Menorca Diario Insular

JUEGO DE TRILEROS

- Juan Luis Hernández Profesor Konrad

«En política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno».

Cuando un dirigente –político o no- toma una decisión que afecta a un colectivo, ésta va precedida, naturalmen­te, de un periodo previo de reflexión. Lo que no es de recibo – por cesarista- es anunciar que uno se tomará unos días para meditar sobre qué hacer y distorsion­ar de manera importante el día a día de una nación y su proyección exterior. Cuando el 29 de enero de 1981 Adolfo Suárez (para ti el mejor Jefe del Ejecutivo a lo largo de nuestra todavía joven democracia) optó por tirar la toalla se lo comunicó al Rey y luego a la Nación mediante un discurso televisivo que duró exactament­e 10 minutos. Lo hizo y santas pascuas… Un Adolfo Suárez que tuvo que lidiar con problemas mucho más serios que los que «asolan» hoy a Pedro Sánchez. Aun recuerdas estremecid­o a ese Presidente sentado y erguido que se negaba, durante el afortunada­mente fallido Golpe de Estado del 23 de febrero, a tirarse al suelo como ordenaban unos guardias civiles con metralleta o socorriend­o a un anciano zarandeado por esos mismos guardia civiles. Te refieres naturalmen­te a Manuel Gutiérrez Mellado. Sin obviar también la valentía de un Santiago Carrillo que mantuvo su dignidad de diputado frente a los agresores… Esos tres héroes, que se jugaban la vida- y lo sabíanserí­an los que deberían de haber recibido el baño de multitudes que se le dio anteayer a Sánchez. Probableme­nte tuvieron miedo, pero lo supieron vencer. Como señalara el magnífico guionista Goscinny:

¿Qué hay, pues, tras esa pseudo amenaza de dimisión? Probableme­nte humo. Un acto cesarista. Un ‘panem et circenses’»

«No se puede ser valiente sin haber conocido el miedo. El verdadero valor estriba en saberlo dominar».

LO DE PEDRO SÁNCHEZ a tu entender (y recuerde que está leyendo un artículo de opinión) no es más que un «alehop» circense, una pirueta, una maniobra de trilero, un truco de magia a la búsqueda, probableme­nte, de un baño de masas que, efectivame­nte, se produjo y que te recordó aquellos otros que se daban en la Plaza de Oriente y en los que personas enfervorec­idas (algunas de ellas pagadas), ondeando banderitas con la bandera no constituci­onal, vitoreaban a Franco, que les saludaba desde un balcón del Palacio de Oriente, brazo en alto, al son del archiconoc­ido «¡Españoles todos!». Los mecanismos que utilizan los dictadores o los que están próximos a serlo son siempre idénticos. Cambian los colores, las formas, pero no los métodos.

¿Qué hay, pues, tras esa pseudo amenaza de dimisión? Probableme­nte humo. Un acto cesarista. Un panem et circenses impropio de un partido tan importante para nuestra historia como el PSOE. Un PSOE que cada vez es menos PSOE… O eso o que existe algo que ha de ocultarse sí o sí…

No sabes qué decidirá Sánchez el lunes. De hecho redactas este artículo el domingo 28. Pero casi toda España parece tenerlo claro: continuará o se someterá a una moción de confianza ganada de antemano gracias a sus amistades peligrosas. No habrá cita electoral. Henchido de orgullo y crecido por las voces de la clac, permanecer­á anclado a su poltrona y a sus intereses, los suyos, que no los vuestros… Y, de postre, una llamada de atención a sus socios de gobierno: no me apretéis mucho las clavijas que un día de estos os dejo en la estacada…

Mientras, quien medita, pero de verdad, es el autónomo que no llega a fin de mes; el jubilado que tampoco llega; la familia de un enfermo de ELA; el parado; el joven que no encuentra un puesto digno de trabajo; el médico que tras diez años de estudios apenas logra alcanzar los dos mil euros de paga o la cajera de la esquina que únicamente llega a los ochociento­s… Y ya puestos a reflexiona­r tal vez sería convenient­e preguntars­e dónde están esos hombres de estado, que no políticos. Los que anteponían el interés general al particular. Los que se aplicaban el famoso aserto atribuido a Otto von Bismarck: «El político piensa en las próximas elecciones; el estadista, en la próxima generación». Pues eso…

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