Vehículos que cuidan a peatones y ciclistas.
LOS AUTOMÓVILES YA NO SE CENTRAN SOLO EN PROTEGER LA VIDA DE SUS CONDUCTORES. CICLISTAS Y PEATONES ESTÁN TAMBIÉN EN SU PUNTO DE MIRA.
ALuis el asfalto le impone. Mejor dicho, los coches que circulan sobre él. En su última salida con un grupo de compañeros cayó al suelo justo unos pocos metros delante de un automóvil. Sensores, láseres y radares del coche se activaron y mandaron en milésimas de segundo su alerta al sistema de frenos para detener el vehículo justo a tiempo. Magullado, se apoyó sobre el guardarraíl para recuperar sus constantes vitales y valorar los daños personales y ciclistas. Solo había sido un susto.
ÚLTIMOS AVANCES
Hace tres décadas, Luis no habría tenido tanta suerte. El sistema de asistencia a la frenada que ahora le ha salvado la vida apenas daba sus primeros pasos de la mano de Mercedes-Benz. Solo el exclusivo Clase S de la marca alemana montaba este ‘invento’ que la Unión Europea se apresta ahora a hacer obligatorio en todos los vehículos nuevos que se vendan. Basa su funcionamiento en cuatro juegos de sensores que actúan coordinadamente. Uno mide la velocidad de giro de la rueda, el segundo calcula la fuerza con que el conductor pisa el pedal del freno, el tercero determina la presión que debe aplicar sobre los discos así como la conveniencia de activar el ABS, y el cuarto… bueno, el cuarto es para cuando el conductor falla estrepitosamente, para esos momentos en los que puede haber sentido un desvanecimiento, un deslumbramiento o cualquier malestar inesperado. Luis ahora lo sabe porque se ha puesto en su piel gracias a una iniciativa de Ford que permite experimentar a través de una cámara subjetiva lo que se ve desde el asiento del conductor. Y lo mismo a la inversa. El vídeo Share the Road ayuda a los conductores a sentir cómo es estar detrás de un
VAS MONTADO EN TU BICICLETA recorriendo kilómetros de asfalto. Oyes un vehículo que se acerca. Tus sistemas de alarma se activan. Tranquilo. Las nuevas tecnologías del mundo del motor velan por tu seguridad, para que ir por la carretera deje de ser un riesgo.
manillar, el sobresalto que se produce tras un portón que se abre inesperadamente o a la desestabilización que genera un vehículo adelantando con demasiada proximidad.
En Europa hay 250 millones de ciclistas. Los que circulan sobre dos ruedas representan una de cada 12 muertes por accidente de circulación. Según datos de la Dirección General de Tráfico, las bicicletas estuvieron implicadas en 7.673 accidentes de tráfico, de los 102.362 que se produjeron en 2016.
¿Cuántos se habrían podido evitar? La iniciativa de Ford ha supuesto un cambio de actitud al volante o el manillar del 70% de quienes han visto el vídeo. Junto a ello, el próximo protocolo de comunicación 5G abrirá la puerta a la interconectividad total entre todos los que compartimos la carretera, incluidas nuestras circunstancias y los imprevistos. Los coches sabrán si alguien se aproxima por alguna de las vías del siguiente cruce, estarán conectados con los semáforos, avisarán a otros usuarios de la vía de posibles incidentes y, en general, velarán por la seguridad de todos. Incluidos tú y tu bicicleta.
LA LEY OBLIGA
De momento, el Parlamento Europeo acaba de aprobar la obligatoriedad de que autobuses y camiones incorporen sistemas que eviten los ángulos muertos que se crean desde el puesto de conducción, y no tardará mucho en llegar la medida a los turismos. Las marcas prémium del sector ya se han adelantado a la previsible legislación, de manera que cuando un automóvil detecte a cualquier ciclista en la zona no visible active un triángulo luminoso en el retrovisor. Si el conductor ignora esta indicación y no acciona el intermitente, el testigo de advertencia comenzará a parpadear y emitirá un aviso acústico. Si a pesar de todas las advertencias, inicia el cambio de carril, el sistema intervendrá activamente en los frenos para evitar una catástrofe en la que el más débil generalmente recibe la peor parte.
Los errores humanos están detrás del 90% de los accidentes que se producen en las carreteras de todo el mundo. Los fabricantes de automóviles gastan millones
de euros en mejorar una siniestralidad que, aunque solo sea en el plano teórico, debería ser cero. Y lo llevan haciendo desde que el automóvil existe. Ya en 1889, en plenos albores de la industria del motor, un modelo de la marca Columbia introducía los primeros faros eléctricos y, años después, en 1949, Chrysler sorprendía a los norteamericanos montando en un automóvil frenos de disco a las cuatro ruedas.
RIESGOS, LOS MÍNIMOS
Fue esta preocupación por la seguridad de los ciudadanos la responsable de que a partir de los años 60 los adornos del capó de los coches, los denominados hood ornament en inglés o bouchon de radiateur en francés, comenzaran a ser vistos como una amenaza por su riesgo para peatones y ciclistas. Poco a poco empezaron a desaparecer la escultura del felino de Jaguar, la estrella de Mercedes coronando el radiador de los coches de la marca alemana, el pony del Ford Mustang… De ser bellos objetos ornamentales se convertían en mortales cuchillos que desgarraban a los peatones en caso de que se produjera un atropello.
El espaldarazo a la protección de los viandantes llegó en 2013 de la mano de Toyota. Los japoneses de la marca comercializaron a bombo y platillo un sistema que identifica los riesgos en la vía y activa los frenos hasta detener el coche en caso necesario. Sí, ese mismo sistema que le salvó la vida a Luis y que también se la puede salvar a él a bordo de su coche ante una colisión. Porque la seguridad no es una cuestión de ciclistas o conductores. Es un objetivo en el que estamos implicados todos los que compartimos las carreteras.