Los vestigios de la muralla de ESCIPIÓN
Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Jaén ha descubierto los restos de Iliturgi, la ciudad ibera que hace 23 siglos sitió Escipión el Africano para dar un escarmiento a su población por su apoyo a Aníbal durante la segunda guerra púnica.
De la existencia de la ciudad da pruebas la muralla descubierta en el cerro de La Muela por el Instituto de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén. En las primeras excavaciones ha encontrado el frente de un bastión de 25 metros de ancho de base que en determinados puntos conserva muros de 3 metros de altura. En otros han sido derribados, no tanto por la acción del tiempo como, previsiblemente, por el propio ejército romano, que asoló concienzudamente la ciudad por orden de Escipión.
Lo cuenta el historiador Tito Livio: la población entera, incluidos niños y mujeres, fue asesinada tras la toma de la ciudad, que fue incendiada y arrasada. Y es que en el año 206 antes de Cristo, el militar quiso ajustar cuentas con Iliturgi por la muerte de su padre, al que la ciudad negó su ayuda cuando batallaba contra Cartago. El asedio del militar tenía también una intención estratégica: advertir a Cástulo, el principal enclave ibero del Alto Guadalquivir, de que Roma no pagaba a traidores.
En el templo Taposiris Magna, al oeste de Alejandría, un grupo de arqueólogos ha encontrado dos momias –una femenina y otra masculina–. Los restos datan de la época de la última reina del Egipto Ptolemaico, Cleopatra VII (51-30 a.c.), y su sepultura nunca fue perturbada por saqueadores. Sin embargo, las momias presentan un mal estado de conservación, debido a que el agua que se ha filtrado en la tumba a lo largo de los siglos, pero todavía se puede observar que cuando fueron inhumadas estaban completamente cubiertas de láminas de oro.
Este singular detalle señala que eran personas de un alto rango social, de manera que se cree que las dos momias podrían corresponder a sacerdotes — unas figuras clave en la legitimación del poder de los faraones— y que muy probablemente conocían personalmente a la reina Cleopatra.
Asimismo, la doctora Kathleen Martínez ha señalado que Taposiris Magna seguramente fue el lugar de descanso de la última reina ptolemaica. Cleopatra se consideraba “la encarnación humana de Isis”, recuerda la arqueóloga y recuerda que el templo habría estado asociado tanto con la diosa como con la reina, como lo demuestra una losa de cimentación que da a entender que Taposiris Magna estaba dedicado a Isis. Además, en el lugar del altar, donde los sacerdotes realizaban ofrendas a los dioses, se encontraron 200 monedas con el rostro de Cleopatra.