La Hermandad del Cuervo Negro
Chris Robinson Brotherhood
Enorme había sido la expectación despertada por la última venida de Chris Robinson hasta nuestras tierras, en este caso, sin nada que ver con sus cuervos negros, proyectándose a través de su entrañable Brotherhood y presentando un último trabajo, Barefoot in the Head, del que acabarían presentando hasta cuatro cortes.
Tanta sería la repercusión de la cita, que las entradas llegarian a agotarse, hasta un mes antes de la fecha, con gentes venidas de todas partes, un miércoles perdido de marzo, para abarrotar hasta la bandera el emblemático Kafe Antzoki bilbaíno.
Sería un público eminentemente maduro el que petaría la sala, haciéndonos sentir a algunos que ya peinamos canas, casi como chavales recién aterrizados en un concierto hippie. El buen rollo y el ambiente relajado, se instauraría desde el minuto cero, casi desde el mismo instante, en el que el incienso comenzara a arropar el recinto.
“I´m Ready”, una versión de Fats Domino, sería la primera pieza colocada para ir caldeando el garito. Su ritmillo rocanrolero, conseguiría trasportarnos varias décadas atrás. Rápidamente llegaría uno de los primeros momentos en los que reconoceríamos el oscuro espíritu de los cuervos, con “Rosalee” saliendo a la palestra, entre slides deliciosas. Los tiempos pausados sin embargo tomarían protagonismo mientras los cortes se iban tornando más y más sureños. De esta manera, pasaríamos
KAFE ANTZOKI - BILBAO
por “High Is Not The Top” y “The Chauffeur´s Daughter”, quedándonos anclados por último, en los etéreos suspiros que emanaban de “One Hundred Days Of Rain”.
Aquello podría haberse considerado un concierto de Rock a duras penas, con el Blues Rock como protagonista, y la garganta del señor Robinson, brillando en los momentos cruciales que el mismo había escogido.
Uno de esos retazos, sería la delicada “Beware, Oh Take Care”, en donde el viejo cuervo acariciaría nuestros oídos, hasta el punto de dejarnos extasiados. Acto seguido se marcaría una versión marcadamente hippie con la que daría por concluida la primera parte del bolo. Porque habría toda una segunda parte entera.
Terminaría resultando pelín excesivo el metraje del evento, sobre todo teniendo en cuenta lo lineal del repertorio, que no variaría demasiado en ningún momento. Hubiera sido antológico, ver como el asunto hubiese ido in crescendo paulatinamente, pero tuvimos que conformarnos con lo que se nos ofertó. Mucha clase, mucho feeling a las voces y la bendita oportunidad de volver a disfrutar por unas horas, con uno de los mejores cantantes de Rock sureño que ha dado la historia. Por mucho que lleve unos años empeñándose en hacer lo que le sale de los mismísimos, y que prefiera grabar discos con su hermandad, que con su propio hermano, el cuervo sigue volando alto.