Transparencia, trazabilidad e innovación, claves de la verdadera economía circular
Este año, el Día Mundial del Reciclaje, celebrado el 17 de mayo pasado, nos dejaba en el aire -además del denso humo negro del incendio del mayor vertedero ilegal español de neumáticos-, la pregunta de cómo ha podido suceder un desastre de estas dimensiones en un país de la Unión Europea. No se entiende algo semejante en un contexto donde la legislación ambiental y de residuos es de las más exigentes del mundo. Parece increíble que se mantuviera durante años ese cementerio de 90.000 toneladas de neumáticos sobre más de 100 hectáreas, cercano a un núcleo vecinal.
Cuando un consumidor compra o cambia sus neumáticos debe saber que en su precio va incluida la tasa a un Sistema Integrado de Gestión (SIG) que asegura su reciclaje. Es así pero la mayoría de los ciudadanos no lo sabe. Al final de su vida útil, los neumáticos suelen trocearse, separando sus componentes que son básicamente textil, acero de gran dureza y caucho. Estos componentes son reciclables pero de ellos sólo el acero se recicla para convertirse de nuevo en material original fundiéndolo en los hornos de la siderurgia.
Pues bien, en vez de valorizarse, miles de toneladas de neumáticos han combustionado de manera incontrolada emitiendo dióxido de carbono y sustancias tóxicas como el dióxido de azufre, dioxinas, bencenos, furanos y metales pesados como el arsénico o el mercurio.
Transparencia y trazabilidad
Sin duda debemos preguntarnos por las razones de este negro suceso y si hubiera sido evitable este drama ambiental. Pues bien, posiblemente sí se pudiera haber evitado -y no en razón de la falta o no de diligencia de las administraciones en aplicar la ley-, ya que las razones últimas obedecen a los defectos de la propia ley. En este siniestro lo que ha fallado son dos cuestiones fundamentales: la transparencia y la trazabilidad.
El nuevo paquete de economía circular presentado por la Comisión Europea el 2 de diciembre de 2015, trata de resolver problemas en la gestión de residuos como la necesidad de mejorar la transparencia y la trazabilidad para garantizar que ni una sola tonelada se desvía de su camino hacia su reciclaje o valorización.
Significa que los Sistemas Integrados de Gestión deben ser mucho más transparentes para que el usuario sepa en qué se ha utilizado el dinero que ha pagado junto con el precio del producto. Además, se deben evitar situaciones de monopolio, fomentando la libre competencia entre los gestores y previniendo la especulación en el mercado de los residuos. Y, por otro lado, se debe asegurar no sólo la adecuada separación y recogida de los residuos, sino su reciclaje final, bien para convertirse en el material original, como el acero, o en un producto nuevo, como el caucho reciclado.
Pero además, y volviendo al desastre de la localidad toledana, el otro problema es que reciclar no siempre es rentable. Hay mucha oferta de neumáticos usados y poca demanda de los materiales que se generan tras su trituración. Por tanto, el valor de este residuo es negativo.
Potenciar el ecodiseño
Y además, lograr una verdadera economía circular no sólo pasa por alcanzar una mayor tasa de reciclaje sino por potenciar el ecodiseño, de modo que los productos que utilicemos estén fabricados con materiales 100% reciclables y cuyo reciclaje sea rentable y sostenible. Ninguno se imagina un vertedero de chatarra comparable al de neumáticos de Seseña, porque es evidente que el valor positivo de la chatarra hace que se recupere sola.
El 75% de acero fabricado en España se hace a partir de chatarra, lo que supone un ahorro de recursos naturales y un ahorro de energía, ya que para producir el nuevo acero se consume menos energía.
Para hacernos una idea de la diferencia entre utilizar un tipo de material u otro, se han realizado estudios de análisis de ciclo de vida que determinan que para construir, por ejemplo, una casa de madera, tendríamos que consumir 40 árboles, mientras que para hacer la estructura de una vivienda de acero de 180 m2 nos bastaría utilizar el acero recuperado de 4 coches.
“El nuevo paquete de economía circular presentado por la Comisión Europea trata de resolver problemas en la gestión de residuos como la necesidad de mejorar la transparencia y la trazabilidad”
El acero, paradigma de la circularidad
El acero puede reciclarse infinitas veces sin perder ninguna de sus propiedades iniciales. Es un verdadero material permanente con infinitas vidas; la lavadora de hoy puede haber sido antes una bicicleta, una grúa o un barco.
La industria española del acero destaca además por su preocupación por la sostenibilidad. En 2015 se invirtieron 301 millones de euros en nuevos procesos y productos más innovadores y más sostenibles.
Además, en el terreno socioeconómico, las empresas siderúrgicas están fuertemente arraigadas y colaboran estrechamente con sus comunidades locales generando empleo estable y contribuyendo al bienestar social. Los núcleos urbanos próximos a las instalaciones crecen en actividad económica y tejido industrial, lo que atrae y mantiene la población. Es por ello que resulta fundamental defender nuestra industria frente a las importaciones de países como China que inundan los mercados europeos con materiales a precios de derribo y que han sido fabricados con normas medioambientales que nada tienen que ver con las nuestras.
Avanzar en innovación
Y por último, otra cuestión clave en la economía circular a la que no se presta suficiente atención es la innovación. Cuando se alude a ella siempre pensamos en materiales nuevos, en software más avanzados… y no en innovar para la economía circular. Por ejemplo, en el caso del caucho de los neumáticos hay multitud de aplicaciones: rellenos de césped artificial, suelos de seguridad y parques infantiles, asfaltos que no se agrietan ni desgastan ruedas, pistas de atletismo, pavimentación de rotondas, calzado, pantallas acústicas, construcción de taludes, combustible en cementeras y otros.
Sin embargo, la Administración no impulsa –o al menos no lo hace con suficiente fuerza- el uso de estos materiales reciclados cuyas aplicaciones dependen en gran medida de la inversión pública. Y en cuanto a las empresas, especialmente las constructoras, tampoco muestran gran interés –al menos por ahora- en innovar en este campo, acostumbradas como están a alquitranes y gomas industriales, son reacias al cambio.
Debemos innovar en aplicaciones y en usos, probar materiales reciclados como nuevas fuentes de materias primas. La Administración puede jugar en esto un papel clave abriendo camino, liderando y dando ejemplo con las compras públicas y favoreciendo con incentivos económicos el uso de subproductos y materiales reciclados.
Con el desarrollo y la priorización de estas concretas claves del futuro podremos realmente alcanzar plenamente la verdadera circularidad y evitar desastres ecológicos como el de esta pequeña localidad de Seseña.
No más noticias como éstas en nuestro país. Sabemos que se puede hacer si priorizamos la transparencia y trazabilidad en la gestión de residuos, hasta su proceso final de reciclado, y apostamos por la verdadera innovación que nos conduzca a un nuevo modelo de producción y consumo.