Uno de los nuestros
SEBASTIÁN YATRA ENTRA POR LA PUERTA DEL ESTUDIO, EN EL QUE VAMOS A DISPARAR (¡POR FIN!) las fotos de portada de su Reto Men’s Health…, y para cuando llega a donde estoy yo han pasado más de 45 minutos. Y uno se desespera hasta que entiende que en ese tiempo Sebastián Yatra no ha estado precisamente revisando que hayamos pintado su camerino en el tono Marfil/Quebrado Pantone 443 que estaba estipulado; comprobando que, efectivamente, nadie le ha mirado a los ojos como marcaba su contrato; o bebiendo agua Fiji a 2 grados exactos de temperatura… Porque Sebastián Yatra, más que a Jennifer Lopez, se parece a tu abuela cuando tarda 45 minutos en recorrer 200 metros porque se para a hablar hasta con las papeleras.
Y eso es precisamente lo que ha hecho Sebastián Yatra durante todo ese tiempo: hablar. Saludar a la chica de la entrada y hacerse 324 fotos con ella. Ponerse al día entre risas con parte de su equipo, recién aterrizado de Miami. Vacilar a Aarón Santos, a Roberto Oliver y a Luis Carlos Origel, sus fieles escuderos durante el Reto.
Y charlar. Charlar sin descanso. Charlar con maquilladores, con estilistas, con el equipo de producción, con fotógrafos, con ayudantes de vídeo… y hasta jurarías que con el contenedor de orgánico que se ha encontrado por el camino.
Y uno, como si se tratara de su abuela, respira hondo y trata de ser comprensivo… Hasta que a uno le llega su turno, y se sienta a charlar con Sebastián Yatra y lo entiende todo:
—No te voy a decir ni un nombre, claro, pero eres de los poquísimos famosos con los que he tratado que no viven en una burbuja. Que no solo preguntan, sino que escuchan lo que les cuentan.
—Es que me dices eso y me parece muy loco. Que la fama o el éxito le quiten la humanidad a las personas... Mira, en mi cabeza nunca estoy pensando que soy cantante o que soy famoso. Es una profesión. Es un trabajo. Y ser buena gente es tan fácil... Lo complicado es ser mala gente. Si alguien te pide una foto o te cuenta algo y lo ignoras… ¡uf! Es que no tratar a alguien es lo mismo que tratarlo mal, ¿no?
Sí. Y por eso ahora eres uno de los nuestros.