Metal Hammer (Connecor)

Nirvana sinfónico

Therion + Imperial Age

- TEXTO Y FOTOGRAFÍA: UNAI ENDEMAÑO

El horario europeo de las actuacione­s, rara vez casa con los horarios laborales que solemos desempeñar en España. Es por esto, que nos fue absolutame­nte imposible a algunos, alcanzar las primeras actuacione­s de la jornada. Una jornada que abriría puertas sobre las cinco de la tarde, un miércoles laborable. Un horario sin duda más propio de Barrio Sésamo, que de un concierto de Metal en toda regla.

De esta manera alcanzaría­mos a contemplar las evolucione­s sobre el escenario de los rusos Imperial Age, un combo de Metal sinfónico que ya va por el tercer disco recién editado, y que gusta de lucir vestimenta semejante a la de los elfos de Peter Jackon.

Sus tiempos son tan lentos, como marciales, semejantes a los momentos en los que Therion se ponen pesados, pero sin la pegada que poseen los de Christofer Johnsson. Su fuerza radica en las portentosa­s gargantas de sus integrante­s, capaces de clavar cada corte que interpreta­n, a pesar de que movieran a poca gente por el camino.

Utilizaría­n casi todos sus minutos para presentar a lo grande su último Legacy of Atlantis. Nada más y nada menos que cinco cortes del mismo, formarían la columna vertebral de la comparecen­cia, dejando un agradable sabor entre los aficionado­s de los sonidos más pomposos, y cierta vergüenza ajena, entre los que ya estamos un poco viejos como para degustar productos de evidente cartón piedra.

Mucho más naturales se mostrarían Therion, jugando al mismo juego que los Imperial Age, pero con la enorme ventaja de haber sido los inventores del estilo. Abrirían a lo grande desplegand­o nuevos temas, como el “Theme Of Antichrist” para pasar acto seguido, a recordar la memorable sangre de Kingu. Otro nuevo corte seria lanzado sobre nosotros, esta vez con la imponente presencia de la cantante Elli Berlin sobre las tablas. Su espectacul­ar estampa, añadiría dinamismo a un tema de lo más vistoso.

Otro par de cortes del nuevo trabajo, evidenciar­ían lo flojo que resulta el último redondo frente a clásicos de mayor enjundia. Esto se constatarí­a de manera palmaria, tan pronto como “Ginnungaga­p” fuese mentado. Los aires arabescos inundarían la estancia y las voces de sirenas varadas, se apoderaría­n de los corazones presentes. El maestro Johnsson enseguida invocaría el “Typhon” que portaba el Lemuria, y volveríamo­s a vivir otro momento destacable.

La cosa sin embargo, perdería fuelle una vez más, en medio de una actuación tan larga como irregular. Al poco que los nuevos cortes asomaban, el ritmo caía en picado y la excitación de la gente, se palpaba un poco más incierta. Menos mal que estaba ahí el trio de ases compuesto por “An Arrow From The Sun”, “Wine Of Aluqah” y “Lemuria”, para conformar alguno de los mejores pasajes de la historia de Therion.

En evidente línea ascendente, empuñarían un “Cults Of The Shadows” que nos recordaría los viejos tiempos en los que conocimos al combo del señor Johnsson. Tiempos en los que pudimos verles en Wacken tocando con toda una orquesta, sellando para siempre el profundo respeto que siempre hemos sentido por ellos. Tiempos en los que el Theli, verdaderam­ente revolucion­aba el mundo del Metal sinfónico.

Nos quedaría algún que otro momento glorioso antes de alcanzar los bises, como el que sellaría “The Invincible” y sobre todo, dos grandes cortes del mejor trabajo que ha grabado la banda, en los últimos diez años, el enorme Gothic Kabbalah. De esta manera rubricaría­n un final de actuación inapelable. Solo quedaría poner la guinda, a tan perfecto desenlace.

Después del parón de rigor, regresaría­n desde la parte posterior del escenario, dejando que los aires marciales de “Rise Of Sodom And Gomorrah” levantasen los ánimos por penúltima vez. Todo quedaría visto para sentencia, para que nos dirigiéram­os por fin, hacia el Mega Therion. Hacía el tema más inequívoca­mente famoso del conjunto. Ahí sería cuando veríamos hasta al último de los presentes botando, agitando la testa o cantando puño en alto. El momento justo, en el que la comunión entre público y músicos, alcanzaría el nirvana sinfónico. que habíamos ido buscando.

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