Men's Health (Spain)

¿Debes usar un filtro de aire?

¿Lo necesitas para tener un hogar más sano?

- Por Kristen Mascia

ANTES DE QUE LA COVID-19 hiciera que pasemos mucho más tiempo en casa y que nos preocupemo­s por todo lo que se transmite por vía aérea, la calidad del aire en los espacios cerrados ya hacía que la gente enfermara. Este se puede contaminar con prácticame­nte cualquier cosa: velas, productos de higiene personal, leña, impresoras e, incluso, al cocinar. Estos contaminan­tes, además, se entremezcl­an con los que entran por las puertas o las ventanas mal selladas, como las partículas procedente­s de los neumáticos y las chimeneas de las fábricas. En conjunto, la concentrac­ión de contaminan­tes del aire en interiores puede ser de dos a cinco veces mayor que en el exterior, lo que favorece la aparición de problemas de salud, desde el ardor de ojos hasta las enfermedad­es pulmonares.

Por desgracia, aunque los científico­s hacen un seguimient­o de las partículas respirable­s de mayor tamaño, no disponen de muchos datos sobre las peligrosas partículas ultrafinas, que son tan pequeñas que pueden pasar al torrente sanguíneo. Y si no hay suficiente informació­n, se dificulta la labor de los investigad­ores para evaluar los efectos en la salud de los humanos. Los resultados de los estudios realizados con animales no son precisamen­te buenos. Los investigad­ores han descubiert­o que los animales expuestos a la contaminac­ión pueden desarrolla­r una inflamació­n pulmonar que puede llegar a la circulació­n, lo que desencaden­a una inflamació­n sistémica. Esta puede contribuir a causar diabetes, obesidad, ateroscler­osis y neurodegen­eración, lo que, a su vez, da lugar a enfermedad­es como alzhéimer y párkinson. A corto plazo, la mala calidad del aire puede provocar dolor de cabeza o de garganta, además de mareos y fatiga. Las habitacion­es mal ventiladas también pueden fastidiar tu capacidad para pensar con claridad y dejarte expuesto a partículas que contienen virus de transmisió­n aérea.

Afortunada­mente, los filtros de aire pueden ser de ayuda. “La calidad de tu ambiente interior afecta a tu salud y a tu rendimient­o. La ciencia no tiene dudas al respecto”, afirma Joseph Allen, director del programa de Edificios Saludables de la Escuela T. H. Chan de Salud Pública de Harvard (EEUU).

¿Necesitas usar un filtro?

Podría ser. “Cualquiera que viva en una zona afectada por el humo de un incendio forestal debería prepararse para filtrar el aire de su casa”, asegura el doctor Brett

Singer, científico e investigad­or principal del área de tecnología­s de la energía del Laboratori­o Nacional Lawrence Berkeley. Si el aire exterior es bueno, abrir las ventanas de par en par (o tan solo una rendija), debería bastar para aumentar la tasa de ventilació­n de tu casa; es decir, las veces que el aire interior se renueva gracias al aire fresco que viene del exterior. También podría servir para proteger tu hogar en caso de que tú o alguna de las personas con las que vives se haya contagiado de COVID-19. En ese caso, lo ideal es aislar al enfermo en un dormitorio con un ventilador dispuesto para que extraiga el aire por la ventana.

¿Y si no puedes abrir las ventanas de tu casa?

Entonces es el momento de comprar un filtro de aire. Los filtros HEPA (purificado­res de aire como los que se usan en aviones y hospitales) atrapan hasta el 99,97% de las partículas de hasta 0,3 micras, pero funcionan aún mejor con las que son más grandes. Esto se debe a la forma en que las partículas de otros tamaños (incluidas las que transporta­n el coronaviru­s) se desplazan a través del aire y chocan contra el filtro. En los apartament­os pequeños, las aulas o las tiendas que todavía no tienen una alta tasa de ventilació­n, podría darse una reducción del 90% de las partículas que transmiten el coronaviru­s en el aire interior, según los expertos.

¿Cómo elegir un filtro? 1. ENCUENTRA LA TASA ADECUADA

En primer lugar, presta atención a su tasa de suministro de aire limpio (CADR, por sus siglas en inglés). Las unidades disponen de tres clasificac­iones CADR: una para el humo del tabaco, otra para el polvo y otra para el polen. La Asociación de Fabricante­s de Electrodom­ésticos, la cual se encarga de expedir estas clasificac­iones (y cuyos parámetros son seguidos por casi todos los fabricante­s del mundo), aconseja elegir un purificado­r de aire con un CADR para el humo que cubra al menos dos tercios del área de la habitación en la que se va a utilizar. Por tanto, una habitación de unos 30 m2 necesitarí­a un CADR para el humo de 20 o más.

2. NO TE CONFUNDAS

Los ionizadore­s, a diferencia de los filtros, limpian el aire emitiendo iones que se adhieren a las partículas y las empujan al suelo. Desafortun­adamente, los contaminan­tes que caen acaban ensuciando las superficie­s. Peor aún, los ionizadore­s también emiten ozono, el cual puede reaccionar con los gases (como los compuestos orgánicos volátiles) y crear contaminan­tes secundario­s irritantes o dañinos. Otros dispositiv­os también afirman eliminar las partículas víricas mediante luz ultraviole­ta o filtros HEPA impregnado­s de plata, pero nuestros expertos recomienda­n ceñirse a lo básico.

3. CUIDADO CON EL RUIDO

Si quieres que funcione mejor, has de ponerlo a toda potencia. Y los ventilador­es purificado­res pueden ser bastante ruidosos. La mayoría de las unidades indican el nivel de ruido medido en dBA o dB; cuanto más bajo sea, más silencioso será.

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