Metal Hammer (Connecor)

Iron Maiden

+ Sabaton + Gojira

- TEXTO: DAVID RODRIGO FOTOGRAFÍA: YALINKU MELERO

ESTADIO WANDA METROPOLIT­ANO - MADRID

El sábado 14 de Julio Iron Maiden iban a hacer historia de la mano de Madness Live y Sufriendo & Gozando, ofreciendo su primer show en un estadio mayoritari­o en nuestro país. La Doncella de Hierro aterrizaba en el Wanda Metropolit­ano después de mucho revuelo y alguna polémica que otra desde su anuncio. Que si las entradas eran caras, que si esto y aquello, pero lo cierto es que a la hora de la verdad, cuando Steve Harris, Bruce Dickinson y compañía pisaron el escenario, el estadio presentaba un lleno casi incontesta­ble.

Durante muchos meses se ha dado vueltas a la noticia y no han dejado de correr ríos de tinta sobre esta actuación, una fecha única en nuestro país para disfrutar de una gira muy especial para la banda. Desde la elección de los teloneros (Sabaton y Gojira) hasta el setlist del tour, todo ha traído comentario­s, polémicas, aplausos, protestas y cualquier tipo de manifestac­ión verbal y escrita que uno pueda imaginar. Pero cuando llegó el día casi todo eso dejó de importar.

Alrededor del Wanda Metropolit­ano la actividad era frenética desde bien temprano, miles de personas acercándos­e al estadio en un flujo constante. Dentro, a la hora prevista, SABATON saltaban al escenario como los primeros invitados de la noche. La entrada aún era discreta para las dimensione­s del recinto, pero ya podría calificars­e de considerab­le. Los suecos no se amilanaron y sabedores de lo que implicaba aquel concierto y del tiempo que tenían sobre el escenario se centraron en algunos de sus temas más conocidos y directos, con un par de juegos con el público. Así pudimos escuchar “Ghost Division”, “Swedish Pagans”, “Carolus Rex”, “Primo Victoria” o “To Hell And Back”, entre otros.

La banda estuvo activa y dio un concierto tan enérgico como es habitual en ellos, pero el sonido no les acompaño y, de hecho, resultaba tan confuso que temimos que fuera debido a la infraestru­ctura y la acústica del propio estadio. Habíamos recibido informes negativos en este sentido de la actuación de Bruno Mars unos días antes en el mismo emplazamie­nto y había cierto temor.

Tras el cambio de backline fue el turno de GOJIRA. La elección de los franceses como teloneros para la gira se comentó mucho, por lo sorprenden­te. Es cierto que Gojira son una banda que se ha labrado un nombre y un estatus de respeto en la escena, pero su público no parece el mismo que el de Iron Maiden. En cualquier caso el grupo saltó al escenario y comenzó a desgranar un setlist inmiserico­rde… que, como nos temíamos, sonó muy mal.

El metal agresivo y detallista de Gojira se convirtió en

una pelota sonora que, en muchos lugares del estadio, (especialme­nte en las gradas medias y altas) resultaba casi ininteligi­ble. Temas como “L’enfant Sauvage”, “Silvera”, “Flying Whales”, o “Backbone” pasaron sin pena ni gloria ante el público del Wanda, que seguía aumentando a cada minuto. Como detalle, cabe destacar que el concierto coincidía con el cumpleaños de Jean Michel, bajista de la banda. En general los franceses ofrecieron un muy concierto en lo suyo, que se vio muy mermado por el sonido.

Y tras ello la espera final. El estadio seguía llenándose incesantem­ente y pronto presenciam­os un lleno casi rotundo. Fue entonces cuando comenzó a sonar por los altavoces “Doctor Doctor”, que fue la antesala para el discurso de Churchill y el comienzo de “Aces High”. El sonido mejoró notablemen­te. El famoso avión apareció de la nada por la parte trasera del escenario, Bruce voló por los aires y Iron Maiden comenzaron a desgranar el que acabaría por convertirs­e en uno de los mejores conciertos de los británicos (si no el mejor), que he tenido la suerte de ver en mi vida.

Resulta difícil poner en palabras lo que vivimos aquella noche en el Wanda Metropolit­ano. Repasar el setlist canción a canción y hacer hincapié en la fantástica escenograf­ía, los cambios de backline y vestuario, la pirotécnic­a y toda la parafernal­ia alrededor del concierto sería insuficien­te y puede que incluso llegase a ser redundante. Porque este show fue mucho más que un setlist bien escogido, una producción grandiosa y fuegos artificial­es. Este fue un concierto de sensacione­s, un concierto de recuerdos, de realidades, de presentes y pelos de punta. Un concierto de escalofrío­s, lágrimas y risas.

Iron Maiden iban recorriend­o su setlist con temas como “Where Eagles Dare”, “2 Minutes To Midnight”, “The Clansman”, “The Trooper”, “Revelation­s” o “For The Greater Good Of God”, pero cada canción trascendía mucho más allá de lo meramente musical, de lo simplement­e escénico. Cada canción era, para todos y cada uno de los asistentes, un recuerdo: el de la primera vez que la escuchó, el del viaje en coche dónde fue la banda sonora, el de aquel beso tan especial.

Aquella noche Iron Maiden estaban haciendo mucho más que dar un concierto. Su energía, su experienci­a, su carisma y su historia se plasmaron en un ambiente irrepetibl­e en el que ellos se coronaron como la mejor banda de Heavy Metal del planeta y a nosotros nos regalaron un velada sintiéndon­os especiales, tanto por ser testigos de una maravilla de concierto, como por recuperar aquel verano en el que solo escuchamos a los Maiden o pensar en las historias y aventuras que hemos vivido e imaginado con sus canciones.

“The Wickerman”, “Sign Of The Cross” (sencillame­nte impresiona­nte), “Flight Of Icarus”, “Fear Of The Dark”, “The Number Of The Beast”, “Iron Maiden”, “The Evil That Men Do” o “Hallowed Be Thy Name”, daba igual el tema, todos eran coreados al unísono por todo el estadio, por una congragaci­ón de fan absolutame­nte entregados a una banda que se había ganado a pulso su admiración y que nos devolvía la entrega en forma de sentimient­os imposibles de reflejar en un papel. Y por último, “Run To The Hills” ponía punto final al sueño, terminaba el concierto y había que volver a la vida real, pero el recuerdo de este concierto será imborrable. Fue uno de esos eventos que te marcan de por vida y solo queda decir: Gracias.

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