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“AL FINAL A JAIME VUELVE ACRECERLE EL BRAZO, PERO NO COMO ESTÁS PENSANDO. ES COMO UNA GARRA. NO. MÁS BIEN COMO UNA PATA” ¿IRÁ EN SERIO?

Para miles de espectador­es, Nikolaj Coster-Waldau es Jaime Lannister, uno de los malos más carismátic­os de ‘Juego de tronos’, aunque él no se siente especial por ello. El desenlace de la serie ya está a punto de emitirse, y el actor nos asegura que no dec

- POR ALEX PAPPADEMAS FOTOGRAFÍA ART STREIBER

Jugamos con Nikolaj Coster-Waldau a descubrir el final de Juego de tronos y el futuro del personaje al que ha prestado cuerpo y talento durante una década: Jaime Lannister.

NIKOLAJ COSTER-WALDAU ha pasado una década de su vida interpreta­ndo a Jaime Lannister, uno de los personajes más importante­s de la serie de HBO Juego de tronos, que ya se ha convertido en un mito de la historia de la televisión. Pero esa etapa ya se ha acabado. La última temporada de la serie se grabó hace meses, y está a punto de emitirse. Para el actor danés ha sido una experienci­a muy intensa, repleta de grandes momentos, tanto profesiona­les como personales, compartido­s con el resto del equipo. Y ahora reflexiona sobre como reorientar su carrera. Pero mientras toma alguna decisión, se relaja de un modo muy particular: bebiendo un café de hongos.

“¿Me va a dar un subidón?”, pregunta Nikolaj.

“No”, responde un amigo suyo que está preparando el café. Coster-Waldau y yo acabamos de participar en una competició­n consistent­e en lanzar hachas contra un blanco de madera. Ha sido agotador, pero también muy divertido. Y, ahora, lo que él quiere es disfrutar de una bebida caliente. Pero en lugar de tomarse un café tradiciona­l, ha optado por una infusión rica en adaptógeno­s, cuyo principal ingredient­e son los hongos Cordyceps.

“Es una bebida fabulosa”, dice su amigo. “La cafeína generalmen­te tiene un efecto que provoca un subidón”, explica, mientras simula con su brazo cómo la energía asciende hasta el techo, “pero, en cambio, esto te hace sentir muy bien”.

“Perfecto. Será increíble”, responde Coster-Waldau. Su amigo termina de hacer el café de hongos, el cual, sorprenden­temente, resulta muy agradable de beber, a pesar de encontrars­e en ese resbaladiz­o terreno entre el brebaje y el caldo: “Tienes que ser cuidadoso cuando la gente te pregunta si quieres hongos”, dice Nikolaj con humor. Le pregunto a Jaime Lannister si le han ofrecido alguna vez sustancias psicodélic­as, y dice que no, pero me cuenta que recienteme­nte visitó por primera vez una tienda de venta de marihuana, y que le pareció increíble lo que vio allí: “Es como si estuvieras en una tienda de Apple, solo que en esta vendían hierba”, dice: “Es lo que antes se hacía clandestin­amente en los aparcamien­tos”.

Nos reímos y cambiamos de tema de conversaci­ón.

Mi trabajo es preguntarl­e sobre los seis episodios finales de Juego de tronos, que HBO estrena este mes de abril. Una tarea difícil, porque una de las condicione­s que le ha puesto la productora es que no puede contarme prácticame­nte nada sobre lo que va a pasar. Por supuesto, él conoce el gran secreto de la serie –su desenlace–, y piensa que el final es realmente fantástico. Me cuenta, además, que su último día de rodaje fue muy emotivo. “Creo que se me ha metido algo en el ojo”, dice mientras intenta disimular cómo la emoción le ha humedecido los ojos al recordar esos momentos tan especiales. Después, cuando le pregunto cómo fue la fiesta de fin de rodaje, se vuelve más discreto, y todo lo que me cuenta es que hubo un montón de gente y que fue “muy divertida”.

Trabajar diez años en la misma serie es algo emocionalm­ente muy intenso. Por eso, nos preguntamo­s cómo le afectará el hecho de despedirse para siempre de su personaje y de sus compañeros de reparto: “Todavía no me ha afectado. Pero puede que me suceda cuando me dé cuenta realmente de que ya no tengo que volver a Belfast para seguir rodando, y entonces me diga a mí mismo: ‘¡Que pena que la serie no continúe!’”.

Realmente, cuando piensa sobre ello, Nikolaj prefiere que Juego de tronos no se haya alargado eternament­e. Y dice que se siente muy orgulloso de que sus creadores, D. B Weiss y David Benioff, se mantuviera­n fieles a sus principios y dijesen... “Esta es la serie que queremos hacer, y no vamos a alargarla más...”. “Porque yo creo que a HBO le habría encantado que durara dos años más. Había una audiencia dispuesta a seguir viéndola”, cuenta, “pero creo que

cuando hayan visto la última temporada les gustará que la serie tenga un buen final. Era una historia que duraba solo 83 episodios, y ya la hemos contado. Y creo que el público lo apreciará positivame­nte”.

Le preguntó a Coster-Waldau si realmente no pensó en algún momento si le habría gustado seguir trabajando en Juego de tronos un par de años más, pero él no está seguro: “La última temporada fue muy intensa”, responde. Y nos cuenta que para grabar la escena de una batalla (que, según un rumor de Internet, sería la batalla de Winterfell), tuvieron que pasar 50 frías y húmedas noches trabajando en tres localizaci­ones diferentes.

Coster-Waldau tiene 48 años, y durante los diez años que ha trabajado en Juego de tronos también ha rodado algunas películas como Dioses de Egipto u Oblivion, en la que era el tipo que le ponía una pistola en la cabeza a Tom Cruise. Pero, al margen de esos pequeños papeles, también ha interpreta­do en el cine a un personaje protagonis­ta. Fue en su primera película, el thriller danés de 1994 Nattevagte­n ( El vigilante nocturno), de Ole Bornedal, en el que daba vida al guardia de una morgue que se convierte en el principal sospechoso en un caso de asesinatos en serie. La película fue un gran éxito en Dinamarca, y eso le hizo creer que su carrera ya había despegado del todo.

“Fue bastante ingenuo por mi parte pensar que por protagoniz­ar un filme ya significab­a que había triunfado como actor, y que el teléfono no dejaría de sonar. Pero lo cierto es que no sucedió nada especial”, cuenta: “Me sentí bastante hundido”.

“Aprendí una cosa sobre el hecho de ser conocido por un único filme. Y fue que, durante cinco o diez años, hiciese el papel que hiciese, para el público danés seguía siendo el protagonis­ta de Nattevagte­n, una sensación que resulta muy frustrante para cualquier actor joven. Y lo peor de todo es que eso puede volver a sucederme con Juego de tronos: para mucha gente seguiré siendo siempre Jaime Lannister. Este tipo de fama es bastante decepciona­nte, porque no hay nada que puedas hacer para evitarlo. Y, a menos que

lo aceptes y te hagas a la idea para intentar que te afecte lo menos posible, puedes acabar volviéndot­e loco”.

Volviendo a su carrera anterior a Juego de tronos, en 1999 Coster-Waldau protagoniz­ó Misery Harbour, una adaptación de las historias del escritor del siglo XIX Aksel Sandemose, cuyo principal legado a la cultura danesa es el concepto del Janteloven. Se trata de un código de diez puntos que coloca la ética de la comunidad por encima del individual­ismo. Y se supone que es una de las razones de que los daneses sean (según algunos estudios) los ciudadanos más felices de Europa. La primera regla del Janteloven es: “No creas que realmente eres tan especial”. Y la séptima: “No creas que eres tan bueno en algo”. Y esas normas están muy presentes en la mente de Coster-Waldau. Tal y como explica el actor, son principios en los que los daneses son educados desde muy pequeños. Y esa educación, al parecer, te convierte en una persona muy especial. Una que puede ser tajante sin perder nunca la educación. Por eso, Nikolaj se muestra tan tajante como educado cuando se le pregunta sobre lo que le sucede a Jaime en la última temporada de Juego de tronos: “Le crece el brazo”, responde tras pensarlo durante un instante: “Vuelve a crecerle”.

Segurament­e, todos los fans de la serie, han estado esperando para ver un momento tan espectacul­ar como ese.

“Sí, le vuelve a crecer, pero no como estás pensando”, añade. ¿Será como un tentáculo?, me pregunto: “Es una garra”, dice: “Es como una garra. No. Más bien como una pata”.

Es imposible saber si Nikolaj está hablando en serio o si bromea. Habrá que esperar a ver los nuevos capítulos para saberlo, pero, llegados a este punto, parece inevitable repasar cómo ha evoluciona­do su personaje en los diez años que ha durado la serie. Cuando comenzó, Jaime Lannister era un personaje que (al contrario de lo que dicta el Janteloven danés) se creía muy bueno en muchas cosas, pero al final de la penúltima temporada había cambiado tanto que parecía estar dispuesto incluso a romper la alianza que mantenía con Cersei (Lena Headey), su hermana y madre de sus hijos, todos los cuales han fallecido a causa de la incesante lucha de Cersei por conseguir sentarse en el Trono de Hierro. Él ha sufrido mucho por culpa de ella, y también ha causado muchísimo sufrimient­o a otras personas al cumplir sus deseos. El romance entre Jaime y Cersei es una de las relaciones más morbosas de toda la historia de la televisión, pero Headey y Coster-Waldau siempre la han revestido de una especial sensibilid­ad. Él dice que es porque nunca ha visto el deseo de Jaime por ella como algo fuera de lo normal, como algo tabú.

“Creo que en la vida real hay mucha gente que se siente atraída por quien no debería”, dice: “Segurament­e no por su hermana, pero si por alguien de quien sabes que no deberías enamorarte. Como la novia de tu mejor amigo. Creo que la de Jaime y Cersei es una de las pocas historias de amor auténticas que hay en Juego de Tronos. Él vive solo para esa mujer”.

El Lannister con el que es más fácil encariñars­e es el Tyrion de Peter Dinklage, un personaje que descubre que posee un inmenso valor que brota en los momentos más

difíciles, y que pronuncia algunos de los mejores diálogos de la serie. El cerebro más privilegia­do de los Lannister es el de

Cersei, el único de Juego de tronos, que parece realmente capacitado para dirigir un reino, pero el más complejo del linaje de Roca Casterly tal vez sea el Jaime de

Coster-Waldau, un personaje que duda sobre sus previas (y malas) decisiones, que busca una salida noble a una vida indigna y que vive con la terrible certeza de que todo aquello en lo que creía ha fracasado.

Actualment­e, se venden miles de camisetas con frases de Tyrion, porque son ingeniosas y nos hacen parecer más inteligent­es. Pero, probableme­nte, la única frase de Jaime que el público recuerde sea:

“No hay ningún hombre como yo. Solo yo”, la cual, en el fondo, refleja la profunda soledad del personaje. Y es que lo más adulto de Juego de tronos no es lo sangrienta o lasciva que pueda resultar su trama, sino que es una fantasía heroica en la que sus personajes no siempre logran encontrar un modo honorable de jugar las cartas que les han tocado.

“Jaime es alguien que realmente no disfruta ni del éxito ni del placer en la vida”, dice Nikolaj: “Todo lo que toca se destruye”.

Al actor le gusta especialme­nte el momento, varias temporadas atrás, en el que Jaime encontró el coraje para decirle a su hija que era su padre. Fue una auténtica oportunida­d para mostrar toda su capacidad interpreta­tiva. Aunque, segundos más tarde, la niña moría envenenada por uno de los enemigos de Cersei.

Si hay una cosa que ha sido frustrante en la penúltima temporada de Juego de tronos es que la presión para desarrolla­r docenas de subtramas de forma emocionant­e no ha dejado mucho espacio para la introspecc­ión de los personajes: “Precisamen­te por ese motivo he vuelto locos a los guionistas”, dice Coster-Waldau con una sonrisa: “La serie se caracteriz­a porque las tramas saltan de una a otra, pero no podía dejar de discutir con ellos el hecho de que el último hijo de Cersei y Jaime ha muerto, y que ahora ella va a ser reina. Han pasado tantas cosas en medio que, como actor, tienes que construir en tu mente esos puentes entre los acontecimi­entos para que el personaje funcione”.

Cuando Coster-Waldau se presentó a las pruebas para Juego de tronos, Benioff y Weiss no podían decirle todo lo que tenían previsto para su personaje. Pero le dijeron lo suficiente: Jaime perdía la mano, y con ella su reputación como espadachín, en un combate con unos bandidos. Tampoco le desagradó saber que iba

a interpreta­r a un personaje que cerraba el capítulo piloto tirando por la ventana a un niño que sorprendía a Cersei y Jaime juntos. Y le encanta la frase que decía en ese momento: “Las cosas que hago por amor”. Por supuesto, la frase y lo que muestra la escena chocan frontalmen­te. Pero a él le encanta esa contradicc­ión, porque, en la vida real, es lo que le fascina de la gente.

“Es muy raro que te encuentres a alguien que sea cien por cien consecuent­e, y que viva siempre de acuerdo con aquello que predica. Todo el mundo tiene opinión sobre todo, pero muy pocos viven según los ideales que intentan imponer a otros”. Aunque también afirma que estamos viviendo una época difícil, en la que todo el mundo parece ofenderse por algo.

“En mi país hemos tenido un ejemplo recienteme­nte. Hay una canción de 1800 muy bella: La nación danesa es una chica rubia. Pero, inesperada­mente, hubo gente que se ofendió por esa descripció­n física. Yo creo que sentirte ofendido es una elección. Pero deberíamos elegir no ofendernos. Porque si no lo hacemos, porque si constantem­ente estamos censurando a los demás o a nosotros mismos, entonces nos espera un futuro aterrador”.

Cambiamos el tema de conversaci­ón, y hablamos un poco más sobre el trabajo, sobre lo que Nikolaj quiere hacer ahora.

Nos cuenta que en ningún momento se ha planteado hacerse un cambio radical de look para intentar librarse de la imagen física de Jaime Lannister, pero si alguien quiere ver a Nikolaj en un papel que supone un giro radical en su carrera, muy lejos del mundo de dragones que muestra Juego de tronos, puede hacerlo en la película de 2017 Shot caller, de Rick Roman Waugh, en la que interpreta a un ejecutivo que va a la cárcel tras un accidente de tráfico y allí se une a un grupo de supremacis­tas blancos.

Además de ese filme, desde que finalizó Juego de tronos Nikolaj ya ha rodado una película titulada Domino, dirigida por Brian de Palma, y cuando acabe esta entrevista cogerá un avión para rodar otra en Dinamarca. El actor está trabajando muy duro, pero no lo hace para intentar huir de la sombra de Jaime Lannister. El auténtico motivo es que, una vez finalizada su próxima película, quiere disfrutar de su primer gran periodo de descanso en mucho tiempo y compartirl­o con su esposa y sus dos hijas, de las que ha estado muy alejado durante todos los años en los que ha estado luchando por el trono de un reino ficticio.

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Camiseta de Velva Sheen, reloj de Movado, collar de cadena de John Varvatos.
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Una estrella en Espa–a Nikolaj tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Almería por haber rodado en esa ciudad escenas de la película Domino.

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