EL FUTURO DE LA UFOLOGÍA
“LA HIPÓTESIS EXTRATERRESTRE NO ES UNA PERSPECTIVA ABSURDA O IRRACIONAL”
Suele decirse que la ufología ya no es lo que era… El fenómeno OVNI siempre se ha mostrado escurridizo. El escepticismo ha ido calando hondo ante la falta de evidencias definitivas. Y muchos investigadores se han desmarcado de la hipótesis extraterrestre, tomando otros derroteros, como la paraufología y la hipótesis psicosocial, corrientes que tuvieron un gran eco en Francia. Surgió así un interés por los aspectos psícológicos, parafísicos y antropológicos del fenómeno. Para hablar de todo ello, entrevistamos a Sergio Sánchez, autor de Érase una vez en Ovnilandia.
Suele decirse que la UFOLOGÍA ya no es lo que era… La época dorada de los OVNIS, comprendida entre los años 60 y 70 del pasado siglo, se recuerda hoy día con cierta nostalgia… La expectativa ante un eventual contacto EXTRATERRESTRE era compartida entre los ufólogos de antaño. Sin embargo, el fenómeno OVNI se mostró siempre escurridizo y huidizo. El escepticismo fue calando hondo ante la falta de evidencias definitivas. Y muchos investigadores se desmarcaron de la hipótesis extraterrestre, tomando otros derroteros, como la PARAUFOLOGÍA y la hipótesis psicosocial, corrientes que tuvieron un gran eco en Francia. Surgió así un interés por los aspectos psícológicos, parafísicos y antropológicos del fenómeno. Para hablar de todo ello, entrevistamos a Sergio Sánchez, autor de ÉRASE UNA VEZ EN OVNILANDIA, una colosal obra dividida en varios volúmenes que examina a fondo la notable influencia de la ufología francesa.
Por desgracia, pocos trabajos hay actualmente en materia OVNI que se caractericen por el rigor, el buen manejo de la información y la reflexión crítica. Además, las dos posturas antagónicas que tanto mal hacen a la ufología –la credulidad y el negacionismo– se han radicalizado cada vez más. Afortunadamente, el abogado, criminólogo y escritor Sergio Sánchez Rodríguez (Antofagasta, Chile, 1965), que codirigió con Diego Zúñiga la revista de ufología crítica La Nave de los Locos (2000-2006), se ha encargado de paliar esa situación con un ensayo inédito y esclarecedor que lleva por título Érase una vez en Ovnilandia (2008, 2009). En dicha obra, que por ahora se compone de dos volúmenes, su autor expone todo lo relacionado con la ufología francesa, desde sus orígenes hasta la actualidad, efectuando un detallado recorrido historiográfico y analizando la evolución de la hipótesis extraterrestre y de la paraufología. Es realmente fascinante comprobar los jugosos debates teóricos y la cantidad de publicaciones especializadas que generó la ufología gala, cuyo influjo ha sido determinante.
–¿Cómo se le ocurrió escribir dos libros tan brillantes como son los tomos I y II de Éraseunavezenovnilandia en una época en que escasea el rigor en ufología y donde abundan tantos fraudes?
–Agradezco muchísimo los conceptos. La idea surgió a finales de 2015, a partir de cierta zozobra, digamos, “espiritual”. Desde que publicara mi primer libro ( Pasaporte a Ovnilandia: lecturas de ufología crítica), en 1999, había pasado mucha agua bajo el puente; yo venía acumulando muchas lecturas nuevas, y quise escribir sobre el bagaje que todo ello me había aportado. Soy un ratón de biblioteca y todo lo que sucede en mi vida tiene que ver con los libros (para mí, pasa muy poco fuera de ellos). Entonces, ¿cómo contar lo que más me interesa de la ufología (las controversias teóricas), pero disimulándolo, cediendo la palabra extensamente a otros? Pues, me dije: “Tiene que ser una historia de las ideas, hipótesis y especulaciones ufológicas”. ¿Dónde había alcanzado este debate un considerable nivel de complejidad y refi
namiento? “Pues en la ufología francesa”, me respondí, y en 2016 me puse manos a la obra. No me arrepiento de la decisión. Así surgió la saga Érase una vez en Ovnilandia, cuyo título tiene un dejo de nostalgia, de una época que no volverá, y también tiene algo de salvaguarda del pasado, que no debe olvidarse (del todo), lo que me permite amortiguar la zozobra a que aludí antes.
ESCEPTICISMO
–Es necesario estudiar el fenómeno OVNI desde un enfoque antropológico y cultural, pero ¿no cree que muchos ufólogos escépticos están despreciando los casos de “alta extrañeza” que siguen siendo un desafío para nuestra lógica? ¿Acaso no existen suficientes elementos anómalos detrás de este irritante fenómeno?
–No estoy seguro de ello (me refiero a la actitud de los escépticos). Me explico… Si uno analiza los documentos de la ufología psicosociológica, verá que no se evade allí a los casos de “alta extrañeza”, sino que se cuestiona el proceso por el cual dichos casos han enriquecido el catálogo, deviniendo “clásicos” o “núcleo duro” de la casuística. En el fondo, todo escepticismo ufológico ha terminado convencido de que la “alta extrañeza” es una ilusión, el espejismo ufológico fundamental, del que emanan todas las demás ilusiones.
Desde el punto de vista de nuestro entrevistado es factible que existan casos irreductibles en términos convencionales. De hecho, no se cierra a ninguna hipótesis, ni siquiera a la extraterrestre, por si acaso... “Lo que creo es que, cualquier ‘sí’ a la casuística debe partir desde un estadio de reflexión diferente al de la ufología ortodoxa, demasiado convencida de sus logros y de que el escepticismo ufológico solo es ciego o mezquino. Es decir, es la existencia misma de dicha alta extrañeza (que yo estoy muy lejos de descartar) el objeto del debate, lo que no se puede dar por resuelto, la controversia esencial que se replica ad infinitum”, nos explica.
– Personalmente, ¿qué cuestiona usted de la ufología tradicional y de la hipótesis extraterrestre?
–Cuestiono cierta falta de autoconciencia. Que algunos ufólogos sigan comparándose con Giordano Bruno o Galileo Galilei ya es sencillamente desopilante. Que sigan diciendo que los
“Para muchos UFÓLOGOS los escépticos militantes son definitivamente ‘los malos’ de la película. Yo creo, en cambio, que es gente honrada, que se toma en serio su lucha ‘contra la superstición y la pseudociencia’”.
que no creen en sus afirmaciones (usualmente infundadas) están cegados por su soberbia o geocentrismo, también. La HET no es una perspectiva absurda o irracional, para nada. Lo absurdo e irracional es el uso que se hace habitualmente de ella. Mientras los ufólogos mediáticamente predominantes no se percaten de que suelen actuar como propagandistas del OVNI, poco se puede hacer.
–Señala que es posible que ciertas experiencias y escenarios ufológicos nos remitan a lo arcaico y numinoso. ¿Estamos, quizá, ante una serie de eventos anómalos que se han repetido a lo largo de la Historia y que, dependiendo de la época, hemos interpretado de una manera o de otra, ayer como expresiones sobrenaturales y hoy como ufológicas?
–Estoy convencido del componente arcaico y numinoso de muchos casos de encuentros cercanos con ovnis (con total independencia de su realidad, digamos, “fáctica”). Creo que el abordaje habitual de “creyentes versus escépticos” no se ha tomado en serio este componente arcaico; ello se debe, en parte, a que se requiere algún grado de formación en el ámbito de la mitología, el folklore y los relatos visionarios, aspectos que suelen estar muy alejados del debate que es usual en estas materias. Por eso, el libro Soucoupes volantes et folklore, de Bertrand Méheust, publicado inicialmente en 1985, fue tan relevante y, al mismo tiempo, pasó tan inadvertido para los protagonistas habituales de las querellas ufológicas: porque mostraba que los ovnis eran una variante de “lo sobrenatural tecnológico”, otra aportación del genio ufológico francés.
–Se declara agnóstico en el tema OVNI. Y aun siendo escéptico, es decir, alguien que mantiene la duda, prefiere tomar cierta distancia del escepticismo organizado. ¿Qué criticaría de ese movimiento escéptico? ¿Acaso su radicalidad?
–Yo prefiero hablar de “movimiento social escéptico”. Y lo digo sin ninguna connotación peyorativa u hostil, pues ellos mismos se plantean como tal: una red internacional de personas que piensan de modo similar (hay diversos grupos, tienen revistas, se reúnen en Congresos, etc.). Sé que, para muchos ufólogos, los escépticos militantes son definitivamente “los malos” de la película. Yo creo, en cambio, que es gente honrada, que se toma en serio su lucha “contra la superstición y la pseudociencia”. Mi valoración de este movimiento es en general positiva. Yo he aprendido mucho leyéndoles. Cada vez que se explica convincentemente un caso mal investigado o se denuncia un timo, todos resultamos beneficiados. Mi sentido crítico (quizá demasiado laxo para gusto de ellos) se ha beneficiado a partir de tales lecturas. El mundo y sus demonios, de Carl Sagan, y Veredicto OVNI, de Robert Sheaffer, son libros que no me canso de recomendar.
Respecto a su discrepancia de dicho movimiento, Sergio Sánchez nos aclara de antemano que lo que va a decirnos no es aplicable a todos los escépticos, pero sí a algunas ideas que se dejan ver en muchos de sus textos y alocuciones. Y prosigue: “Primero, en que se parte de la base de que la ufología es el resul
tado de la ‘incultura científica’ y de que existe una Gran División –en la sociedad– entre ciencia y creencias. Segundo, eso de que la creencia en ovnis es, ante todo, manifestación de ‘falta de racionalidad’ o, necesariamente, de ‘pensamiento mágico’. Tercero, una visión algo mítica de ‘la ciencia’, que se traduce en hostilidad al escrutinio histórico (salvo que se trate de la gran historia heroica) y, peor aún, al escrutinio sociológico posterior a Robert K. Merton (una muestra clara de esta última resistencia es el libro Sociología de la ciencia, de Mario Bunge). Me basta recordar la molestia que a algunos escépticos militantes franceses les provocaba el ‘historicismo científico’, de Pierre Thuillier. Cuarto, cierta incomprensión del pluralismo cultural contemporáneo (el uso indiscriminado del sambenito ‘posmoderno’ es una muestra de ello; lo mismo vale para un abordaje punitivo y unidimensional del tema del pluralismo religioso de hogaño: no es raro que algunos escépticos militantes cohonesten o practiquen la ‘caza de sectas’). Quinto, una visión muy estrecha del aporte que sociología o antropología social pueden hacer en el ámbito de las paraciencias, como mera desmitificación… Etcétera. Como ahora no quiero ser más prolijo, lo diré así: me adhiero al movimiento escéptico en lo que tiene de investigación desmitificadora; me alejo de él, digamos, en lo que toca a su filosofía y en cómo se interpreta a sí mismo. Por ejemplo, creer que el CSICOP (hoy CSI) no encarna una ideología determinada, me parece de una ingenuidad abismante”.
Y añade: “Los escépticos denuncian ciertos tópicos ufológicos por su endeblez intelectual; yo también. Los escépticos denuncian el timo y mercadotecnia ovni; yo también. Los escépticos postulan una lucha ‘contra la superstición y la pseudociencia’, en un plan de ilustración pública y de apología propagandística (y ‘extensionista’) de la ciencia; yo tampoco”.
UFOLOGÍA FRANCESA
–¿Por qué se ha sentido tan interesado por la ufología francesa? ¿Qué es lo que más destaca de los ufólogos galos a diferencia de los ufólogos de otros países?
–La ufología francesa (la que lleva su sello característico) es aburridísima para el “mundo roswelliano”. Eso indica algo. La ufología francesa me atrae por la riqueza intelectual de sus debates. Al que guste de las conspiraciones infinitas, el Área 51, el MJ-12, los ‘grises’ y los EBES, etc., al que considere que lo más importante es el “cover-up” o el “disclosure”, le advierto que se aburrirá como una ostra con la Ovnilandia gala.
“LA UFOLOGÍA FRANCESA (la que lleva su sello característico) es aburridísima para el ‘mundo roswelliano’”.
En cambio, los aficionados a las ciencias humanas pueden pasárselo en grande con ella.
–Aimé Michel, Jacques Vallée, LDLN, GEPA, GEPAN… No entenderíamos la ufología sin la influencia de autores y grupos galos ¿verdad?
–Efectivamente. Con la vanguardia ufológica francesa asistimos a una desinhibida defensa (a veces con tintes impresionistas) de la libertad intelectual en materia de anomalías, de los saberes marginales… Tomarse todo esto como una mera confrontación entre creyentes y escépticos es entender más bien poco…
–¿Está todo explicado respecto a la oleada francesa de 1954 como algunos pretenden?
–Ahí está precisamente el meollo del “problema ufológico”, tal como lo vengo exponiendo en mis libros. Barthel y Brucker, en su libro El gran temor marciano (1979), pretendieron haberlo logrado. Las réplicas no se hicieron esperar y, con el paso del tiempo, han surgido visiones alternativas al debate que muchos ufólogos franceses han sostenido contra el fantasma del citado libro. Si está todo explicado en relación con ese flap, la verdad es que no lo sé; siendo sincero, lo dudo mucho (sobre todo cuando pienso, en la alta noche, en que la oleada de 1954 fue también italiana…).
Sergio Sánchez sostiene que la ufología es el resultado de la historia de sus controversias, sobre todo por la influencia de autores como el sociólogo Pierre Lagrange. “Los debates ufológicos no pueden analizarse como enfrentamientos ‘puros’ de ideas abstractas –asegura–. El escrutinio sociológico no ha de limitarse solo a ‘desmitificar creencias’, sino también debe ser capaz de ver tales ideas en movimiento, a las estrategias discursivas de los protagonistas del debate ufológico, a sus desplazamientos intelectuales, a sus filiaciones ideológicas inconscientes (tanto de creyentes como escépticos), etc. Es un ejercicio intelectual apasionante”.
–El “realismo fantástico” también tuvo su protagonismo en la Francia de la década de 1960, tras la publicación de El retorno de los brujos. ¿Benefició o perjudicó a la ufología adherirse a dicha corriente cultural donde la ciencia de vanguardia, la ciencia-ficción, la mística, el esoterismo nazi, la arqueología y lo forteano iban casi de la mano?
–El fenómeno cultural en torno a la revista Planéte, creada por Pauwels y Bergier, es impresionante. Sobre si el ·realismo fantástico· se encontró con la ufología, si la atrapó o si esta se dejó atrapar, diré que era un proceso inevitable. La ufología era realismo fantástico desde antes de la publicación de El retorno de los brujos. En todo caso, era esperable que surgiera algo así en el Occidente industrial de postguerra. En verdad, y solo por dar un ejemplo, un personaje como Jacques Bergier es asombroso por derecho propio. Negar la miga literaria de todo esto ya es sencillamente mezquindad o dureza de corazón. Como decía uno de mis profesores en la Universidad: “La vida tiene más creatividad que Robespierre”.
PARAUFOLOGÍA
Nuestro entrevistado llegó a la paraufología con algo que le perturbaba: el carácter antropomórfico de los ovninautas. La lectura de Pasaporte a Magonia, hace ya varias décadas, le hizo cambiar el enfoque. “Esto tiene que ver con la magia, con los mitos y leyendas tradicionales”, se dijo, aunque sin restarle ‘ “materialidad” y “autonomía” al Fenómeno (con mayúscula, puntualiza). O sea, consideró esencial digerir a los ovninautas antropomórficos, sin ne
cesidad de relegarlos a la inexistencia. “Esa fue la razón de mi cambio”, precisa.
–Haga un poco de historia sobre la paraufología francesa. ¿Quiénes fueron sus precursores? ¿Había unanimidad en los planteamientos expuestos por los paraufólogos franceses? ¿Pensaban que había algo exógeno o que estábamos ante materializaciones generadas por el propio psiquismo?
–La paraufología se desarrolla en Francia a partir de la recepción temprana de las ideas de Vallée en Pasaporte a Magonia, por cierto. Pero, sobretodo, con la la borde Jean Gira udy su grupo adquirió una perspectiva junguiana muy marcada. El libro deC.G.Jung( Un mito moderno. Sobre cosas que se ven el cielo) fue leído sin obviar el “fisicalismo” –no muy bien disimulado– que había en sus páginas. Un hito importante que da cuenta cabal de esta recepción junguiana fue La Revue des Soucoupes Volantes, de existencia efímera pero muy intensa.
Según Sánchez, en ningún otro lugar tuvo la paraufología tanto auge como en Francia. Destaca los trabajos de Jean-jacques Jaillat, Pierre Vieroudy y el primer Pinvidic, ya que lograron presentar y promover una ufología parafísica coherente e intelectualmente respetable, de gran influencia en el mundo ovnístico. “La paraufología francesa tuvo su edad de oro en los setenta. Hasta un partidario de la HET, como Pierre Guérin, fue un usuario de la paraufología (invocando al mimetismo y a la idea de ‘sueño
inducido’ –inducido por la inteligencia extraterrestre, claro está–. Por cierto, aunque no había unanimidad entre ellos, los paraufólogos franceses tendían a pensar en términos parapsicológicos stricto sensu: en general, manifestaciones psicokinéticas originadas por los testigos. La influyente incorporación de parapsicólogos como F. Favre, M. Gran
ger o Vieroudy, a las filas paraufológicas, acentuó esta perspectiva. A mi juicio, la paraufología francesa fue la única ufología junguiana consecuente. John
Keel solo fue seguido en Francia (y aun parcialmente) por algunos partidarios del ‘giro demonológico’ de la revista Ouranos en los setenta, con Pierre Delval a la cabeza”, manifiesta.
–¿Cree que la paraufología venció a la ufología clásica?
–En mi modesta opinión, la paraufología forma parte de la ufología clásica. Tiendo a hablar de “ufología clásica” para referirme al período que abarca, digámoslo así, desde 1947 a 1980. Es la etapa en que se forman los grandes temas de la ufología, desde la hipótesis extraterrestre hasta la perspectiva paraufológica (desde Keyhoe a Vallée, por decirlo de un modo muy esquemático). ¿Qué es lo que opongo a la ufología clásica, entonces? Pues lo que llamaría “ufología roswelliana’” Por supuesto, esta se venía incubando desde mucho antes, pero irrumpe imparable con la retro-construcción del “caso Roswell”, que tuvo siempre un rol absolutamente marginal en la ufología, como todas las historias de platillos estrellados, desde Frank Scully. Pese a que la noticia original es de julio de 1947, el “caso Roswell” es un fenómeno típicamente ochentero. Ahí comienza la gran involución intelectual de la ufología, que llega hasta hoy (por suerte, con muchas excepciones y contracorrientes). Pero no me escaparé, como una anguila, de la pregunta original, que interpreto, más bien, desde la relación de la paraufología con la HET. Sostengo que, en efecto, la paraufología expuso claramente las incongruencias de la HET (por más que a los “etistas racionalistas” les chirríen los dientes con lo que estoy soltando): vio más y más lejos (pese a que solía atribuir el origen de los ovnis a algo mucho más telúrico y cercano que las lejanísimas soledades interplanetarias). La paraufología fue una primera gran ruptura con la ingenuidad (la segunda vino con la HPS). A tal punto es así, que científicos-ufólogos como René Hardy y Pierre Guérin (en una línea similar, hasta cierto punto, a la de Aimé Michel), sin renunciar a la HET, la hicieron más compatible con la inquietante lucidez en la década de 1970, agregándole elementos paraufológicos. Fue la llamada HET de segundo grado, un invento típicamente francés…
– ¿Y la hipótesis psicosocial venció a la paraufología?
–Es una gran pregunta y, como todas las de su clase, difícil de responder. Si asumimos el relato escéptico, pues no cabe ninguna duda: la hipótesis psicosocial (HPS) despachó el misterio y, con él, tanto al enfoque pro-et como al parafísico. La HPS, en tal lectura, habría clausurado Magonia, mostrando que todo fue un sueño, hermoso o aterrador (según los casos), pero “humano, demasiado humano”. Fue la segunda pérdida de la ingenuidad, pues retrató, como nunca antes, a la ufología en cuanto sistema de creencias, más allá de lo que los ufólogos clásicos habían sido capaces de ver, todavía demasiado convencidos de la irrefutabilidad de la casuística “dura”.
A este respecto, nuestro protagonista matiza que, desde su relato agnóstico, la cosa dista mucho de estar resuelta… “El problema surge, como intentaré mostrar en los volúmenes que me restan, del momento en que quizás la propia HPS podía estar basándose en una noción estrecha de las ciencias humanas y sociales, que también puede ponerse en entredicho. Este último cuestionamiento obedece a un relato, digamos, radicalmente agnóstico (que no escéptico, necesariamente). Lo que diferencia a este tipo de cuestionamiento de las objeciones y hasta diatribas que la HPS recibe de sus enemigos tradicionales es que esta crítica no retrocede a una
“Pese a que la noticia original es de julio de 1947, el CASO ROSWELL es un fenómeno típicamente ochentero”.
“LA UFOLOGÍA CLÁSICA es un período que abarca desde 1947 a 1980. Es la etapa en que se forman los grandes temas de la ufología, desde la hipótesis extraterrestre hasta la perspectiva paraufológica”.
etapa pre-hps, sino que desafía al escepticismo psicosocial desde sus propios logros, por así decirlo. Es antipática, porque genera más dudas que certezas (y porque suele irritar tanto a creyentes como escépticos)”, asevera.
–Y con Michel Monnerie llegó el escándalo ¿no? –Así es. Monnerie era un veterano investigador del grupo nucleado en torno a Lumiéres dans la Nuit, encargado del RESUFO, el mayor proyecto de recopilación fotográfica de la ufología francesa. De modo que su libro de 1977, ¿Y si los ovnis no existieran?, fue escandaloso precisamente por eso, porque era una crítica radical que venía “desde adentro”.
–Y luego llegaron Maugé, Pinvidic, Scornaux, Méheust…
-–Exacto. Se forma “el cenáculo de la HPS”, de Thierry Pinvidic, porque él es la figura organizativa general en los años ochenta del siglo pasado. Cuando Monnerie se retira, la tríada “Pinvidic-scornauxMaugé” es, sin duda, la versión más ortodoxa y profunda de la “nueva ufología” (la HPS). Méheust participa del cenáculo, aunque mantiene cierta distancia crítica, que se irá acentuando con el tiempo. Lo mismo pasa con Lagrange. Todo esto estuvo preñado de consecuencias teóricas. Como dije en uno de mis escritos: “La historia de la ufología francesa no es como te la han contado”.
–Se dice que la ufología ya no es lo que era. Algunos incluso declaran su defunción… Pero si aún queda algo de la ufología, ¿cómo ve el panorama actual? ¿Está todo perdido o hay esperanza de que la ufología sobreviva en los próximos años?
– La ufología, eso que hacen y dicen los ufólogos, seguirá viva por mucho tiempo. Quizás no en sus mejores expresiones… Mientras más distópico se torne nuestro mundo, más ufología conspiranoica habrá. La ufología clásica puede estar con respirador artificial, eso sí, pero Ovnilandia es como un viejo saludable, un viejo montañista y que practica yoga tántrico al estilo antiguo…
–¿Qué nos ofrecerá en el tercer tomo de Érase una vez en Ovnilandia?
– El tomo tres contiene dos historias en paralelo. La primera se refiere al debate sobre la coincidencia “fenómeno OVNI y ciencia ficción”, en el que juega un rol crucial la obra Science-fiction et soucoupes volantes, de Bertrand Méheust, publicada en 1978 por Mercure de France. ¿A qué nos lleva la constatación de tal coincidencia? ¿A postular un origen “sociocultural” de la fenomenología OVNI o, más bien, a sostener una misteriosa “fuente común”, tanto para la ciencia ficción como para los escenarios ufológicos? Dos capítulos se dedican en exclusiva a este arduo problema y a la recepción de la obra de Méheust en el seno de la ufología teórica francesa. La segunda historia paralela concierne a la HPS, en la que intento deshacer algunos entuertos, con distinciones o matizaciones que creo muy necesarias. Como sea, ofrezco un atisbo de la “historia interna” de la HPS, mostrando las pretensiones teóricas de los personajes más relevantes del movimiento. Y sin olvidar, claro está, la “conexión italiana”, el factor transalpino, cuya influencia a veces ha sido pasada por alto (los italianos desembarcan en este tomo tercero y tienen su parte en esta apasionante historia de la HPS en los años ochenta del siglo pasado; quisiera decir, “como en una película de Scorsese”, pero me contengo).