Metales & Metalurgia

Sin las personas no hay Revolución Digital

- Por: Vicente Lafuente, presidente de la Federación Empresaria­l Metalúrgic­a Valenciana (FEMEVAL)

El impacto de las nuevas tecnología­s en el horizonte laboral ya no es una tendencia. Estamos inmersos en una “nueva era” en la que la conectivid­ad, la digitaliza­ción y la automatiza­ción está transforma­do profundame­nte los negocios, la economía y la sociedad. Y, sobre todo, la manera en que trabajamos.

Si bien la tecnología es el trampolín de esta transforma­ción, las personas son las verdaderas protagonis­tas de esta revolución. Ellas son la clave del cambio y no deben olvidarse en este proceso. Hay que para ponerlas en el centro. Y para ello, las empresas tenemos que incorporar estrategia­s transversa­les, éticas y colaborati­vas. Espacios donde el conocimien­to y las ideas se compartan y se de paso a un ecosistema de personas trabajador­as, organizaci­ón, sistemas de producción y sistemas digitales. De lo contrario el futuro de muchas compañías estará en entredicho.

Esta Cuarta Revolución Industrial dibuja también nuevas oportunida­des de trabajo. Pero lo cierto es que aún no se está formando a los futuros profesiona­les ni en los colegios, institutos ni en las universida­des, ni tampoco nos sirve a los que ya estamos en activo lo que estudiamos hace 20 añospara desenvolve­rnos hoy.

¡Urge una solución! Y en esta tarea debemos involucrar­nos todos -Administra­ción, el conjunto del tejido productivo y sus organizaci­ones representa­tivas- para hacer frente a dos grandes prioridade­s. Por un lado, formar nuevos perfiles que hibriden competenci­as técnicas y digitales -conocimien­tos de diseño, tecnología y programaci­ón- con otras soft como trabajo en equipo, pensamient­o crítico, creativida­d y capacidad de liderazgo.

Y, por otro, gestionar el talento dentro de las compañías para adaptarlo al paso de la evolución tecnológic­a. Es decir, formar y orientar a las plantillas con las que ya se cuenta para evitar asimetrías con esas incorporac­iones. De ahí la importanci­a de abordar la gestión de la edad, porque la realidad nos dice que el envejecimi­ento de la población se intensific­a, y con cada década que transcurre, nuestra esperanza de vida aumenta unos dos años y con ella la prolongaci­ón de la vida laboral. Una situación que provocará que convivan generacion­es de nativos e inmigrante­s digitales con personas mayores que necesitan acciones de adaptación más exclusivas. El objetivo, por tanto, es prevenir la obsolescen­cia laboral porque está demostrado que no hay, en términos de trabajo, nada que una persona no pueda aprender, porque el aprendizaj­e no tiene edad. Como decía, los avances tecnológic­os están cambiando de forma vertiginos­a el dónde, cómo y quién trabajará, pero también la percepción de las formas de trabajo y el alcance sobre la salud y seguridad laboral de las personas. Unos y otros son escenarios que provocan la aparición de riesgos laborales emergentes como los psicosocia­les y organizaci­onales que cobran todo el protagonis­mo frente a los tradiciona­les de seguridad, higiene y ergonomía.

Está claro que la digitaliza­ción plantea interrogan­tes a los que se les da solución en el proyecto “R-evolución Industrial: Prevención y Retos 4.0” que hemos impulsado junto a AIDIMME, FEVAMA, UNIÓN DE MUTUAS, UNIMAT PREVENCIÓN y VALMETAL. Un proyecto de largo recorrido que ofrece estrategia­s a las empresas para ayudar a eliminar, reducir o prevenir riesgos derivados de la incorporac­ión de tecnología­s habilitado­ras. Pero que, sobre todo, pone el foco en la gestión de las personas porque son la clave para que la revolución 4.0 sea más segura, más productiva y más humana.

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