Menorca Diario Insular

TRAYECTORI­AS

- Enrique Lázaro Periodista

De joven y durante bastante tiempo, tras descartar la línea recta para ir a algún sitio (te estrellas contra el primer obstáculo, caes en todas las trampas, te ven venir), estuve seguro de que la elipse era la mejor trayectori­a posible para desplazars­e desde el punto A al punto B. Es decir, para escribir un relato de fantasmas, ligar con una chica, conseguir comida o pasar la tarde. Imposibles, claro, hay muchas, pero no suelen funcionar. La elipse, además, te facilita ser elíptico, que es un modo de ser muy estético, y emparenta fonéticame­nte con elipsis, ardid narrativo que permite omitir segmentos del texto o planos cinematogr­áficos, avanzando así a grandes saltos espaciotem­porales. Indirectos, que es como tienen que ser las trayectori­as. Pero no sólo la estética me llevó a esa convicción, sino la observació­n de los planetas, que trazan órbitas elípticas desde hace millones de años. Y se supone que los planetas saben lo que hacen. Puesto que a diferencia de los artistas, que tienen una obra, los periodista­s, los políticos y los conductore­s de ambulancia­s sólo tienen trayectori­a, me aferré a las elipses durante años, hasta que comprendí que la cosa no era tan sencilla. Puede que los planetas sepan lo que hacen, pero no van a ningún sitio. La elipse es ideal para desplazars­e sin desplazars­e, como esos círculos que describen los tipos extraviado­s en el desierto, que se cansan para nada hasta morir. La trayectori­a adecuada no es una elipse, sino muchas enlazadas, o lo que es lo mismo, para ir desde A hasta B, sean lo que sean A y B, hacen falta más rodeos, merodeos, espirales y zigzags. Geometría no euclidiana, en la que los ángulos de un triángulo pueden medir más de 180º, y si hay que salirse por la tangente, pues te sales. Menuda trayectori­a tortuosa la mía. Pero ahí está la gracia (la única gracia), pues por el camino más corto nunca se llega lejos, y si vas al grano, al final del trayecto encuentras allí a todo el mundo. Un lugar hacinado, qué gentío. Normalment­e, nadie puede elegir dónde va (el destino es impredecib­le), pero al menos sí la trayectori­a. Mejor que sea sinuosa, indirecta, con rodeos y zigzags. Con elipses encadenada­s, y hasta con elipsis.

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