Mástiles y cuerdas
WIZINK CENTER - MADRID
Llega el G3 a Madrid, decidido a conquistar el Wizink Center. El mayor pabellón para la música en vivo de la capital (estadios deportivos aparte) ofrecía una buena imagen, con una entrada más que saludable de aficionados a la guitarra, reunidos para presenciar uno de los mayores eventos de las seis cuerdas que puede verse sobre un escenario. Esta fiesta itinerante de la guitarra lleva años dando la vuelta al mundo bajo el apadrinaje de Joe Satriani y nos ha permitido disfrutar de algunos de los mejores y más icónicos guitarristas del rock y metal internacional.
En esta ocasión eran John Petrucci y Uli Jon Roth los que acompañaban a Satriani, siendo Roth el encargado de dar el pistoletazo de salida a la velada, con la interpretación de “Sky Overture” y “Sun In My Hand” (de su etapa en Scorpions) como primeros pasos dentro de su setlist. El veterano guitarrista es todo un icono del rock y uno de esos intérpretes capaces de hacer llorar, reír y gritar a su instrumento de la forma más natural imaginable. El tercer tema de su setlist en Madrid fue una intensa y emotiva pieza dedicada a su recientemente fallecido hermano Zeno Roth, titulada “We’ll Burn The Sky”, también de su etapa en Rainbow. Seguidamente el guitarrista nos deleitó con un solo de inspiración flamenca, recogiendo pequeñas piezas clásicas del género adaptadas a su guitarra eléctrica, en un momento cargado de feeling que personalmente me recordó un poco a Al Dimeola. El solo enlazó con “Fly To The Rainbow”, otro cover de Scorpions y penúltima parada en el setlist inicial de Uli. Mención especial merece Nikals Turmann, guitarrista y vocalista que acompaña a Uli como parte de su banda y que cuajó una excelente actuación, que tuvo como guinda final la interpretación de “The Sails Of Charon”, también de Scorpions, y uno de los temas que mejor saca a relucir las virtudes de Uli Jon Roth a las seis cuerdas.
Un vídeo y una intro anunciaban el comienzo del show de John Petrucci. El guitarrista de Dream Theater es uno de los intérpretes mejor considerados del circuito desde hace años y su estilo inconfundible le vale tantos fans como detractores, aunque ni tan siquiera estos últimos ponen en tela de juicio su asombrosa capacidad a las seis cuerdas. Comenzando con “Wrath Of The Amazons” y “Jaws Of Life”, Petrucci dejó pruebas fehacientes de que no hay técnica que se le resista con una guitarra en la mano.
Sin lugar a dudas su set fue el más ‘cañero’ de la noche, con un peso metalero innegable, como cabía esperar. Acompañado por Dave Larue al bajo (este hombre nunca falla, aunque es esa clase de músico fiable que tampoco termina de destacar) y Mike Mangini a la batería (lo siento, pero cada día me deja más frío), el barbudo guitarrista no se anduvo por las ramas a lo hora de atacar a la audiencia con riffs potentes y distorsionados y cabriolas a velocidades vertiginosas en lo solos.
“The Happy Song” es una nueva composición que John está interpretando en este G3 y que tiene un espíritu melódico muy inspirado en el hard rock ochentero, resultando bastante refrescante y en general bastante divertida, escondiendo algunas joyas técnicas en una apariencia de sencillez que realmente hace del tema una canción fácil de escuchar y con mucha capacidad para conectar con el público. Seguidamente pudimos escuchar “Damage Control”, con un Petrucci absolutamente desatado sobre las cuerdas, tanto que por momentos parecía olvidarse de que tenía un público delante, dejándose atrapar por su propia interpretación hasta desaparecer en un mar de notas. “Glassy-eyed Zombies” fue la segunda composición nueva de la noche que sonó durante el setlist de Petrucci, siendo este un tema mucho más potente, oscuro y proggy que “The Happy Song”. Tengo
la sensación de que este corte debió salir de alguna sesión de Dream Theater, descartado por no encajar en el momento musical de la banda o algo similar. Sin duda la estructura, los riffs y el tono elegido para el tema recuerdan a la DT una barbaridad. Por último, Petrucci nos ofreció la imprescindible “Glasgow Kiss”, un clásico de sus interpretaciones en solitario. Sin duda un buen cierre para su set. Buena actuación, intensa y derrochando calidad técnica, aunque le faltó algo de “aire”.
Joe Satriani no tiene nada que demostrarle a nadie y después de dieciséis discos, este maestro de maestros sigue maravillando a cualquier audiencia que tiene la suerte de verle sobre un escenario. Siendo sinceros, a estas alturas Satriani ya ha dicho todo lo que tenía que decir e innovar en la guitarra, lo hizo yace tiempo, y cada show y nuevo disco que nos llega de su mano es un regalo para sus fans más que una búsqueda de algo más. Que nadie interprete esto como algo negativo, no lo es, solo expreso lo que creo una realidad: debemos dar gracias a este genio de las seis cuerdas por todo lo que ha hecho y por seguir maravillándonos con su feeling y su técnica aún después de haber satisfecho su propia necesidad creativa hace ya tiempo.
Su setlist, presentando su trabajo más reciente, fue el más largo de los tres (como cabía esperar) y nos ofreció una buena selección de sus mejores temas, con momentos para todos los gustos. Uno de los puntos a destacar por encima del resto de actuaciones fue la banda que acompañó a Joe, indudablemente la mejor de las tres, con algunos intérpretes de talla estratosférica, como el bajista Bryan Beller.
“Energy” y “Catbor” dieron comienzo al show de Satriani, metiéndonos de lleno en su particular atmósfera de clase e intensidad, en la que resulta sorprendentemente fácil pasar del hard rock al blues, acariciar el metal o incluso tontear con el jazz sin que ninguno de estos virajes resulte brusco o antinatural. Quizás esa sea la mejor virtud de este alienígena de la guitarra: su sorprendente capacidad para fundir estilos y recursos en un sonido intransferible y tan inconfundible como su forma de tocar.
Con diez temas por delante y las gafas de sol en su sitio, Satriani se gustó sobre el escenario y volvió a enamorarnos de sus notas gracias a temas como “Cherry Blossoms” o “Thunder High On The Mountain” (con un Brian Beller sobresaliente al bajo). Antes de él habíamos presenciado un show lleno de clase y feeling por parte de Uli Jon Roth y otro vertiginoso y desafiante a cargo de John Petrucci. En tres canciones Satriani había recorrido ambos caminos con una maestría y una facilidad insultantes, dejando a sus compañeros de cartel atrás sin sudar.
Acostumbrado a estar al frente de sus shows, Joe demostró tener más tablas como frontman y eso le ayudó a dibujar una actuación divertida, atractiva y llena de matices que demostraron por qué está considerado como uno de los mejores en su instrumento. Con las maravillosas locuras de temas como “Super Funky Badass”, “Cataclysm” o “Circles” no puedo si no imaginarme que, en ese momento y ese escenario, tanto Uli como Petrucci desearon ser Joe Satriani por una noche.
En su recta final Joe nos ofreció “Always With
Me, Always With You” y “Summer Song”, cerrando una actuación superlativa para la que las palabras se quedan cortas. Y con esto a la noche solo le restaban los bises, con los tres protagonistas del G3 sobre el escenario, aventurándose en sendas y creativas versiones de “Highway Star” (Deep Purple), “All Along The Watchtower” (Bob Dylan) y finalmente “Inmigrant Song”, inolvidable clásico de Led Zeppelin que tomo una nueva encarnación para cerrar el show en el Wizink Center de Madrid.