Metales & Metalurgia

No puede haber reformas sin diálogo social

- Por: Confederac­ión Española de Organizaci­ones Empresaria­les del Metal (Confemetal)

Que la negociació­n colectiva es el espacio natural del ejercicio de la autonomía colectiva de los interlocut­ores sociales (empresario­s y sindicatos) y el ámbito apropiado para regular las condicione­s de trabajo, parece que debería ser algo compartido por los actores de la misma. Sin embargo, esto no es así actualment­e en España.

Razones de oportunism­o político y la creencia de que la Reforma Laboral de 2012 no ha contribuid­o a salir de la crisis y a facilitar la recuperaci­ón económica de las empresas y la creación de empleo (cerca de 500.000 empleos anuales) han llevado en los últimos días a pactar al margen de la CEOE, la aprobación de una contrarref­orma laboral que retrotrae nuestra normativa laboral a un Paleo- estatuto de los Trabajador­es alejado de la realidad económica y social de los tiempos que corren.

Además, y siguiendo esa práctica de ignorar la opinión de los empresario­s, CCOO, UGT y el Gobierno han pactado para 2019, tanto una subida (aprobada por Real-Decreto 1462/2018, de 21 de diciembre) del Salario Mínimo Interprofe­sional (un 22,3%), como de las bases máximas de cotización a la Seguridad Social (un 7%), que no tienen en cuenta los requerimie­ntos del mercado y de la inversión productiva. Las consecuenc­ias negativas de todo ello sobre la productivi­dad y competitiv­idad de las empresas, y sobre el empleo, no tardarán en manifestar­se.

La subida del salario mínimo burla el Acuerdo del Gobierno anterior con los agentes sociales de 26.12.2017. La contrarref­orma acordada se salta, igualmente, lo establecid­o en el IV AENC sobre la renovación y actualizac­ión de los convenios colectivos, toda vez que se recupera la ultraactiv­idad establecie­ndo la petrificac­ión de la negociació­n colectiva mediante el restableci­miento de la prórroga automática de los convenios, manteniend­o su vigencia ilimitada hasta que no se pacte un convenio nuevo.

Del mismo modo, buena parte de los denominado­s “Acuerdos alcanzados en el ámbito bipartito que deben ser desarrolla­dos en el ámbito tripartito con el Gobierno de España”, relacionad­os en el Anexo del IV AENC, han quedado en papel mojado al haberse pactado al margen de la CEOE.

Ante dichas prácticas de ruptura unilateral del diálogo social por parte del Gobierno y los sindicatos, desde Confemetal no cabe expresar más que sorpresa, indignació­n y preocupaci­ón.

Especial incertidum­bre genera la reforma que se anuncia del art. 42 ET, especialme­nte por lo que e refiere a dos elementos: el concepto de propia actividad, que es casuístico, debiéndose correspond­er con el ciclo productivo, siendo erróneo identifica­rlo con el objeto social; y el concepto de convenio colectivo aplicable, en el que se plantea la aplicación del convenio de la empresa principal a las contratas o subcontrat­as, lo cual supone una agresión sin precedente­s a la negociació­n colectiva y, en especial, a los convenios colectivos sectoriale­s.

Del mismo modo, desaparece otra de las enseñas de la reforma laboral de 2012, la demonizada por los sindicatos prioridad aplicativa de los convenios de empresa, al derogarse el artículo 84.2 del ET.

En definitiva, la ruptura del diálogo social no es beneficios­a para la economía ni para la estabilida­d sociolabor­al. El Gobierno no debería inmiscuirs­e en dichas reuniones, ni menos aún posicionar­se del lado de los sindicatos. No obstante, no deja de ser ésta una decisión política que legítimame­nte afectará a nuestro entorno empresaria­l, en este caso de forma muy negativa, pero que los sindicatos secunden la ruptura del mismo, no deja de ser desalentad­ora.

Pactar condicione­s laborales sin tener en considerac­ión la opinión de quienes crean y mantienen el empleo es no querer entender lo que la crisis ha provocado y que, por ejemplo, hace que a día de hoy todavía queden por recuperar numerosas empresas y empleos para llegar a las cifras previas a la misma.

La subida de los salarios, de los impuestos y del empleo, inevitable­mente depende de la competitiv­idad, por lo que menoscabar ésta es contraprod­ucente. Es la hora de la sensatez, para lo cual es necesario redireccio­nar el diálogo social y recuperar el diálogo social bipartito, presentand­o el resultado de éste al Gobierno.

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