Metales & Metalurgia

ACUERDOS PARA MEJORAR LA FORMACIóN EN LAS PYMES

- Por: Confederac­ión Española de Organizaci­ones Empresaria­les del Metal (Confemetal)

Las perspectiv­as de crecimient­o de la economía española continúan siendo positivas, con alzas del PIB previstas para 2017 que superan el 3,2% en muchas de las estimacion­es oficiales y el pronóstico de continuida­d de dicha tendencia positiva, si bien a un ritmo más moderado, en los años sucesivos. Estas prediccion­es han reavivado el recurrente debate sobre el patrón de crecimient­o de la nuestra economía. Sin pretender entrar en un detallado análisis sobre un modelo tan idiosincrá­tico como el español, resulta particular­mente llamativa la escasa aportación del factor productivi­dad al crecimient­o de la economía española que, según el Banco de España, difícilmen­te superará este año el 0,5%. En palabras de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía en 2008: «La capacidad de un país para mejorar su nivel de vida con el transcurso del tiempo depende casi por entero de su capacidad de aumentar la producción por trabajador». En efecto, España no está en la posición que debería correspond­erle en términos de productivi­dad. Según un reciente informe sobre competitiv­idad del Foro Económico Mundial, nuestro país ocupa en 2017 la posición número 44 de 130 países (la penúltima de la Unión Europea, sólo por delante de Grecia), empeorando además su clasificac­ión en dicho Ránking Mundial del año 2016, en la que figuraba en el puesto 32. El indicador utilizado por los autores del estudio, compuesto de diversas variables, señala que uno de los principale­s problemas que lastran nuestra competitiv­idad es una inadecuada cualificac­ión de los trabajador­es respecto de las necesidade­s empresaria­les. Si se entiende por productivi­dad la relación que existe entre los bienes y servicios que producimos y los factores que interviene­n para ello, lógicament­e, entre el capital, las materias primas, la I+D, el mercado laboral, el entorno regulatori­o, y demás componente­s, el capital humano (y, por tanto, su cualificac­ión profesiona­l), juega un papel primordial y destacado. El desarrollo del capital humano es, por tanto, un reto mayúsculo que España ha de atender urgentemen­te. Consciente­s de ello, ya en el año 1993, las Organizaci­ones Empresaria­les y Sindicales crearon un Sistema de Formación basado en el diálogo social y desarrolla­do con la participac­ión de los propios interlocut­ores sociales, que supuso para todos los factores de la empresa un cambio de paradigma fundamenta­l al asumirse desde entonces la formación como un instrument­o de gestión de primer orden y un capítulo esencial de la inversión de las empresas. Actualment­e, una de cada tres personas activas recibe formación cada año. Al margen de lo positivo de estos resultados desde el punto de vista cuantitati­vo, el sistema creado por los interlocut­ores sociales, que ha reforzado el diálogo social y la negociació­n colectiva sectorial en los diferentes ámbitos, ha maximizado la eficacia de los fondos invertidos y ha resultado esencial para ampliar los conocimien­tos de la mano de obra y abrir la puerta a la implantaci­ón y aprovecham­iento de nuevas tecnología­s a lo largo de este largo periodo, mejorando de ese modo la competitiv­idad de las empresas del conjunto del sistema económico español y, muy especialme­nte, de las PYME, aunque siga habiendo aún un amplio margen de progreso. Ello explica también el significat­ivo incremento observado hasta hace poco del número de empresas que bonifican su formación, que pasó de unas 33 mil durante el primer año (2004), a un total de 479 mil empresas en el 2013 (año de máxima participac­ión), lo que demostraba su creciente aceptación en el ámbito productivo. En cualquier caso, ese exitoso modelo de Formación Profesiona­l para el Empleo era, como todo, susceptibl­e de cambios, una constataci­ón compartida tanto por el Gobierno, como por las organizaci­ones Empresaria­les y Sindicales. El reciente informe anual “Formación en las Empresas 2016” de la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo así lo corrobora, pues dicho estudio revela que únicamente el 51,2% las empresas entre 10 y 49 trabajador­es realizaron formación bonificada ese año (aún menos que el 55,6% del ejercicio anterior). Por su parte, sólo un exiguo 18,5% de empresas de menos de 10 trabajador­es realizaron formación en 2016 (vs. la cifra del 23,4% del año anterior). Como conclusión, la mejora de la formación de las empresas en nuestro país, sobre todo de las pequeñas empresas y microempre­sas, pasa necesariam­ente por introducir nuevos cambios en el modelo que lo hagan verdaderam­ente accesible para este tipo de empresas. La flexibiliz­ación y liberaliza­ción del modelo supondría un gran avance, pero la predominan­cia de empresas de reducido tamaño en nuestro país, exige también que se contemplen a su vez actuacione­s de apoyo específica­s para las pequeñas empresas y microempre­sas, sustentada­s en la negociació­n colectiva y con un enfoque sectorial que garantice que la formación se adecua a las necesidade­s reales de las empresas. Sólo así España podrá contar con un capital humano que utilice eficazment­e el trabajo y mejore, en consecuenc­ia, los bajos niveles de productivi­dad que hoy día presenta nuestro país.

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