La fuerza que ha impulsado a Jaime Nava a la cima del rugby.
Se ha partido el pecho por el rugby… y también muchos huesos. Jaime Nava, 35 años, capitán de la Selección española, es uno de los artífices de la popularidad que vive actualmente este deporte. Durante los 17 años que lleva en el campo ha exhibido músculo
DDesde que debutó como internacional en 2002, Jaime Nava, 1,91 m de altura y una envergadura propia de un Airbus, ha dedicado su vida al deporte. Internacional por España en las modalidades de VII y XV, asume la que probablemente será su última temporada con la satisfacción de haber contribuido al auge que vive esta disciplina en España.
Muchos jóvenes han descubierto el rugby gracias a ti. Lo importante es que la gente haga deporte, sea cual sea, que cuiden la salud y se ejerciten. Yo invito a descubrir el rugby por sus valores. Es una disciplina que aporta mucho como persona, un deporte en el que la individualidad no existe. El colectivo está por encima. Te permite hacer amigos para toda la vida y, a nivel emocional, vivir situaciones que se recordarán siempre. Es extraordinario tener la sensación de estar haciendo constantemente algo dentro de un equipo. Y eso es importante para el desarrollo de cualquier persona. Llevas años en este deporte. ¿Y ahora?
Quiero dejar mi carrera por la puerta grande, sintiéndome satisfecho de lo que he hecho. Soy muy consciente de que tengo que cuidar más mi cuerpo. Cuanto más tiempo pasa, más cuenta me doy de ello. Le ocurre igual a la mayoría de los deportistas. En mi caso, el objetivo es controlar el peso corporal y mantener la masa muscular para poder seguir teniendo una vida saludable cuando el rugby ya no ocupe la mayor parte de mi vida. A lo mejor, en una vida normal tanta masa muscular no es tan útil [risas].
¿Tienes algún plan para mantener el peso a raya?
Me parece fundamental trabajar mucho el cardio, tanto en sesiones de gimnasio de pesas, con circuitos, toda la parte funcional, como en entrenos de cardio puro para gestionar los niveles de tolerancia láctica.
¿Y qué haces para potenciar la fuerza?
Los ejercicios de powerlifting, por ejemplo, son fundamentales. En ello incluyo sentadillas, hamskin, powercleans, toda esa gama de rutinas que ofrece la halterofilia y que son fundamentales para el desarrollo de un jugador de rugby de élite. Pero, en mi caso, los tipos de entrenamiento varían durante la semana. Lo óptimo es hacer un día enfocado a la fuerza, otro a la potencia y un tercero a la explosividad y la velocidad. Y si incluimos algún entrenamiento para desarrollar la parte más fisiológica de tolerancia al agotamiento, por ejemplo, mejor. ¿Siempre has mantenido estas rutinas?
Las voy afinando, haciéndolas cada vez más cortas y buscando más la calidad que la cantidad. El rugby moderno cada vez exige más. Ahora mismo el jugador profesional de rugby es un auténtico atleta. Muy fuerte, rápido, resistente…
¿Cómo es el cuerpo perfecto de un jugador de rugby? Es difícil concretarlo en un juego como este. Cada posición demanda un trabajo específico en el campo y requiere de físicos muy diversos. No tiene nada que ver el cuerpo de un ala o de un medio melé con el de un centro, un tercera línea o un primera línea, que son jugadores que aguantan toneladas de presión. Esa gente es más fornida, con pesos alrededor de 120 kg. No hay un biotipo establecido dentro del rugby, pero si tuviera que definir el cuerpo perfecto de un jugador de
“SIN VALORES, EL RUGBY SERÍA UN DEPORTE DE SALVAJES”
este deporte, diría que fuera esbelto y bien definido, midiera 1,90 m de altura y pesara 100 kg.
En el campo, ¿cuál es el momento más tenso?
Para mí es el segundo antes del pitido del árbitro, ya sea para recibir el saque o para disputarlo. Ese momento es un autentico cóctel de emociones. Sin embargo, cuando ya está la pelota en el aire, tu mente se pone en modo combate, y es cuando se te olvida todo. Desaparecen tus miedos, aunque están ahí. Te metes de lleno en el partido y lo único que quieres es conectar con el juego y estar presente.
¿Se te olvida también el dolor?
Bueno yo creo que el dolor forma parte de nuestras vidas. Tenemos que convivir con él. Las lesiones existen en todos los deportes y hay que saber llevarlas y sobreponerse a ellas. El rugby es una actividad dura, pero afortunadamente su normativa está evolucionando para proteger al jugador e incrementar la seguridad en el juego. También están una serie de reglas no escritas que se nos dan en forma de ‘valores’. Sin ellas este deporte sería simplemente un juego para salvajes. ¿Varías tu alimentación antes de un campeonato?
En general, como de todo y mucho. No tiene nada que ver mi alimentación para llegar bien a la competición que lo que como cuando termina. Durante la semana, tengo una dieta equilibrada, con muchas verduras, hidratos, proteínas y buena hidratación. De vez en cuando algún suplemento. Pero, vamos, no nos engañemos. Cuando termina el partido… Me gustan las hamburguesas, las pizzas y no puedo negar que soy fan de los M&M’s. Me puedo comer kilos.
O sea que no es todo tan estricto como parece.
Ahora mismo estoy muy centrado y cuidando mucho la dieta, aunque va por temporadas. Hay días que me la salto, porque
“CUIDO MI ALIMENTACIÓN,
PERO RECONOZCO
QUE SOY FAN DE LAS
PIZZAS Y LOS M&M’S. ME COMERÍA
KILOS”
mi cuerpo me lo pide. Tengo un metabolismo basal en torno a las 2.000 kcal, así que a poco que le añada algo de actividad me pongo en las 3.000, con lo cual tengo mucha demanda energética. Me cuido, sí, pero me encanta comer y, a veces, me dejo llevar. Pero sí, la dieta es importante, sobre todo cuando vas cumpliendo años.
¿Y el descanso?
Lo llaman el ‘entrenamiento invisible’. Es casi más importante que la práctica de ejercicio. Es fundamental. Suelo descansar bien, aunque va por fases.
¿Piensas en dejarlo?
Es mejor retirarte tú a que te retire tu deporte, dejarlo cuando uno siente que ya ha cumplido sus objetivos y no arrastrarse por los campos, como le ha pasado a muchos. No deseo bajo ningún concepto que me ocurra eso. Quiero divertirme y pasar buenos momentos jugando con amigos y compañeros en lo próximos años.
Empezaste por diversión, ¿no?
Me inicié en el rugby de manera fortuita, por dos vías. Una, por mi hermana mayor, que practicaba rugby en la facultad. Ese fue mi primer contacto. De hecho, fue ella la que me animó a probar. En aquella época, me gustaba mucho el fútbol. Jugaba en el cole, en el barrio… Empecé a destacar e incluso me imaginé de profesional, pero resulta que también venían a hacer demostraciones de rugby al colegio. Algunos compañeros ya lo practicaban. Al final, empecé a jugar en mi actual club, el Alcobendas. Enseguida me di cuenta de que en el rugby vivía cosas diferentes. Estuve dos años compaginándolo con el fútbol. Salía de casa por la mañana con la ropa de los dos equipos y cuando terminaba un partido, me iba al otro. Al final opté por el rugby porque me llenaba mucho más.
¿Y cuando lo dejes?
Quiero seguir divirtiéndome y ocupando mi tiempo con el deporte. El crossfit o entrenamiento funcional y el boxeo me encantan y podrían encajar bien en mi perfil. Necesito adrenalina pura, liberar endorfinas. Si además pudiera mantener algo de competición, pues fenomenal.
Has hecho también cosas en la pequeña pantalla.
La tele es divertidísima, quien diga lo contrario miente [risas]. Hay mucha adrenalina cuando se graba un programa y uno está delante de una cámara. Son muchas emociones. Quiero seguir haciendo cosas ahí porque me llena mucho. MasterChef ha sido una experiencia inolvidable. Me ha permitido conocer a gente maravillosa. He participado en algún otro programa y hecho alguna colaboración que se verá próximamente. Estoy sembrando, haciendo cosas diferentes, formándome en otros ámbitos. Hay que cruzar puertas que quizás no sepas dónde te conducen… pero que son parte de tu formación como persona. Ahora mismo estoy en una escuela de interpretación y me parece la bomba. Me aporta muchísimo y descubro cosas sobre mí que de alguna manera estaban ocultas o relegadas a un segundo plano. Pero una cosa tengo clara: al final cuando los focos se apaguen y los aplausos desaparezcan, lo que importa es la persona… ser un buen tipo, alguien que merezca la pena conocer. Ese es mi objetivo.