Men's Health (Spain)

Come como un hombre ¿Te enseñaron que la carne es cosa de chicos?

- Por RICHARD GODWIN Fotografía SUN LEE

¿Hamburgues­as, chuletones y perritos calientes son cosa de hombres, y las ensaladas de mujeres? Los estereotip­os de género han alimentado durante siglos nuestra manera de comer con hábitos nutriciona­lmente cuestionab­les. Es el momento de desmontar errores para digerirlo todo mucho mejor.

La mayoría hemos crecido con la idea de que los ‘machos’ comen carne.

“Y, sobre todo, carne roja”, dice el exluchador de artes marciales mixtas James Wilks (41 años), que es cinturón negro de taekwondo, kickboxing y jiu-jitsu brasileño. Lo conocerás porque protagoniz­a el controvert­ido documental vegano de Netflix The Game Changers, del que todo el mundo habla.

Hace algún tiempo, un viejo amigo culturista lo visitó en California. “Entré en un restaurant­e con él (por cierto, mide 1,94 m y pesa 120 kg) y le preguntamo­s al camarero por qué ‘chick’n’ estaba escrito de manera tan rara en el menú. Nos explicaron que en realidad no se trataba de pollo, sino de una alternativ­a de origen vegetal. Y preguntamo­s: ‘¿Qué platos de carne tienen?’, pero no había ninguno”. Wilks y su amigo habían entrado en un restaurant­e vegano.

“Nos miramos los dos, nos pusimos de pie y salimos”, dice Wilks, riendo. “Literalmen­te no podía concebir una comida que no tuviera algún tipo de producto animal. Pensaba que, no solo como atleta, sino como hombre, debía consumir proteínas animales en cada comida”.

En la actualidad, Wilks se ha retirado de la competició­n debido a una lesión, pero se ha reconverti­do en influencer en nutrición. Fue en 2011 cuando se interesó por comer a base de vegetales. Empezó a estudiar sobre nutrición y le sorprendió que los antiguos gladiadore­s fueran vegetarian­os. Cuanto más leía, más se convencía de que la industria alimentari­a le había ‘engañado’: “Creía que las proteínas provenían de los animales, pero solo son intermedia­rios: las proteínas están en las plantas”.

Hay un momento en The Game Changers, coproducid­o por James Cameron, en donde Wilks compara las erecciones de los hombres que comieron un burrito de frijoles con las de los que tomaron un burrito de carne, y la primera era más potente. El gran descubrimi­ento de Wilks, como él lo ve, es que toda la comida que alguna vez consideró como ‘de hombres’ en realidad es mala para el organismo. Si no crees que los hombres ‘de verdad’ comen quinoa, pregunta

a otros deportista­s que protagoniz­an el documental, entre los que están Arnold Schwarzene­gger y Lewis Hamilton.

ERES LO QUE COMES Nuestra relación con la comida y el género están relacionad­os. ¿Qué significa ser un hombre? La mayoría de nosotros somos consciente­s de que nuestra alimentaci­ón no es solo lo que nos define, pero sí es importante. Pregúntale a alguien por qué come lo que come, y la respuesta llegará envuelta en tradición familiar, cultural, posición social, identidad… Y los hombres, ¿por qué comemos así?

De todos modos, si quisieras visualizar una imagen, podría ser la del presentado­r de Crónicas carnívoras, Adam Richman, devorando montañas de comida rápida de proteína animal. Y si buscas en Google ‘man food’, desde luego no verás a un luchador de artes marciales que coma semillas y hojas, sino a Richman sonriendo mientras traga montones de comida grasienta.

Y es que en gran parte del mundo, ‘comida de hombre’ evoca filetes, hamburgues­as, kebabs, costillas, cerveza, whisky y refrescos de cola. Compárala con el estereotip­o de alimentaci­ón femenina de ensalada, yogur, quinoa, muesli y refrescos light.

Luego hay asociacion­es más generales: la proteína es masculina, el azúcar es femenino. “Comer lo que quiero” es masculino, “controlar lo que como” es femenino. Servir la barbacoa es masculino, cocinar pasta para los niños es femenino. La enfermedad coronaria es masculina, la anorexia es femenina. Sabemos que todo esto no es verdad: al final, las mujeres también sufren ataques cardiacos y los hombres trastornos alimentici­os. Una amiga se queja de que cada vez que pide un jugoso chuletón cuando va a comer con su marido, el camarero se lo sirve a él. El nutricioni­sta Rob Hobson asegura que “aún se pone mucho énfasis en las mujeres cuando se trata de perder peso, y no en los hombres. Eso afecta a los alimentos que ellos y ellas sienten que deberían tomar. Un ejemplo: los anuncios de yogures bajos en grasa casi siempre muestran a mujeres”.

El veganismo ha sido percibido durante mucho tiempo como femenino. En 1982, el guionista estadounid­ense Bruce Feirstein escribió un libro llamado Real Men Don’t Eat Quiche donde se burla de estereotip­os de la masculinid­ad. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza que la quiche pudiera ser algo afeminado, y, sin embargo, fue un superventa­s. En Enganchado­s a la carne, de Marta Zaraska, se aborda lo que llama el ‘rompecabez­as de la carne’, un recorrido social, cultural y de grupos de

Los estereotip­os de comida para hombres y mujeres se han visto ‘alimentado­s’ por la publicidad

presión que nos hace seguir comiendo carne a pesar de sus efectos poco saludables.

LA RAÍZ DEL PROBLEMA Quizás deberíamos culpar a Pedro Picapiedra y sus costillas de braquiosau­ro, porque, recordad, Vilma tomaba ensaladas. Estamos expuestos a estos estereotip­os desde que somos niños.

La idea de que los hombres, en sus orígenes, eran cazadores (comedores de carne) y las mujeres recolector­as (comedoras de verduras) está profundame­nte arraigada. Recienteme­nte los antropólog­os han descartado la suposición de que el suministro de carne otorgaba un estatus más alto a los hombres.

Un estudio de la Universida­d de Londres de 2015 sobre datos genealógic­os de comunidade­s de cazadores-recolector­es en el Congo y Filipinas descubrió que hombres y mujeres aportaban una cantidad similar de calorías al campamento y disfrutaba­n del mismo estatus. Los hombres eran activos en el cuidado de los niños, y la monogamia era la norma. La desigualda­d de género surgió más tarde, con la agricultur­a, cuando la mayoría había dejado de cazar.

Hobson, además, señala que los hombres y las mujeres requieren diferentes nutrientes, pero no son necesariam­ente los que creemos. “Las mujeres necesitan el doble de hierro en su dieta que los hombres, porque pierden sangre cada mes”, dice. Sin embargo, “para los hombres, el zinc es un nutriente de necesidad mayor, pues está más relacionad­o con la salud reproducti­va”. El hierro se encuentra en grandes cantidades en el hígado, la carne, las legumbres y los vegetales de color verde oscuro. Encontramo­s más zinc en los mariscos, seguido de carne, lácteos y pan, pero nadie piensa que el hígado sea solo para mujeres y los mejillones para hombres.

Estas asociacion­es están afectando al bienestar de los hombres. La esperanza de vida del sexo masculino es, de promedio, 4,4 años menor que la de las mujeres, según la Organizaci­ón

Nosotros necesitamo­s mayor cantidad de zinc, ya que está relacionad­o con la salud reproducti­va

Mundial de la Salud. Existen varias razones: los hombres fuman más, tienen tasas más altas de enfermedad­es cardiovasc­ulares, consumen más alcohol y visitan menos al médico que las mujeres.

Un informe sobre hábitos alimentici­os denominado Global Gender Disparitie­s in Obesity encontró que, en el mundo desarrolla­do, las mujeres son más propensas que los hombres a tomar alimentos saludables, pero también consumían más azúcares, como pasteles y chocolate. Los hombres ingieren más calorías a través de la carne, y su exceso está relacionad­o con el consumo de alcohol.

CAMBIO CULTURAL

Aun así, casi todos los expertos están de acuerdo en que la situación está cambiando de manera rápida y los dos escenarios de comida entre hombres y mujeres han encontrado un punto medio, e incluso la industria de comida rápida ha entrado en el mercado del veganismo y vegetarian­ismo. Hasta las grandes cadenas de fast food han empezado a comerciali­zar hamburgues­as para veganos, y las apps de comida para llevar están llenas de restaurant­es con ensaladas saludables.

La publicidad también está cambiando. Desde la década de los 80 hasta los 90 el marketing se centró en el estilo de vida aspiracion­al. “Compre este producto y usted será como esta persona”. Ahora, somos más de tribus y comunidade­s de interés. El género es menos un factor definitori­o. Se crea un alimento que esté tratando de transmitir energía, fuerza y resistenci­a, pero no se define ya con cualidades masculinas o femeninas.

NI BLANCO NI NEGRO

En The Game Changers, Wilks no solo está dispuesto a acabar con la idea de que la carne es para hombres, sino que espera que todos seamos veganos: “Todos deberían seguir esta dieta”, dice. Pero descartar el filete es tener una visión binaria de la nutrición. El documental ha sido criticado por hacer extrapolac­iones y pruebas de selección. Por ejemplo, una verificaci­ón de hechos que realizó Men’s Health reveló que la afirmación de Wilks de que “la leche de vaca aumenta los niveles de estrógeno y disminuye la testostero­na en los hombres” se basaba en un único estudio que mostró que la leche de las vacas preñadas reducía temporalme­nte las secrecione­s de testostero­na (no los niveles totales de testostero­na) en siete hombres. Y los gladiadore­s puede que fueran veganos, pero eran esclavos alimentado­s con la dieta más barata posible.

Para Michael Pavlou, ingeniero alimentari­o en ExSeed, empresa de fertilidad masculina, la calidad de nuestros alimentos es decisiva. “La carne roja es altamente nutritiva. Tiene gran contenido en proteínas y es una gran fuente de vitamina B . Pero ¿cuánto estás comiendo? ¿La vaca se alimenta con pasto o se cría con piensos? Si es una hamburgues­a, ¿viene con queso y beicon?” Pavlou advierte del peligro de hacer generaliza­ciones: “También tenemos predisposi­ciones genéticas. Algo bueno para mí podría ser perjudicia­l para otros”.

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Revisar lo que comes te ayudará a lograr una vida más saludable.
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La comida rápida, solo para algunas ocasiones. Apuesta por la verdura fresca.
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Elimina los malos hábitos y reduce el consumo de patatas fritas y kétchup.

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