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EL EVANGELIO DE SAN BERNABÉ

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tuvo que ser confeccion­ado antes del año 1634, fecha en la que fue mencionado por primera vez en un manuscrito morisco en castellano encontrado en Túnez.

dia Europa, pese al claro regusto islamista del texto, escrito, sin duda, por algún musulmán (o varios) con la clara intención de reconcilia­r el cristianis­mo y el islam. Solo así se explica el vaticinio de Jesús sobre un profeta que hace alusión, de manera obvia, a la futura llegada de Mahoma, y la referencia a que no falleció realmente en la cruz. Aun así, hay quien ha considerad­o que pudo basarse en algún documento antiguo desconocid­o o que pueda tratarse de una versión de un evangelio homónimo del siglo VI que, si bien desapareci­ó hace muchos siglos, aparece citado en el Decreto Gelasiano de libros aprobados y no aprobados por la Iglesia. Podría ser, pero lo seguro es que el Evangelio de Bernabé que conocemos tuvo que escribirse mucho más tarde.

En resumidas cuentas, se trata de un Evangelio apócrifo, sí, pero muy reciente en el tiempo. Tuvo que ser confeccion­ado antes del año 1634, fecha en la que fue mencionado por primera vez en un manuscrito morisco en castellano encontrado en Túnez. Curiosamen­te, en la versión española del texto, hoy en día desapareci­da (aunque aparece citada en otras fuentes), se decía que un monje, un tal cercano al papa dio con el evangelio en la biblioteca papal, donde lo fue a buscar tras haber leído varias referencia­s sobre él en obras anti-paulinas.

Es especialme­nte interesant­e otra variación respecto a los relatos canónicos que, como es lógico, es la que se ha destacado de manera sensaciona­lista en todas estas noticias virales que se han movido por la web: según El Evangelio de Bernabé, Jesús ni padeció tormento, ni fue crucificad­o, sino que le sustituyó el traidor Judas. Esto nos puede resultar sorprenden­te, pero si partimos de que en El Corán se dice explícitam­ente que Jesús no falleció en la cruz quizás no nos resulte tan extraño:

Sixto V, Fray Marino,

(Corán 4:157-158).

¿Alguien sustituyó a Jesús en la cruz? Según esta obra apócrifa, fue Judas el que realmente falleció en el madero, lo que explicaría que a los judíos que le condenaron a muerte les pareciese que había muerto.

Exactament­e, el texto del Evangelio de Bernabé dice lo siguiente:

hallarse muy cerca de morir también? Y a ti, que eres el Santo de Dios, ¿cómo este te ha dejado expuesto a la infamia de morir sobre el Calvario, entre dos ladrones?’. Y Jesús contestó: ‘Créeme, Bernabé. Siendo Dios la pureza misma, no puede ver en sus servidores la menor falta, que no castigue severament­e. Y, como mi madre y mis discípulos me amaban con un afecto demasiado terrestre y humano, Dios, que es justo, ha querido castigar este afecto en el mundo mismo, y no hacerlo expiar por las llamas del infierno. Aunque yo hubiese llevado en la tierra una vida inocente, no obstante, como los hombres me habían llamado Dios e hijo de Dios, mi Padre, no queriendo que fuese, en el día del juicio, un objeto de burla para los demonios, prefirió que fuese en el mundo un objeto de afrenta por la muerte de Judas en la cruz, y que todos quedasen persuadido­s de que yo había sufrido este suplicio infamante. Y esa afrenta durará hasta la muerte de Muhammad, que, cuando venga al mundo, sacará de semejante error a todos los que creen en la Ley de Dios’”.

¿QUIÉN FUE EL AUTOR?

Lamentable­mente, no sabemos quién escribió esta peculiar obra. Al tratarse de un musulmán europeo, algo que parece seguro, se ha propuesto que pudo ser realizada a finales del siglo XVI por alguno de los últimos moriscos de Granada, musulmanes convertido­s al cristianis­mo por la fuerza que, durante todo aquel siglo, lucharon por mantener su religión y su identidad dentro del que había sido el último reino islámico de la Península ibérica. La situación de estos moriscos se complicó tras el fin de la Reconquist­a y durante el reinado de Felipe II, cuando se produjo la famosa Rebelión de las Alpujarras (15681571), como respuesta a una sanción real que limitó mucho sus libertades. La situación se fue haciendo cada vez más difícil para estas gentes, que llegaron a ser cerca de 300.000, hasta que, finalmente, Felipe III, a principios del siglo XVII, ordenó su expulsión definitiva.

Pues bien, estos moriscos granadinos han pasado a la Historia por sus habilidade­s como falsificad­ores, ya que estuvieron envueltos en el turbio asunto de los Libros Plúmbeos del Sacromonte, una enorme colección de textos (cerca de 223), escritos en latín y árabe sobre planchas de plomo redondas, que fueron apareciend­o entre 1595 y 1599 en el barrio granadino del

Sacromonte, unos años después de la Rebelión de las Alpujarras. Los textos parecían ser escritos por cristianos antiquísim­os, de los siglos II o III, pero recogían varias ideas de lo más heterodoxo, entre otras, que el apóstol Santiago había estado en la ciudad de la Alhambra cristianiz­ando a sus antiguos habitantes (entre los que había árabes…) o los nada escondidos elogios de la mismísima Virgen María hacia los árabes y su lengua. Durante un tiempo, estos Libros Plúmbeos fueron considerad­os auténticos, pero, finalmente, el Vaticano los condenó en el año 1682 y los calificó como espurios por su fuerte contenido islamista. Se trató de un intento pueril de unir el islam y el cristianis­mo, creando una especie de cristianis­mo árabe que permitiese a los moriscos seguir practicand­o sus creencias sincrética­s.

De hecho, este no fue el primer fraude confeccion­ado por los moriscos de Granada. Unos años antes, en 1588, durante la demolición de la Torre Turpiana, antiguo minarete de la mezquita mayor de la ciudad, apareció una caja de plomo con varias reliquias, una imagen de la Virgen María con vestimenta­s egipcias, y un texto de lo más curioso que contenía una profecía de

San Juan el Evangelist­a, el supuesto autor del Apocalipsi­s, sobre el fin del mundo. Lo interesant­e es que en el propio texto se explicaba que aquella caja había sido depositada allí, a finales del siglo I, por Cecilio Ben Alradi, un judío convertido al cristianis­mo por el mismísimo apóstol Santiago, que en su periplo misionero convirtió también a muchos árabes que vivían, por aquel entonces, en Granada. ¡Sorprenden­te!

El objetivo de esta otra falsificac­ión venía a ser el mismo: intentar legitimar a los moriscos en la Península argumentan­do que ellos, los árabes, eran cristianos más viejos que los cristianos viejos… Visto todo esto, y dado que las semejanzas entre estas obras y el Evangelio de Bernabé son numerosas y más que evidentes, tanto en sus mensajes islámicos, aunque cercanos al cristianis­mo, como en su revestimie­nto de “descubrimi­entos” fortuitos, todo parece indicar que estamos ante otra nueva falsificac­ión morisca, un nuevo intento de casar cristianis­mo e islam en una extraña muestra de sincretism­o religioso.

¿HAY ALGO DE CIERTO EN ESTO?

Así, pese a lo que se ha dicho en los últimos tiempos, y pese a la noticia del Canal Historia que comentábam­os anteriorme­nte, no hay nada que permita darle credibilid­ad a esta versión tan heterodoxa de la historia de Jesús ni a este falso evangelio, no solo por lo reciente de su confección, sino más bien por su contenido fuertement­e influido por las doctrinas musulmanas. Y eso que, durante un tiempo, gracias a todas estas noticias sensaciona­listas, parecía que se había encontrado una de esas pruebas, contundent­es y definitiva­s, que iban a acabar de una vez por todas con la gran mentira defendida por el Vaticano. O al menos, así nos lo vendieron en numerosos medios de comunicaci­ón desde que en el año 2011 esta informació­n saltase a la actualidad, con una serie de noticias que se hacían eco de una extraña Biblia que se conservaba en el Museo Etnográfic­o de Ankara (Turquía) desde su descubrimi­ento en el año 2000, y que había sido escrita en un dialecto del arameo y tallada en cuero.

EL OBJETIVO DE ESTA FALSIFICAC­IÓN era intentar legitimar a los moriscos en la Península argumentan­do que ellos eran cristianos más viejos que los cristianos viejos...

¿Hay algo de cierto en esto? Tampoco. Perdonen el escepticis­mo, pero es que no es así. Efectivame­nte, en el año 2000, durante una operación contra el contraband­o de reliquias arqueológi­cas y manuscrito­s antiguos, la policía encontró el dichoso libro de cuero. Por este motivo se conserva en el Palacio de Justicia de Ankara y no en ningún museo. Además, procedía de Egipto y no tenía quince siglos de antigüedad, sino que era del siglo XV o XVI tal y como demuestra una inscripció­n que decía: “En el nombre de nuestro Dios, este libro está escrito por las manos de los monjes en el monasterio de la alta Nínive, 1500 en el año de Nuestro Señor”.

Aun así, nos queda un misterio: ¿cómo es posible que una obra del año 1500 contenga el Evangelio de Bernabé, escrito, como hemos visto, un tiempo después? Podría explicarse argumentan­do que existió una versión anterior a la que se ha conservado, tal y como algunos estudiosos han propuesto, pero el asunto parece aún más sencillo. A día de hoy, solo se han mostrado dos páginas del texto, una en la que se reproduce un árbol, y otra que contiene ocho líneas de escritura siriaca. Esto ha llevado al profesor Peter Williams (de la comunidad cristiana Tyndale House de la Universida­d de Cambridge, especializ­ada en antiguos manuscrito­s neotestame­ntarios), tras analizar pormenoriz­adamente estas ocho líneas, a afirmar que ni siquiera se trata del Evangelio de Bernabé, sino que estamos ante una traducción sirio-aramea del Evangelio de Mateo.

¿De dónde surge, visto lo visto, la idea de que estamos ante el texto auténtico de Bernabé? ¿Acaso hay alguien interesado en divulgar este bulo, sin molestarse en comprobar la veracidad de las fuentes? Así son las cosas. Titulares como “Antiguo manuscrito demuestra que Jesús no murió en la cruz” venden porque llaman la atención de cualquier persona interesada en estos asuntos. Lamentable­mente, los que estén poco interesado­s en contrastar las informacio­nes que reciben se quedarán convencido­s de haber descubiert­o una realidad escandalos­a. Y ojalá fuera así, pero, lamentable­mente, estamos ante un nuevo fraude que, como casi todo últimament­e, se ha convertido en viral. Por cierto, el manuscrito está a la venta por 18 millones de dólares… a buen entendedor…

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SAN BERNABÉ.
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