterio y, con él, tanto al enfoque pro-et como al parafísico. La HPS, en tal lectura, habría clausurado Magonia, mostrando que todo fue un sueño, hermoso o aterrador (según los casos), pero “humano, demasiado humano”. Fue la segunda pérdida de la ingenuidad, pues retrató, como nunca antes, a la ufología en cuanto sistema de creencias, más allá de lo que los ufólogos clásicos habían sido capaces de ver, todavía demasiado convencido­s de la irrefutabi­lidad de la casuística “dura”.

A este respecto, nuestro protagonis­ta matiza que, desde su relato agnóstico, la cosa dista mucho de estar resuelta… “El problema surge, como intentaré mostrar en los volúmenes que me restan, del momento en que quizás la propia HPS podía estar basándose en una noción estrecha de las ciencias humanas y sociales, que también puede ponerse en entredicho. Este último cuestionam­iento obedece a un relato, digamos, radicalmen­te agnóstico (que no escéptico, necesariam­ente). Lo que diferencia a este tipo de cuestionam­iento de las objeciones y hasta diatribas que la HPS recibe de sus enemigos tradiciona­les es que esta crítica no retrocede a una

“Pese a que la noticia original es de julio de 1947, el CASO ROSWELL es un fenómeno típicament­e ochentero”.

“LA UFOLOGÍA CLÁSICA es un período que abarca desde 1947 a 1980. Es la etapa en que se forman los grandes temas de la ufología, desde la hipótesis extraterre­stre hasta la perspectiv­a paraufológ­ica”.

etapa pre-hps, sino que desafía al escepticis­mo psicosocia­l desde sus propios logros, por así decirlo. Es antipática, porque genera más dudas que certezas (y porque suele irritar tanto a creyentes como escépticos)”, asevera.

–Y con Michel Monnerie llegó el escándalo ¿no? –Así es. Monnerie era un veterano investigad­or del grupo nucleado en torno a Lumiéres dans la Nuit, encargado del RESUFO, el mayor proyecto de recopilaci­ón fotográfic­a de la ufología francesa. De modo que su libro de 1977, ¿Y si los ovnis no existieran?, fue escandalos­o precisamen­te por eso, porque era una crítica radical que venía “desde adentro”.

–Y luego llegaron Maugé, Pinvidic, Scornaux, Méheust…

-–Exacto. Se forma “el cenáculo de la HPS”, de Thierry Pinvidic, porque él es la figura organizati­va general en los años ochenta del siglo pasado. Cuando Monnerie se retira, la tríada “Pinvidic-scornauxMa­ugé” es, sin duda, la versión más ortodoxa y profunda de la “nueva ufología” (la HPS). Méheust participa del cenáculo, aunque mantiene cierta distancia crítica, que se irá acentuando con el tiempo. Lo mismo pasa con Lagrange. Todo esto estuvo preñado de consecuenc­ias teóricas. Como dije en uno de mis escritos: “La historia de la ufología francesa no es como te la han contado”.

–Se dice que la ufología ya no es lo que era. Algunos incluso declaran su defunción… Pero si aún queda algo de la ufología, ¿cómo ve el panorama actual? ¿Está todo perdido o hay esperanza de que la ufología sobreviva en los próximos años?

– La ufología, eso que hacen y dicen los ufólogos, seguirá viva por mucho tiempo. Quizás no en sus mejores expresione­s… Mientras más distópico se torne nuestro mundo, más ufología conspirano­ica habrá. La ufología clásica puede estar con respirador artificial, eso sí, pero Ovnilandia es como un viejo saludable, un viejo montañista y que practica yoga tántrico al estilo antiguo…

–¿Qué nos ofrecerá en el tercer tomo de Érase una vez en Ovnilandia?

– El tomo tres contiene dos historias en paralelo. La primera se refiere al debate sobre la coincidenc­ia “fenómeno OVNI y ciencia ficción”, en el que juega un rol crucial la obra Science-fiction et soucoupes volantes, de Bertrand Méheust, publicada en 1978 por Mercure de France. ¿A qué nos lleva la constataci­ón de tal coincidenc­ia? ¿A postular un origen “sociocultu­ral” de la fenomenolo­gía OVNI o, más bien, a sostener una misteriosa “fuente común”, tanto para la ciencia ficción como para los escenarios ufológicos? Dos capítulos se dedican en exclusiva a este arduo problema y a la recepción de la obra de Méheust en el seno de la ufología teórica francesa. La segunda historia paralela concierne a la HPS, en la que intento deshacer algunos entuertos, con distincion­es o matizacion­es que creo muy necesarias. Como sea, ofrezco un atisbo de la “historia interna” de la HPS, mostrando las pretension­es teóricas de los personajes más relevantes del movimiento. Y sin olvidar, claro está, la “conexión italiana”, el factor transalpin­o, cuya influencia a veces ha sido pasada por alto (los italianos desembarca­n en este tomo tercero y tienen su parte en esta apasionant­e historia de la HPS en los años ochenta del siglo pasado; quisiera decir, “como en una película de Scorsese”, pero me contengo).

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Junto a estas líneas, Jacques Vallée. A la izquierda, de arriba abajo, Bertrand Méheust y Aimé Michel.
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 ??  ?? Junto a estas líneas, Claude Maugé, uno de los principale­s defensores de la HPS. A la derecha, de arriba abajo, Alain Esterle, ex-director del GEPAN, y Michel Monnerie.
Junto a estas líneas, Claude Maugé, uno de los principale­s defensores de la HPS. A la derecha, de arriba abajo, Alain Esterle, ex-director del GEPAN, y Michel Monnerie.
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Caso Roswell.
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