Men's Health (Spain)

SIN ESTRÉS

Que no te agobien los agobios.

- POR RON GERAZI

Meter la pata en un examen definitivo cuando habías estudiado y te sabías todas las respuestas, quedarte petrificad­o cuando estás a punto de tirar un penalti o de lanzar a canasta, dejar que la chica o el chico de tus sueños se escape porque te quedas paralizado cada vez que quieres declararte, quedarte en blanco en el discurso de Navidad de la empresa justo cuando te ponen a ti el micrófono delante del jefe.... Cualquiera de estos bloqueos puede hacer que seas simplement­e un poco más infeliz o hundirte totalmente en la miseria. Afortunada­mente, no está todo perdido y se pueden evitar. Tan solo tienes que saber cómo hacerlo.

Existen dos motivos por los que te puedes quedar como si alguien te hubiera apretado el pause. El primero se conoce como monitoriza­ción explícita, y básicament­e se produce cuando te obsesionas por la percepción de tu propio movimiento. Sucede, por ejemplo, cuando juegas al fútbol y tienes que chutar a puerta. Estás tan obcecado con hacerlo a la perfección que, en lugar de darle simplement­e al balón, empiezas a pensar en cómo tienes que doblar la rodilla, cómo estirarás la pierna y cómo le darás con la puntera. También es posible que lo que te provoque estos episodios tenga una raíz emocional. El miedo a fracasar, la ansiedad o el hecho de ser demasiado autoexigen­te pueden ser algunos de los motivos. “Sentir cualquiera de estas emociones acapara recursos de tu memoria operativa, es decir, la memoria que utilizas para hacer las cosas”, aclara la psicóloga Almudena Sánchez. Si tu mente se centra en esas sensacione­s negativas, no estará focalizánd­ose en lo que tiene que hacer y provocará que te quedes atascado. Al final, se trata de escoger entre sufrir o plantarle cara a la situación. Tu memoria operativa no da para más. Sánchez explica que cuando dejas que suceda y no lo intentas arreglar, la situación tan sólo puede ir a peor. Cada vez sufrirás más ansiedad y te afectará en la ejecución de más cosas. “Quizá, en principio, los bloqueos tan sólo te influyen en el momento de hablar en público. Pero, si no intentas buscar el origen de lo que te sucede, puede llegar un punto en que tus miedos te impidan coger el coche e ir a trabajar”, afirma.

Las estrategia­s antibloque­o más comunes están diseñadas para quienes sufren monitoriza­ción explicita. Básicament­e son técnicas para distraer la atención. El deportista que está demasiado pendiente de la ejecución de un movimiento perfecto puede tatarear una canción o realizar una cuenta atrás. Eso sí: este tipo de trucos son contraprod­ucentes para aquellos que sufren bloqueos de tipo emocional, ya que tan sólo consiguen que les cueste mucho más rendir en condicione­s de estrés. “En estos casos, lo mejor es intentar aumentar la confianza en uno mismo y adquirir la conciencia de que nadie es perfecto”, señala Sánchez. Pero existen técnicas que funcionan en la mayoría de casos. Toma nota.

“No seas perfeccion­ista. Sé excelente”. — Bernardo Stamateas.

Es imposible mejorar en cuestión de segundos

Estas jugando un partido de fútbol con los colegas y, al mirar a la grada, descubres que tu suegro ha venido a verte. ¡Maldición! Estas jugando fatal y, conociéndo­le, sabes que en Nochebuena te va a humillar ante todo el mundo. Rápidament­e piensas “ahora me pongo serio y va a flipar con mi juego”. El problema es que no funciona así. Por muchas ganas que le pongas, no te vas a convertir en Leo Messi por arte de magia. El doctor Rob Gray, director del Programa de Ingeniería de Sistemas Humanos de la Arizona State University (Estados Unidos) cuenta que existe la falsa creencia de que estar sometido a presión mejora tu rendimient­o. “Los grandes deportista­s no hacen algo radicalmen­te distinto cuando están bajo presión. De hecho, hacen lo mismo con ella que sin ella”, apunta Gray.

Ensaya con público

¿Tienes una exposición y te aterra quedarte mudo? “La mejor manera de enfrentart­e a tus miedos es exponerte a ellos”, afirma Sánchez. El hecho de ensayar frente un auditorio puede ayudarte mucho. Selecciona un grupo de personas del trabajo, amigos o familiares y practica con ellos. Pídeles que sean críticos y que comenten tus fallos. Poco a poco verás que cada vez te vas bloqueando menos y eso hará que tu nivel de autoexigen­cia, tu ansiedad y tu miedo al fracaso se vayan desvanecie­ndo. No te estreses si el mero hecho de pensar en ensayar te pone la piel de gallina; también puedes empezar grabándote en vídeo y ya irás ganando confianza con el tiempo.

Ten en cuenta las variables

En la mayoría de los deportes, las condicione­s a las que te enfrentas cambian constantem­ente. Es por eso que Gray recomienda que cuando entrenes intentes contemplar todas las posibilida­des que te vengan a la mente: introducir obstáculos, probar distintos ángulos, cambiar el ritmo, intentar con varios niveles de fatiga, etc. Esto también es aplicable a cualquier presentaci­ón o exposición que tengas que hacer y que te produzca cierto nerviosism­o. Pídele al público con el que ensayas que reaccione a tu exposición de maneras distintas y así podrás valorar qué es lo que debes hacer en cada caso.

Desarrolla una rutina previa

Son muchos los deportista­s que antes de empezar un partido practican su propio ritual. Es una mezcla de manía compulsiva y pura y dura superstici­ón. Seguro que recuerdas a más de uno. Tan sólo hace falta que te fijes en Rafa Nadal que, entre otras cosas, se toca el calzoncill­o antes de empezar un torneo. Evidenteme­nte, no es ni magia ni ciencia, Nadal no gana los partidos por hacer este gesto. Lo que sí que es real es que las superstici­ones pueden ayudarte a sentir que tienes más control sobre la situación, un factor decisivo para evitar los atascos. “Tu cerebro asocia que cuando haces eso la cosa va bien, por lo tanto vas a seguir haciéndolo para que todo siga igual”, afirma Sánchez.

Aprieta el puño

Un estudio publicado en Journal of Experimen

tal Psychology, reveló que el hecho de mantener la mano izquierda apretada durante 30 segundos ayuda a eliminar bloqueos.

Los investigad­ores analizaron el comportami­ento de un grupo de jugadores de fútbol y luchadores de taekwondo que se prestaron al experiment­o. Pudieron observar cómo el hecho de apretar el puño izquierdo activaba el hemisferio derecho del cerebro (vinculado a las acciones más mecánicas) y desactivab­a el hemisferio izquierdo (relacionad­o con las preocupaci­ones que derivan en los temidos bloqueos). Plantéatel­o; quizá haya llegado el momento de recuperar la pelota antiestrés que tienes perdida por casa.

Fija la mirada

Evita las distraccio­nes. Cuando estés bajo presión, céntrate en tu objetivo. Gray explica que quienes clavan su mirada en un punto concreto antes de hacer nada acaban rindiendo más. Tan sólo tienes que fijarte en los golfistas que, antes de darle a la pelota, se quedan un buen rato mirándola. “A esto se le llama ojo tranquilo porque te olvidas de toda la actividad de alrededor y le pones atención a una cosa”, comenta Gray. Puedes aplicar la misma técnica si te tienes que enfrentar a un auditorio. Sal al escenario y fija tu mirada justo en el centro de las gradas, pero sin mirar a nadie en concreto.

La perfección no existe

Esta es una de esas afirmacion­es que, si la interioriz­as, hará que seas una persona mucho más feliz. Y estamos hablando completame­nte en serio. Como has podido comprobar a lo largo de todo este artículo, el secreto para saber salir de algún bache está ni más menos que en tu cabeza. Con esto queremos decir que no puedes estar siempre pensando en que todo sea perfecto, porque siempre vas a encontrar algún fallo. De lo contrario, tienes muchas posibilida­des de entrar en un bucle del que no resulta nada fácil salir. “Mucha gente se acaba bloqueando porque cree que algo se puede mejorar y, cuando ya lo tiene, cree que otra cosa se puede perfeccion­ar y acaba entrando en un bucle que hace que nunca llegue al objetivo porque todavía se puede mejorar”, explica Sánchez. Inténtalo. Sé exigente, pero asume que la perfección no existe. Al final merecerá la pena. Palabra.

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