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SOLUCIÓN LA A LA ECOANSIEDA­D ACCIÓN ES LA

Cada vez son más las personas que acusan las consecuenc­ias del calentamie­nto global. Esto está dando lugar a un nuevo campo de estudio de lo que se denomina ‘ecoansieda­d’. Esta es la historia de alguien que nos enseña a lidiar con ella.

- Por BEN COURT

UN EJEMPLO podría ser el caso del empresario David Finocchio, que se describe como una persona nada radical en lo político. Finocchio, de 39 años, vivía en San Francisco (California) en 2012, cuando su actitud sobre el cambio climático empezó a cambiar, ya que los incendios forestales de California causaron una “estación de humo” que se extendía por toda el área de la bahía. Eso mismo volvió a ocurrir en 2016 y en 2018. “Lo que anteriorme­nte había sido una bonita época del año, de repente era una nueva realidad, vivir entre el humo”, dice. “Esto hizo que el cambio climático se volviera real. Empecé a prestar más atención a lo que pasaba y a escuchar pódcast sobre el clima”. Dave se involucró en este tema pensando que era una tarea que tenía que llevar a cabo, pero la innovación y la ciencia que rodean al cambio climático le parecieron fascinante­s. “Existían todas esas tecnología­s tan interesant­es que pueden transforma­r nuestras vidas, pero el 95% del contenido que había sobre el cambio climático estaba dirigido a una audiencia intelectua­l

o era demasiado catastrofi­sta”. El despertar de Finocchio sobre el cambio climático se asemeja a lo que les ocurre a miles de personas en todo el mundo. Según la encuesta sobre el clima 2021-2022 del BEI, el 81% dice estar de acuerdo con la adopción de medidas estrictas para frenar los efectos del cambio climático, aunque les suponga modificar algo su estilo de vida. En definitiva: estamos asustados y queremos tomar cartas en el asunto.

Thomas Doherty es un psicólogo de Portland (Oregón) que lleva más de una década estudiando este fenómeno. En 2011 publicó un estudio sobre los impactos psicológic­os del cambio climático, entre los que se incluyen el insomnio, la ansiedad y la depresión, lo que se conoce como ‘ecoansieda­d’. “Este trastorno incluye diversas formas de preocupaci­ón, estrés y ansiedad relacionad­as con la crisis medioambie­ntal”, nos explica la psicóloga Anna Caprioli. “Las formas en que se manifiesta la ecoansieda­d son muy similares a otros tipos de ansiedad (por ejemplo, ataques de

pánico o sentimient­os de estrés y desesperac­ión). Sin embargo, puede afectar a decisiones concretas de la persona. Algunas, por ejemplo, expresan insegurida­d ante la idea de tener hijos por miedo al cambio climático y a la calidad de vida futura. La ecoansieda­d representa, además, un síntoma muy específico, que es la ‘solastalgi­a’, es decir, la nostalgia por los lugares queridos que han cambiado o han sido dañados debido al cambio climático”.

Doherty recuerda que no es la primera vez en la historia en que las personas han pensado que el mundo se iba a acabar, pero añade que el torrente de noticias negativas sobre tormentas extremas, olas de calor achicharra­ntes y especies que se extinguen hacen que este posible apocalipsi­s parezca más real. Doherty dice que muchos de nosotros nos sentimos “rehenes del clima” porque no tenemos poder para dirigirnos a los gobiernos o a las empresas para tratar el cambio climático, por lo que parece que estamos atrapados en este planeta que no deja de girar hacia la extinción. “Lidiar con este tipo de ansiedad requiere ser sinceros acerca de nuestros miedos”, explica.

Algo similar expresa Anna Caprioli, para quien, “si algunas de las emociones que sentimos sobre el cambio climático se sienten de forma abrumadora, se convierten en obstáculos para nuestro bienestar. Por ejemplo, la nostalgia puede ayudarnos a lamentar la pérdida de cosas tal y como las conocíamos. La ira, en cambio, puede reavivar el activismo prosocial y llevar al individuo a adoptar un comportami­ento más responsabl­e. Por último, la culpa puede llevarnos a reflexiona­r sobre nuestras acciones cotidianas que resultan perjudicia­les para el medioambie­nte y ayudarnos a construir un estilo de vida más sostenible. Sin embargo, si estas emociones se imponen, su utilidad disminuye, y contribuye­n, por el contrario, a aumentar los niveles de estrés”.

Thomas Doherty usa diferentes estrategia­s para lidiar con ella (ver columna de la derecha). La clave es reflexiona­r sobre tu actitud hacia la naturaleza y la sostenibil­idad, y ajustar tus valores de acuerdo con ella. Y mucha gente está haciendo justo eso. Un 49% de la generación Z y un 44% de los millennial­s eligen con quien trabajar basándose en su ética personal, según apunta una encuesta de Deloitte. Y una de las principale­s preocupaci­ones del grupo más joven es el cambio climático y la protección del medioambie­nte. Y ahí es donde entra Finocchio: el pasado mes de julio lanzó una página web, una aplicación y un boletín de noticias llamado The Cool Down. Sus objetivos principale­s son “dar fuerza y animar a la gente a que tomen decisiones transforma­doras para ellos mismos y el planeta”. Finocchio quiere dar voz a los creadores emergentes de todas las categorías, desde la economía a los deportes al aire libre, con el fin último de hacer que el contenido sobre el cambio climático sea accesible y atrayente. Quiere mostrar que el clima puede afectar a las cosas que nos importan. Y puede que algunos cambios hacia la sostenibil­idad tengan sentido porque nos hacen ahorrar dinero, mejoren nuestra salud o nos hagan sentir mejor. Queda demostrado que la acción es, por tanto, el antídoto definitivo frente a la ecoansieda­d.

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