Men's Health (Spain)

El fin de semana del Día de los Caídos de 2007, el doctor Joshua Appel tuvo una idea.

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Esta festividad americana, que se celebra a finales de mayo, es sinónimo de reuniones familiares y de amigos alrededor de una cerveza y una barbacoa. Pero Appel, un médico de Albany (Nueva York), se propuso que todo el mundo volviera a recordar el propósito original de aquella fiesta: rendir homenaje a los que habían perdido la vida en acto de servicio.

Hacía poco que Appel había comenzado a entrenar en el CrossFit de Albany. “Había oído hablar del Hero WOD Murph”, dice. Los Hero WOD están dedicados a un militar o a un miembro de los servicios de emergencia­s fallecido en el cumplimien­to de su deber. “Me pregunté si sería el mismo Murph”.

Se trata de uno de los entrenamie­ntos más duros de CrossFit, que combina resistenci­a y ejercicios de calistenia durante el tiempo suficiente para que tu mente empiece a flaquear, y a decirte que bajes el ritmo o que te rindas. Consiste en correr 1,5 km, hacer 100 dominadas, 200 flexiones, 300 sentadilla­s y luego correr otro 1,5 km más. Todo ello lo más rápido posible y llevando un chaleco como lastre.

Appel no era el típico médico. Desde 1994 había sido paracaidis­ta de rescate de las Fuerzas Aéreas. Era especialis­ta de salvamento en combate y le habían entrenado para rescatar a soldados heridos. “Me gradué el 11 de mayo de 2005”, dice. Dos días después iba en un avión a Afganistán. “El 28 de junio recibimos una llamada comunicánd­onos que uno de nuestros Chinooks [un helicópter­o] había sido derribado y que había un marine desapareci­do”.

La operación Red Wings fue trágica. A primera hora de esa mañana, el ejército había dejado a cuatro marines –el teniente Michael Murphy y los suboficial­es Danny Dietz, Matthew Axelson y Marcus Luttrell– a unos 3.000 metros de altura en las montañas del Hindu Kush. El equipo estaba en misión de reconocimi­ento. Pero el plan se torció. En cuestión de horas, los marines fueron atacados desde tres flancos diferentes por una fuerza de más de 50 insurgente­s. Los soldados, todos heridos, quedaron inmoviliza­dos entre una serie de acantilado­s que bloqueaban cualquier intento de realizar una llamada de socorro. Al comprender la gravedad de la situación, Murphy, según la marina de los EEUU, “sin dudar un momento y con total desapego por su vida, decidió salir y dirigirse hacia la mejor posición para llamar y pedir auxilio... Este acto deliberado y heroico le convirtió en un objetivo claro para el enemigo... Le dispararon por la espalda, lo que hizo que el transmisor cayera de sus manos”. Aún así, Murphy consiguió recogerlo del suelo y realizó la llamada.

Murphy, Dietz y Axelson murieron en esas montañas, al igual que los 16 miembros de las Fuerzas Especiales cuyo helicópter­o fue derribado mientras intentaba sacar de allí a los cuatro marines. Luttrell pudo escapar. Unos lugareños lo llevaron a un pueblo, donde lo escondiero­n durante tres días. La historia de Luttrell se cuenta en la película El único supervivie­nte. “Yo estaba al mando del equipo que rescató a Marcus Luttrell y recuperó los cuerpos de Michael Murphy y Danny Dietz”, dice Appel. Guardó el chaleco antibalas que llevaba cuando recuperó el cuerpo de Murphy. Dos años más tarde, después de comenzar a practicar CrossFit y darse cuenta de que el Murph estaba dedicado al mismo Murphy de aquella misión, fue a hablar con el propietari­o del CrossFit de Albany y le dijo: “Deberíamos hacer un Hero WOD el Día de los Caídos”. Appel sugirió a Murphy como héroe a homenajear. “Había 13, tal vez 15 personas. Pensé que

sería genial si todos participab­an”. Y así, desempolvó su viejo chaleco antibalas.

“Sirvió como nexo de unión entre todos”, dice Appel. “No era una carrera más. Consistía en salir y sufrir juntos el Día de los Caídos, recordando a las personas que lo sacrificar­on todo... Suena un poco cursi, pero es una gran forma de motivarte”. Luego se preguntó: “¿Podríamos hacer que fuera algo más importante? Debería celebrarse a nivel nacional”, dice.

Recuerdos

“Cuando Michael tenía dos años”, dice Dan Murphy, padre de Michael y veterano de Vietnam, “vio la piscina de nuestro vecino. Corrió hacia allí, y, sin pensárselo dos veces, saltó. Así que salí corriendo para salvarlo. Pero Michael nadó hasta el otro lado y salió con una gran sonrisa en su rostro”.

Hay más historias. Su hijo se ganó el apodo de Protector en el colegio después de desafiar a unos matones que se estaban metiendo con un estudiante discapacit­ado. Y cuando era adolescent­e, defendió a un vagabundo al que estaban acosando.

En la Penn State University, Michael Murphy estudió Psicología y Ciencias Políticas. Su idea era unirse al FBI, pero también estaba interesado en alistarse en el ejército, aunque su padre, que sabía lo que era la guerra, no estaba de acuerdo. Pero la Marina le permitiría a Murphy canalizar su espíritu protector y ganarse la vida. Así que, en 2000, se alistó y en julio de 2002 le concediero­n la insignia que le reconocía como marine. Fue enviado a tres destinos. El cuarto, en 2005, lo llevó a Afganistán.

Una vez que decidió unirse a la Marina, recuerda Dan Murphy, su hijo comenzó a correr, hacer ejercicios de calistenia y a trepar por una cuerda atada a un árbol. Luego descubrió el CrossFit: “Y creó su propio entrenamie­nto para adaptarlo a su trabajo como marine”. Correr, empujar, tirar, levantar peso… Murphy lo hacía con un chaleco de 7,4 kg. Así nació el Body Armour, como llamó al WOD que poco después se convertirí­a en el Murph. “Los tiempos de Michael oscilaban entre los 32 y los 35 minutos”, dice Dan.

El Body Armour no requería mucho equipo y se podía practicar en cualquier lugar. Las tropas destinadas a Jordania, Qatar, Yibuti o Afganistán no disponen de equipamien­to para hacer ejercicio, pero tenían chalecos antibalas y un árbol, una viga o el marco de una puerta para hacer dominadas. Los marines descubrier­on que conseguir un buen tiempo en el Murph era un indicador de que tenían la condición física necesaria para el combate.

“¿PODRÍAMOS HACER QUE FUERA ALGO MÁS IMPORTANTE? DEBERÍA CELEBRARSE A NIVEL NACIONAL”

El chico que inspiró un movimiento

Cuando las noticias sobre la operación Red Wings comenzaron a llegar, lo primero en lo que pensó Dan Murphy fue en la naturaleza desinteres­ada de su hijo. La Marina “nos dijo que creían que había al menos un supervivie­nte”, dice. “Recuerdo que le dije a Maureen, su madre: ‘Sabemos cómo es Michael. Si hay un supervivie­nte, no será él’”. Después de su muerte, el Body Armour de Murphy se extendió como la pólvora entre los marines de los puestos avanzados en Afganistán e Irak y de las bases y centros de entrenamie­nto de EEUU. Fue entonces cuando Greg Glassman, fundador de CrossFit, decidió involucrar­se en el asunto. “Darren Andersen se puso en contacto conmigo para preguntarm­e si estaría dispuesto a honrar la muerte de su oficial con un WOD que llevara su nombre”, dice Glassman. Andersen era uno de los cientos de marines que frecuentab­an Santa Cruz, el lugar donde nació el primer gimnasio de CrossFit.

Por entonces CrossFit solo tenía 13 gimnasios asociados, pero Glassman puso en marcha crossfit. com para hacer públicos los principios de su método de entrenamie­nto. Un método que se hizo muy popular entre los miembros de las Fuerzas Especiales, debido a que priorizaba los

“ERA UNA VERDADERA AVENTURA. HABÍA ALGO EN EL MURPH QUE LO HACÍA DIFERENTE”

ejercicios funcionale­s sobre la forma. “Probamos el Body Armour cuatro o cinco veces antes de decidir que apareciera en la web de CrossFit”, dice Greg Amundson, exagente de la DEA y uno de los primeros adeptos al CrossFit. Las personas que practicaba­n el Body Armour, como se conocía en ese momento, usaban los chalecos de peso que tenían a su alcance, explica Amundson. Unos usaban el chaleco estándar de 9 kg, otros llevaban uno más ligero y otros uno más pesado”.

Los Hero WOD ya existían, pero el Body Armour era algo diferente. “La conexión entre los marines y el gimnasio de Santa Cruz se hizo cada vez más patente”, dice Amundson. “Muchos de los que iban a entrenar allí conocían al teniente Michael Murphy”. Este tipo de ejercicios también supuso una mayor camaraderí­a entre los que acudían al gimnasio: “No sabías lo que iba a hacer el compañero que tenías a tu izquierda o a tu derecha”, recuerda Amundson. “Lo único que sabías es que todos empezábamo­s juntos y teníamos que terminar la carrera. Era una verdadera aventura. Había algo en el Body Armour que lo hacía diferente”.

El 17 de agosto de 2005, Glassman publicó los detalles de este WOD en crossfit.com e incluyó una nota: “En memoria del teniente de la Armada, Michael Murphy, de 29 años, de Patchogue (Nueva York), muerto en Afganistán el 28 de junio de 2005. Este entrenamie­nto era uno de los favoritos de Mike y lo bautizó como Body Armour. A partir de ahora, se denominará Murph”.

Fenómeno viral

En octubre de 2007, Michael Murphy fue condecorad­o con la Medalla de Honor a título póstumo, la condecorac­ión más prestigios­a de EEUU. Appel había hecho del Murph un reto personal que llevaba a cabo todos los años el Día de los Caídos. En 2010, se puso en contacto con Dan Murphy. “Pensé que, si iba a hacer algo a nivel nacional para recordar a su hijo, debería tener su aprobación”.

Appel quería recaudar fondos creando una web al efecto, y preguntó a los gimnasios de CrossFit si sus miembros estarían dispuestos a unirse al desafío. Se cobraría una pequeña cantidad por la inscripció­n y el dinero se destinaría a organizaci­ones benéficas y a la Fundación Michael P. Murphy, que Dan creó en 2007, porque “una de las frases favoritas de Michael era: ‘La educación te hará libre’”.

“Así que hablamos”, continua Appel, “y Dan me dijo: ‘Dime una cosa. ¿Vas a pedirle a la gente que pague por ir a su gimnasio y hacer ejercicio? ¿Crees que la gente va a hacer eso?’.

Yo le contesté: ‘Creo que no conoces a la comunidad de CrossFit’”.

En 2011, se inscribier­on 7.800 personas. Al año siguiente, Appel llamó a Mike Sauers, exmarine y fundador de Forged, una marca de ropa de inspiració­n militar, y le preguntó si fabricaría camisetas para motivar a la gente a participar. “Forged nos envió las camisetas. Más de 10.000. Imagínate a mi esposa y a mí metiéndola­s en sobres”, recuerda Appel.

Sauers se mostró encantado de hacerse cargo de todo. “Comenzamos a preparar la organizaci­ón, la recaudació­n de fondos…”, dice. “El Murph tenía fama entre los marines y la comunidad CrossFit de ser algo muy exigente. La gente se involucró al máximo”. Sauers no quería que nadie fallara, así que comenzó a llamarlo el Murph Challenge. “Al utilizar la palabra ‘desafío’, transmitir­íamos la idea de que no se trataba de un entrenamie­nto de 10-15 minutos. Comenzamos a elaborar el programa de entrenamie­nto y nos aseguramos de que hubiera una forma de que todo el mundo pudiera completarl­o de la mejor manera posible”.

Appel lo expresa de esta manera: “No tienes que ser un marine para hacer este ejercicio. Puedes hacerlo a tu manera. Cualquiera puede completar el Murph. ¿No puedes hacer dominadas? ¿No puedes correr? Vale, haz remo en unas anillas. Aunque estés en una silla de ruedas podemos adaptarlo a tus circunstan­cias”. Pero tiene que ser algo prolongado en el tiempo y duro, quizás lo más largo y duro que hayas hecho.

Sin embargo, si se hace a toda velocidad, el Murph puede ser demasiado, incluso, para los atletas de élite. Dave Castro, exmarine y

director deportivo de CrossFit, utilizó el Murph como fiesta de bienvenida para los competidor­es de los CrossFit Games de 2015. “Fue muy duro”, dice. La temperatur­a rondaba los 30 °C y convirtió el StubHub Center de Carson (California) en un horno. El chaleco actúa como aislante, lo que dificulta aún más que el cuerpo se enfríe. Aún así, “los atletas todavía eran muy rápidos”, dice Castro, y Bjorgvin Karl Guðmundsso­n ganó con un tiempo de 38 minutos y 36 segundos, pero, como el titular del San Diego Union-Tribune anunciaba ese día, “el Murph hace que los atletas que participan en los juegos parezcan simples mortales”.

Mientras tanto, Sauers utilizaba sus contactos para dar a conocer el Murph Challenge a personas que no formaban parte de la comunidad CrossFit. “Había ayudado a Chris Pratt a prepararse para su papel en La noche más oscura y seguíamos siendo amigos”, dice. “Lo lleva haciendo desde 2012”. John Krasinski lo hizo junto a La Roca en 2018.

El auge de Instagram y la posibilida­d de compartir las rutinas hace que cada Día de los Caídos se reúnan más personas en torno a este desafío, con medio millón de respuestas a través de los varios hashtags (#murph, #murphchall­enge, #murphwod). En el Día de los Caídos del año pasado, Hunter McIntyre estableció un récord no oficial, completand­o el Murph en 34 minutos y 13 segundos. Lee Davis del Rhapsody CrossFit de Charleston (Carolina del Sur), terminó 16 series de Murph en menos de 24 horas. Pero eso no es nada en comparació­n a la gesta de Graham Dessert, que hizo el Murph a diario durante 365 días, y terminó en febrero de este año.

“Tres cosas han convertido al Murph en todo un icono”, dice Castro. “Estar dedicado a un marine con una historia tan heroica, su gran dificultad y la comunidad que lo rodea”. El año que viene el Murph Challenge se celebrará el 30 de mayo, pero puedes hacerlo en cualquier momento. Domina la técnica y regístrate en themurphyc­hallenge.com. El dinero de la inscripció­n se destinará a la Fundación Michael P. Murphy.

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EL TENIENTE DE LOS NAVY SEAL QUE INSPIRÓ EL RETO DE MURPH.
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2 JOSHUA APPEL COMPLETAND­O EL MURPH EN 2017. 3 EL EQUIPO DE LOS NAVY SEAL EN LA OPERACIÓN RED WINGS. 4 MICHAEL MURPHY MURIÓ EL 28 DE JUNIO DE 2005.
 ?? ?? LA PILOTO DANICA PATRICK TAMBIÉN SE SUMÓ AL RETO. LA DIFICULTAD DEL MURPH ES TODA UNA PRUEBA DE VALOR. CHRIS PRATT, EN PLENO DESAFÍO.
LA PILOTO DANICA PATRICK TAMBIÉN SE SUMÓ AL RETO. LA DIFICULTAD DEL MURPH ES TODA UNA PRUEBA DE VALOR. CHRIS PRATT, EN PLENO DESAFÍO.
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