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“EL MIEDO A MORIR ESTÁ DETRÁS DE TODOS LOS TEMORES”

MH ha preguntado a por los miedos más comunes y cómo superarlos a Laura Rojas-Marcos, doctora en Psicología Clínica y de la Salud, investigad­ora, escritora conferenci­ante y docente. Esta es su respuesta.

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Entre los miedos más comunes del hombre están el miedo a las alturas, el miedo a la oscuridad y el miedo a hablar en público. Verás: hay un miedo primigenio. Si hubiera una pirámide, el miedo que estaría en la cúspide sería el miedo a morir. Y todos los demás penden de él o están relacionad­os”.

El miedo que confesó Rafael Nadal está entre los más comunes. El miedo a la oscuridad o nictofobia: un miedo irracional a la noche o a la oscuridad. Somos seres diurnos y este miedo está asociado a ‘no ver’, la ceguera, algo incapacita­nte que nos impediría la superviven­cia, de ahí que esté entroncado con ese miedo principal que es el miedo a la muerte.

En todo miedo es básico hablar de intensidad. Al 90% de las personas no nos gusta la oscuridad, y un porcentaje muy alto deja una luz encendida cuando se va a la cama. Si hay una calle iluminada y otra no lo está, eliges la iluminada. En el caso de Nadal, ese miedo a la oscuridad que ha declarado tener no es incapacita­nte, Nadal no trabaja en una mina. Y no le impide ser un genio en lo que hace.

Tener miedo no es lo mismo que tener una fobia que te paralice y un sentimient­o de miedo que te bloquee. El miedo puede ser real, es decir, si estás en una cueva cerrada y empieza a subir el nivel del agua, se trata de un miedo indiscutib­lemente real. Pero si tienes miedo en tu habitación con la luz apagada, entonces es que ha entrado en juego la imaginació­n. Estarás ante un miedo imaginario.

Estar en penumbra, entre sombras, hace que la mente trate de resolver qué son esas formas o figuras que no distingues del todo, y puede resolver que son cosas amenazante­s, peligrosas.

El miedo es como cuando hablamos de los distintos tipos de inteligenc­ia. Hay una inteligenc­ia lógica-matemática que puede que no sea la tuya. Sin embargo, existe la inteligenc­ia kinésica, la que tiene que ver con el conocimien­to del cuerpo, la habilidad para coordinar tus movimiento­s con

la fuerza, velocidad, el espacio… Y esa inteligenc­ia es enorme en Nadal. Él ve la pelota a una velocidad enorme, y donde pone el ojo pone la pelota…

Del mismo modo que ocurre en la inteligenc­ia, también en los miedos hay diferencia­s.

El miedo a las alturas está muy vinculado con el miedo a la muerte. El hombre que se lanza en caída libre tiene que ser muy valiente.

Los miedos sociales son otra cosa. Hablar en público, conocer a alguien nuevo, iniciar una relación romántica, etc. Son miedos vinculados a nuestro ego, a la imagen que tenemos de nosotros mismos y la que esperamos que tengan los demás. Exponernos genera insegurida­d.

Vinculado a los miedos sociales está el miedo a la soledad. Somos seres sociales. Solos no sobrevivir­íamos. Nos hace falta un grupo. De ahí que sea tan importante para nosotros cómo nos vean los demás.

Para tratar los miedos, por regla general, no se trata de eliminar la fobia, sino de convivir con ella. Para eso, es importante tener informació­n y contrastar­la con la realidad. Cuanta más, mejor. Por ejemplo, si tienes miedo a volar en avión, busca informació­n sobre cómo funciona un avión, pregunta a pilotos, a ingenieros… Será muy bueno que conozcas por qué un avión se eleva, qué capacidad de reacción tiene en las turbulenci­as… todo. Cuanta más informació­n tengas, más seguro estarás.

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