LOS EFECTOS DE LA SECRECIÓN DEL SAPO,
utilizado en ritos chamánicos, nada tiene que ver con lo místico y sí con su química presente.
generalmente sonidos muy agudos, que se interpretan como ruidos de insectos. El efecto álgido se produce al cabo de dos o tres minutos, durante los cuales la mayoría de usuarios permanecen aturdidos y sin habla. Los efectos más habituales son la contemplación de arabescos o formas geométricas coloreadas tanto con l os ojos abiertos como cerrados, similares a los que se experimentan con el LSD, mescalina o psilocibina (…). La paranoia y las reacciones de pánico son mucho más frecuentes tras la administración de DMT, que con ninguna otra droga enteogénica”. Multiplíquese esta descripción por cuatro veces (algunas fuentes l o incrementan hasta diez), y se obtendrán l os efectos de la 5- MEO- DMT…
Por si quedara alguna duda, Michael Richard Starks (1941), teórico sobre las drogas – quien a menudo firma con el pseudónimo de Michael Valentine Smith–, en su ensayo Psychedelic Chemistry (1973) se refiere así a este alcaloide: “Los efectos de la 5- metoxi- DMT son desagradables para la mayoría de las personas. En mi caso, fumar (esta sustancia) me genera náuseas, así como la sensación de que encima de mi cabeza se hubiera sentado un elefante”.
Fue a partir de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado cuando el uso de psicodélicos se popularizó en la sociedad occidental, después del redescubrimiento de los hongos alucinógenos en México (MÁS ALLA, 373). Autores como Castaneda (1925-1998)
– del que da buena cuenta Manuel Carballal en su libro La vida secreta de Carlos Castaneda (2018)– contribuyeron a exportar entre el gran público una imagen distorsionada, a la vez que fantasiosa, acerca del consumo de este tipo de sustancias, rodeándolas de una aureola mística que nada tiene que ver con la realidad.
Como hemos visto, los efectos de la secreción del sapo, utilizado en ritos chamánicos, nada tiene que ver con lo místico y sí con su química presente. Quienes piensan que un batracio segrega sus flujos única y exclusivamente para que luego sean inhalados por un ser humano con objeto de inducirse un estado místico y de despertar de conciencia se equivocan: no tienen en cuenta el carácter evolutivo que tiene la secreción de estas sustancias por parte del sapo que son tóxicas precisamente para protegerse de sus depredadores y garantizarse así su supervivencia. Una supervivencia que los seres humanos tenemos en escasa consideración cuando, con más curiosidad que cautela, nos acercamos a experiencias que pueden tener un desenlace fatal…