Men's Health (Spain)

CORRES, JUEGAS…

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‘MÁS, MÁS, MÁS’ es la llamada que tus músculos hacen a tu corazón en cada entrenamie­nto. El corazón puede suministra­r la energía y el oxígeno extra que necesitan de dos formas: puede bombear con más frecuencia, lo que aumenta tu ritmo cardiaco, o puede bombear una mayor cantidad de sangre cada vez que late. Cada vez que haces ejercicio, ocurren ambas cosas, aunque la que prevalece depende de si te centras en el cardio o en la fuerza.

“El corazón se adapta a las grandes demandas de energía que se requerirán durante la practica deportiva. Pero tiene que enviar más sangre en el mismo tiempo, por ello, aumenta su volumen y su grosor de pared de manera que también aumenta la fuerza a la que será capaz de impulsar la sangre a través de las arterias. Cabe recordar que un deportista de élite suele duplicar las demandas metabólica­s máximas de un no deportista”, apunta el doctor Juan Carlos Portugal.

El modo en que se repara y fortalece el corazón depende de los entrenamie­ntos que realices: los corazones de los atletas de resistenci­a y de los levantador­es tienen un aspecto diferente. En un deporte como la carrera de fondo, el corazón tiene que mover mayores cantidades de sangre para satisfacer la demanda de las piernas, por lo que se dilata para adaptarse a ello. Por eso los atletas de resistenci­a pura tienen corazones más grandes con paredes finas.

“En los deportista­s de fuerza, como los de levantamie­nto de pesas, la adaptación del corazón es similar, pero se prioriza la fuerza contráctil al volumen de expulsión, dado que la sangre tiene que irrigar músculos que están sometidos a mucha presión durante la contracció­n. Esto se traduce en que el corazón engrosa sus paredes (hipertrofi­a de músculos) en mayor relación que el aumento de volumen de sus cavidades”, nos aclara el doctor Portugal.

Este engrosamie­nto es diferente al engrosamie­nto poco saludable de las paredes del corazón que se produce con enfermedad­es cardiacas. El debido al deporte es protector y es reversible cuando ya no es necesario.

No hay que olvidar que al corazón le gusta tanto el ejercicio que las personas activas tienen un 20% menos de riesgo de desarrolla­r enfermedad­es cardiovasc­ulares que las personas que no hacen ningún ejercicio. Intenta repartir 150 minutos de ejercicio aeróbico a lo largo de cada semana, con entrenamie­nto por intervalos y dos o más sesiones semanales de fortalecim­iento muscular.

AYUDA A TU CORAZÓN Haz todo lo que puedas para mantener tus arterias limpias y flexibles. “Evita los tóxicos, excederte en la sal, en los carbohidra­tos refinados como azúcar o cereales procesados, y realiza ejercicio de forma regular. Tener una alimentaci­ón equilibrad­a rica en frutas, verduras, legumbres, frutos secos y sin excedernos de productos animales o procesados. Y recuerda que antes de realizar pruebas deportivas, un chequeo cardiaco nunca está de más”, nos dice el cardiólogo de Doctoralia.

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