Aprende a superar tus miedos de un hombre que salta al vacío.
QUIZÁ LO QUE TE ATERRA SEA VOLAR, LAS ARAÑAS, LA NOCHE… EN MH HEMOS PREGUNTADO POR SUS MIEDOS A UN HOMBRE QUE SALTA AL VACÍO SOLO CON UN TRAJE DE ALAS. Y, TAMBIÉN, A UNA PSICÓLOGA EXPERTA EN SUPERAR ESOS TEMORES COTIDIANOS QUE NOS ALEJAN DE LOS SUEÑOS. ¡A
El tigre dientes de sable podía pesar 400 kg. Sus colmillos eran verdaderas espadas de 20 cm de largo: un arma letal ante cualquier enemigo. El mensaje biológico era claro: “¡Si me ves, corre!”. El ser humano era comida para aquellas bestias prehistóricas. Pero nunca fuimos una presa fácil. Contábamos con un arma poderosa, aunque no se veía a simple vista: el cerebro. La evolución hizo que los felinos desarrollaran poderosos dientes para desgarrar a sus presas, y que las jirafas con más posibilidades de sobrevivir fueran aquellas con el cuello más alto, que les permitía comer los últimos brotes de las copas de los árboles. En los seres humanos, la evolución premió un cerebro cada vez más hábil que nos convirtió en la especie dominante aunque no poseamos colmillos. Sin embargo, aunque mantengamos a raya a los tigres, en nuestros cerebros está grabado el peligro que representaba aquel gato grande. Fuimos lo suficientemente inteligentes para vencerlos. Aprendimos a planificar su caza, a hacerlo en grupo, a afilar armas. Hasta que la bestia acabó siendo parte de nuestro menú. Hoy no existen los tigres dientes de sable, pero tenemos otros enemigos más sofisticados. Tenemos miedo a hablar en público y a las arañas y a acercarnos a esa chica estupenda del gimnasio. El miedo sigue produciéndonos las mismas reacciones que a nuestros antepasados prehistóricos. Pero del mismo modo que ellos lo vencieron, lo haremos nosotros.
SALTO AL VACÍO
Chris Byrnes ha sido dos veces campeón del mundo en salto base con wingsuit. Superó el récord del mundo en Monte Brento (Italia) al volar 1,46 km en 30 segundos. Lo hizo a 253 km/h. Está acostumbrado a que le llamen loco, pero Byrnes es un ejemplo indiscutible de alguien que se ha enfrentado a algo que supera a la mayoría de los humanos.
“Lo primero que hice en mi infancia fue jugar a videojuegos en los que había que volar. Me gustaban. Cuando pude, hice un tándem en un paracaídas, con un monitor. Quería saber si me gustaba la caída libre. Cuando vuelas así, sientes el aire pegado a todo tu cuerpo. Literalmente, ‘pilotas’ tu cuerpo. A diferencia de un avión, el wingsuit es tu piel. Si llamas ‘volar’ a ir en avión, es como si llamaras ‘nadar’ a ir en barco. En un wingsuit puedes descender en picado, sobrevolar montañas, barrancos y cascadas. Es la sensación más increíble que vas a tener en tu vida.
Y sí, por supuesto, da miedo. En 2016, cuando yo empecé, murieron 38 personas saltando con un wingsuit. Pero la adrenalina que produces es tan brutal que te quedas atrapado. No puedes dejar de hacerlo. Requiere toda tu concentración, medir cada respiración. La atención es lo más importante. Tienes que tener control completo de lo que haces. La manera en la que venzo al miedo tiene que ver con eso. Desde el primer momento, reviso cada detalle del equipo, conozco el clima exacto del lugar, estudio los vientos… Es imprescindible ser meticuloso. De ese modo, cuando estoy a punto de saltar, aunque mi cuerpo está aterrorizado, mentalmente sé que soy capaz de hacerlo y que todo está bajo control. En algo así, no puedes dudar.
Volar hace que todo lo demás en la vida tenga otro valor. En mi vida cotidiana, ahora me detengo en lo que me parece importante. Me paro y huelo las rosas. Saber que vas a morir te hace no perder el tiempo en tonterías. Se lo repito a los que quiero: hoy es el día en que vas a pedirle el teléfono a esa chica que te gusta. Lo último que digo siempre antes de saltar es: ‘3, 2, 1… ¡a soñar!’”.