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Cuidado con la música de los gestores
Junio ha sido otro mes difícil para los mercados globales. Todos los principales mercados de renta variable y prácticamente todos los sectores cerraron el mes en números rojos.
En total y en términos del dólar estadounidense, la renta variable global bajó aproximadamente un 8% durante el mes, con una caída del 16% en el segundo trimestre y superior al 20% desde el inicio del año.
La renta fija, por su parte, sufrió un escenario similar, registrando una caída de alrededor del 5 % en junio y del 10 % desde el comienzo del año, lo que hizo que fuera extremadamente difícil para los inversores no verse atrapados en la espiral general a la baja. Las carteras compuestas por igual proporción de bonos y acciones de EEUU han perdido más en el primer semestre del año que en cualquier otro momento de la historia desde la Gran Depresión. Y todo ello sin mencionar la debacle ocurrida con las criptomonedas.
La otra cara de tanto pesimismo es que las valoraciones descendieron desde niveles elevados para situarse en niveles atractivos.
En reuniones mantenidas con diversos gestores de fondos de diferentes clases de activos, muchos han caracterizado su respectiva clase de activos como “atractiva” y plantearon argumentos convincentes acerca de por qué hoy es un bueno momento para invertir.
¿Pero cómo es posible que la mayoría de las clases de activos puedan resultar “atractivas” al mismo tiempo? ¿Cómo elegir entre todas ellas? La literatura en materia de inversión habla claramente sobre cómo se construye una cartera y los distintos papeles que cada clase de activos juega en todo ello.
Una respuesta algo inocente a esta pregunta podría ser que, debido a que los últimos seis meses han sido todo un desafío para la mayoría de las clases de activos, un rebote coordinado y a corto plazo podría estar a la vuelta de la esquina.
Aunque esta explicación pueda tener algo de lógica, el argumento sigue siendo débil.
Una posible respuesta podría encontrarse en el marco temporal de inversión de cada clase de activos, y otra respuesta apropiada podría venir de la magnitud de la recuperación esperada para cada clase de activos. Tradicionalmente, en vista de un escenario de recuperación, los gestores de renta variable buscan una rentabilidad superior a tan solo un 5% ó 7%, mientras que en el caso de la renta fija, donde el estilo de recorte de cupones ha sido siempre una estrategia predecible para asegurar algunos puntos básicos, los gestores de carteras estarían muy contentos con una perspectiva de rentabilidad por encima del 5% en un futuro cercano.
Otra manera de afrontar este reto podría venir del campo de la semántica. En un mundo donde todo debe ser sencillo y fácil es comprensible que los gestores abusen de una terminología atractiva para captar inversores. Lamentablemente, la mayoría de nosotros adoptamos esta conducta con frecuencia casi sin quererlo.
A modo de conclusión, todos sabemos que el market timing es poco productivo, por lo que intentar establecer el suelo de cada mercado no tiene sentido. Externalizar el proceso de decisiones de inversión a manos de profesionales de manera voluntaria es un primer paso acertado, pero los inversores también deben hacer sus deberes y asegurarse de que su estrategia de inversión se basa en su propia tolerancia al riesgo.
La otra cara del dicho “No permitas que la verdad se interponga en el camino de una buena historia” es más cierta que nunca. Estemos atentos a qué música interpretarán los gestores de fondos después de una venta masiva en el mercado (selloff), especialmente cuando no sea apropiada para nuestro apetito de riesgo.