HÉROE ETERNO
Mientras su carrera en la gran pantalla ha alcanzado la categoría de superhéroe de Marvel, el boxeador convertido en entrenador y actor Don Lee encuentra la calma volviendo al lugar donde empezó todo: el gimnasio.
LO ÚNICO importante para Don Lee ahora mismo es el siguiente golpe. Nos encontramos en el barrio de Yeoksam, en Seúl, a primera hora de la mañana, y Lee entrena casi a oscuras en el club de boxeo Challenge Boxing, asestando un golpe tras otro contra el pesado saco rojo. El impacto de cada puñetazo resuena por toda la sala. Su mente está totalmente centrada en los golpes, hasta el punto de que no piensa en nada más. “Una de las razones por las que entreno es para despejar la mente”, nos cuenta en coreano, su lengua materna. “Procuro separar el trabajo de mi entrenamiento”.
Después de dos décadas de mucho trabajo principalmente para el cine de su país, Ma Dong-Seok (Don Lee es su nombre occidentalizado) acaricia el estrellato tras interpretar en Eternals al héroe indestructible Gilgamesh, su papel más destacado hasta la fecha. En los próximos meses rodará para el remake hollywoodiense de The Gangster, the Cop, the Devil (El gángster, el policía y el diablo fue como se tituló en España la cinta original), un thriller policiaco surcoreano, a cargo de la productora Balboa Productions, de Sylvester Stallone. Además, produce y protagoniza la serie de acción The Club, de la productora Gorilla 8 Productions, de la que es copropietario. Y acaba de finalizar el rodaje de Holy Night: Demon Hunters, una película de terror surcoreana. Cada papel que interpreta incluye escenas de pelea, por lo que Lee, que proviene del mundo del fitness y la lucha, encaja muy bien en todos ellos.
Mucho antes de que se pusiera a zurrar a los malos de Marvel, ya soñaba con ser boxeador. Recuerda que cuando tenía 17 años, inspirado por la saga Rocky de Stallone, dejó Seúl para irse a vivir a Montana con su familia e intentar ser profesional. Un sueño truncado y lleno
de frustración, pues acabó limpiando oficinas y fregando platos en un restaurante chino.
Y entrenar fue lo que le ayudó a gestionar la frustración. Los días de trabajo en las oficinas terminaban con Lee colocándose delante de una ventana y mirando su reflejo mientras pegaba puñetazos y ganchos al aire. “Me lamentaba porque mi familia era muy pobre”, cuenta. “Ahí fue cuando el entrenamiento me ayudó a liberarme de la presión y la rabia. Entrenar era lo único con lo que de verdad disfrutaba”. Así continuó hasta convertirse en el entrenador del campeón de artes marciales mixtas Mark Coleman. Más tarde, pasados los 30, volvió a Corea y empezó a conseguir trabajos como actor, en parte por su físico robusto. “Nunca pensé en dedicarme a la actuación, pero empecé a hacer audiciones y surgieron cada vez más oportunidades”, cuenta.
Don lanza otra ráfaga de golpes al saco y después se dirige hacia su oponente, ataviado con un chaleco acolchado. Lee también incluye pesas en su rutina de entrenamiento que, aunque las lesiones (incluidas una fractura en la espalda y una lesión en el hombro que le hicieron pasar por quirófano dos veces) le hayan