¡Venirse arriba!
Hace apenas unas semanas celebramos los Premios Men’s Health Hombres del Año 2018.... y yo volví a disfrutar a lo GRANDE. Porque soy muy fan de noches como esas, en las que todos nos ponemos aún más guapos, todavía más simpáticos si cabe, quizá hasta nos creemos un poquito mejor de lo que somos… y nos venimos arriba.
Y es que, al final, de eso va la noche más especial para MH. De premiar a gente que se ha venido muy arriba. De celebrar el trabajo bien hecho. De darles una palmada en la espalda a hombres y mujeres que han sabido olvidarse de que no podían, o de que no deberían poder, y han pulverizado sus límites, sus miedos, y sus barreras, o las que les han puesto otros, a golpe de talento. Y todo para demostrarnos (y demostrarse) que son mucho mejores de lo que creen.
Y claro, cuando tú funcionas así, te ofrecen, por ejemplo, presentar Operación Triunfo, y en lugar de quedarte en el sitio del susto, te vienes arriba y te conviertes en el presentador revelación del año, y en alguien que ahora parece que siempre ha estado ahí, como uno de nuestros premiados, Roberto Leal.
O lo mismo te da por marcarte una serie en blanco y negro que hace arder a la crítica, al público y hasta a los límites de la ficción nacional (además de valerte un Premio Men’s Health) como Paco León.
O te marcas un Jaime Lorente, nuestro actor del año, y te comes el mundo entero desde Murcia sin dejar de ser tú mismo, y demostrando que formas parte de la élite de la actuación de este país.
Pero, sin desmerecer a estos y al resto de premiados, si hay alguien que este año de verdad se ha venido arriba es un niño que nació sin un brazo.
Un niño con el que se metía otro en el patio del colegio, porque no podía atarse los cordones. Hasta que un día, el niño sin brazo, se hartó, se vino arriba y le dijo: “¡me voy a atar los cordones más rápido que tú!”… Y lo hizo.
Y luego se subió a una bicicleta, y se convirtió en campeón paralímpico en Londres, en doble medallista en Río, y en cuatro veces Campeón del Mundo en su categoría.
Un niño que no entendía de barreras. Que hace poco volvió a venirse arriba, y decidió hacer algo que no había hecho nadie: competir con ciclistas sin discapacidad, para demostrarles que también podía atarse los cordones más rápido que ellos. Y lo hizo. Y se colgó al cuello el bronce en el Campeonato de España absoluto de ciclismo en pista.
Es Alfonso Cabello. Nuestro merecidísimo Premio Superación. Alguien que piensa que discapacidad no es sinónimo de ser menos capaz. Alguien que se considera un deportista de élite a secas, sin adjetivos. Ni olímpico ni paralímpico, ni con discapacidad ni sin ella: un ATLETA. Alguien con quien es un honor compartir foto mientras tratas de venirte un poco arriba para estar a su altura.