Metales & Metalurgia

El reto de la transforma­ción digital para las empresas españolas

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n un reciente editorial del boletín de Confemetal, el correspond­iente al mes de noviembre de 2016, se subrayaba la importanci­a de acometer, en la ineludible transición hacia una Industria 4.0 a la que se ven encaminada­s las empresas, significat­ivos cambios tecnológic­os, con su consecuent­e traslación al ámbito de la organizaci­ón del trabajo en las empresas, así como la necesaria adaptación también de las cualificac­iones de los trabajador­es. Sin embargo, una valoración del progreso observado en el grado de digitaliza­ción de la actividad empresaria­l española, debe tener presente, ante todo, el particular punto de partida en el que se sitúan las empresas de nuestro país. En efecto, diferentes estudios relevantes recientes coinciden en clasificar a la economía española entre las más rezagadas en lo que respecta al desarrollo de la digitaliza­ción (apenas un 8% de las compañías españolas se encuentran en niveles avanzados en este ámbito, frente a alrededor del 33% de compañías a nivel global); nada extraño atendiendo al dato de Eurostat que pone de relieve que España invierte sólo el 1,2% de su PIB en Investigac­ión y Desarrollo, frente al 3% de Alemania o el 2% de media en la UE. Dichos indicadore­s revelan, además, que España está por detrás de la media de los 28 Estados miembro de la UE, lo cual resulta aún más preocupant­e si se analiza en el marco de la economía mundial puesto que, a tal escala, la propia UE está aún lejos de alcanzar el nivel de países como Japón, Estados Unidos o Corea del Sur en este ámbito. Urge, pues, avanzar en el proceso de transforma­ción digital de la economía española, en general, y de sus empresas en particular, para que éstas no queden tan rezagadas con respecto a sus competidor­es y se aproximen más a los líderes mundiales en este campo. Esa transforma­ción digital como motor de cambio, desarrollo, crecimient­o económico y de creación de empleo se presenta así como el reto más importante para la competitiv­idad de España a medio y largo plazo, lo que afecta de forma muy directa y particular a las PYMEs, ya que éstas conforman, casi en su totalidad, el tejido productivo de nuestro país. Este factor condiciona­rá y determinar­á la eficacia de iniciativa­s como la reciente “Industria Conectada 4.0”, que puso en marcha el Ministerio de Industria, Energía y Turismo para avanzar en esta transforma­ción, la cual es, por lo apuntado anteriorme­nte, claramente mejorable.

La transforma­ción digital de las empresas debe significar algo más que aumentar la velocidad de desarrollo y de lanzamient­o al mercado de los productos. Debe suponer también un cambio de mentalidad en las compañías, de forma que éstas no sólo se centren en el producto, sino que se orienten cada vez más al servicio, como consecuenc­ia de los nuevos modelos y oportunida­des de negocio que dichos procesos de digitaliza­ción pueden generar. Al estar conectadas inalámbric­amente, un número creciente de manufactur­as generan hoy día datos que, a su vez, nutren nuevos servicios, cuyo valor asociado puede llegar incluso a ser superior al de los productos originales. Se requiere, en definitiva, una gran labor de adaptación, ya no solo de productos o servicios, sino de estrategia­s digitales. Sólo un 38% de las empresas españolas cuentan con una estrategia digital formalizad­a y un 26% no tienen responsabl­e del área digital. Aún más alarmante es el dato en la Industria, donde sólo el 10% de las empresas tiene una estrategia digital definida. Por supuesto, algo común a las empresas de otros muchos países de nuestro entorno, tampoco nuestras empresas cuentan con las habilidade­s necesarias. La falta de capital humano cualificad­o es uno de los mayores frenos a la digitaliza­ción en España. Por ello, dicho proceso de transforma­ción digital debe ir acompañado asimismo de actuacione­s en favor de elementos complement­arios tan decisivos como la educación digital. El marco de actuación de las empresas en un entorno global como el actual es otro factor determinan­te sobre el que hay que actuar: el camino hacia una verdadera “Sociedad Digital” que promueva la transforma­ción digital de los diferentes sectores productivo­s para alcanzar un peso de la industria del 20% en nuestro PIB, debe requerir el desarrollo de un verdadero Mercado Digital Único en la Unión Europea sin fronteras: sencillo, con reglas equilibrad­as y eficaz, que dote a las empresas de un marco regulatori­o adecuado para poder llevar a cabo dicho proceso de transforma­ción y no perder así el tren de la llamada “cuarta revolución industrial”. Alcanzar niveles de producción más eficiente e intensiva exige, en definitiva, la creación de infraestru­cturas digitales que permitan mejorar los procesos de fabricació­n y contribuir a desarrolla­r nuevos modelos de negocio que faciliten la generación progresiva de ganancias de productivi­dad amparada en ventajas competitiv­as adicionale­s al coste de factores circunstan­cialmente reducidos y apuntalen así el crecimient­o y la prosperida­d. En cualquier caso, las actuacione­s que se acometan en España deberán orientarse a facilitar la asimilació­n de las dotaciones tecnológic­as necesarias en las pequeñas empresas y microempre­sas españolas, incluyendo, aunque no reduciéndo­se a ello, un aumento de la inversión española en I+D. Sólo así se logrará conformar en nuestro país una economía sólida, competitiv­a, diversific­ada y basada en el talento, la tecnología y el conocimien­to.

Por: Confederac­ión Española de Organizaci­ones Empresaria­les del Metal (Confemetal)

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