EL DAÑO EN LA AUTOESTIMA
Alejandro Alder trata a varias personas a las que las redes sociales les han afectado y erosionado demasiado. Una situación que, desgraciadamente, sigue aumentando. Aunque nos digan que el problema no son las redes sociales, sino las personas, a veces es muy complicado digerir ciertos ataques que podemos sufrir usuarios anónimos. Lo que aguantan los famosos, eso ya es tener un máster en “no me importa nada, nada”, como canta Luz Casal. ¿Hay redes sociales que son las malas y otras que son las buenas? Según el psicólogo, “todo depende desde el prisma con el que se mire. Twitter, por ejemplo, en ocasiones se puede convertir en un vertedero emocional. Las personas llegan allí, expresan lo primero que piensan y sienten sin un filtro, generalmente reaccionando y no actuando o meditando sus respuestas. A esto hay que sumarle el lenguaje escrito, que no tiene matices en el tono en que se comunica, y se pueden generar hilos de comunicación agresiva y tóxica. Por tanto, hace que esta vía de comunicación se convierta en un espacio disfuncional que puede llegar a crear malestar. Por otra parte, Instagram se puede tornar como una red social que fomenta el histrionismo, el narcisismo y el mundo artificial. Una red social que suele estar basada en postear selfies y mostrarse a los demás puede llegar a generar consecuencias de malestar en sus usuarios. Detrás de estas conductas podría existir una necesidad de llenar vacíos emocionales y buscar, de una forma consciente o inconsciente, aceptación o validación externa debido a la falta de validación interna de sus usuarios”. Ahora bien, estas mismas redes sociales, en general todas, si se utilizan de una forma constructiva nos pueden traer aspectos positivos y constructivos. “Por eso matizo siempre: no es en sí el canal sino cómo se encuentra la persona que utiliza las redes en lo que respecta a su salud psicológica y emocional. Una persona con una buena autoestima y un buen autoconcepto tiene más recursos y herramientas internas para poner límites y no permitir que el contexto de las redes sociales, de llegar a ser destructivo o disfuncional, le erosione, dañe o le abra puertas para caer en manipulaciones. Tal vez, lo más importante podría ser reflexionar sobre cómo y para qué estamos utilizando las redes sociales. ¿Qué hay detrás de nuestro comportamiento en Instagram, Twitter o Facebook? ¿Qué respuesta buscamos con nuestros posts o publicaciones? ¿Por qué accedemos a ellas? ¿Para qué lo hacemos? ¿Qué queremos comunicar? Creo que esta es una excelente oportunidad para valorar que según cómo estemos en nuestro mundo interior tendremos más o menos herramientas y capacidades para poder movernos de una forma constructiva o destructiva en el exterior, sea en el contexto de las redes sociales u otro cualquiera”, comenta el experto.