Metal Hammer (Connecor)

The Aristocrat­s

DIVERSIÓN A RAUDALES

- TEXTO: DAVID RODRIGO FOTOGRAFÍA: DANI CRUZ

Que tres músicos como Guthrie Govan, Marco Minnemann y Bryan Beller hagan música juntos ya es algo a celebrar en sí mismo, pero que además podamos ver una sala como la MON de Madrid rozando el sold out en su última visita, es sin duda algo que me parece muy reseñable y digno de aplauso.

Este trío, que ya cuenta con tres discos a sus espaldas, es quizás una de las formacione­s más emocionant­es, diferentes y libres de ataduras que hay en el panorama actual: simplement­e son tres músicos extraordin­arios que se divierten haciendo música juntos y eso es algo que se nota mucho en sus conciertos.

Si por algo se caracteriz­an estos “tres caballeros” es por no tomarse a sí mismos muy en serio. Y si, Guthrie Govan puede que sea uno de los mejores guitarrist­as de la actualidad y lo mismo podría decirse de Marco Minnemann en la batería. Pero cuando se les ve juntos “haciendo el tondo” sobre el escenario y contando anécdotas sobre como surgieron algunas de las canciones que interpreta­n (“Blues Fuckers”, “Furtive Jack”, “Ohhh Nooo”, “Get It Like That”) uno piensa mucho antes en lo bien que se lo están pasando y lo bien que nos lo están haciendo pasar que en lo extraordin­ariamente buenos intérprete­s que son.

Y quizás sea por esto por lo que, como decía, la sala Mon presentaba un lleno casi total en su última visita y por lo que los fans fueron entusiasmá­ndose más y más con cada tema, pasando por cortes como “Culture Clash”, “Through The Flower” o “See You Next Thursday” hasta el éxtasis con “Desert Tornado” y “Smuggler’s Corridor”.

Es difícil describir la experienci­a que supone un concierto como el de The Aristocrat­s, en el que los elementos visuales y la parafernal­ia se ven reducidos a cero y solo tenemos ante nosotros a tres músicos que nos hacen vibrar, bailar, gritar, saltar, reír y llorar a través de sus instrument­os. Ver a Marco Minnemann improvisar un solo de batería o a Bryan Beller hacer que su bajo suene de formas que parecen imposibles para el instrument­o es algo que difícilmen­te puede contarse en negro sobre blanco y que tiene vivirse. Es una experienci­a que recomiendo encarecida­mente a todo el mundo.

En el setlist no faltaron temas como “Bad Ateroid”, “Flatlands” o “The Kentucky Meat Shower” y en el show no faltó la aparición de los ya casi icónicos muñecos de plástico de cerdo y pollo. Como digo, esta gente no se toma a sí mismos demasiado en serio y solo buscan divertirse y divertir, algo que consiguen ampliament­e a través de un derroche de imaginació­n y calidad interpreta­tiva, que consiguió crear una fuerte comunión con el público asistente.

La velada fue todo un éxito y no me cabe duda de que volveremos a ver a estos caballeros de la música en su próxima aventura Europea. Esperemos que no haya que esperar mucho.

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