FRES CURA
La paella, el concierto, la morcilla, el ambiente… después de 21 años, el Raid de Las Merindades conserva intacta toda su frescura. Nada mejor pues que decorar este reportaje con un buen montón de fotos «frescas». Ahí van.
Los organizadores comienzan a trabajar en la preparación de la prueba en febrero, solicitando los correspondientes permisos.
Antiguamente, el recorrido era de 90 kilómetros y se daban dos vueltas, pero Medio Ambiente ha obligado a reducirlo.
Los senderos que la prueba abrió hace años, de tipo GR-10, ahora se han prohibido para las motos. «Sólo para senderistas», dicen.
La organización pone en juego 220 kilos de costillas, 220 de lomo, 70 de arroz, 40 de pollo y conejo, 70 de morcillas, y 200 patatas.
20 personas trabajan en cocina y 27, en los controles de paso. Del marcaje se ocupan 5, y de la oficina de carrera, otras 5.
Para contentar a los municipios por los que discurre la carrera, a cada uno de ellos se le obsequia con vino y un jamón.
Los beneficios que reporta la organización de esta prueba van a parar a las arcas del ayuntamiento de Loma de Montija.
Ignacio Sainz, el creador de esto singularísimo raid, crosscountry, o enduro popular, como lo queramos llamar, llevaba
años insistiendo: « Carlos, tienes que venir. Lo vas a disfrutar ». Y esta vez, sí. Nuestro calendario nos lo permitía, teníamos espacio en este número como para dar cabida al correspondiente reportaje, de modo que… para allá fuimos. Y vaya si lo disfrutamos.
Es una carrera sin estrés. El montar en moto, el disfrutar de un recorrido precioso, el hacer amigos, el pasar un fin de semana divertido… prevalecen sobre cualquier otra consideración. Sí, de acuerdo que un mínimo contingente de pilotos «pro» hace acto de presencia en la prueba y no precisamente para «pasear». Pero… el grueso de los participantes, los que representan la verdadera esencia de Merindades, tienen algo bien distinto en la cabeza.
Y cuando a uno le explican que, sin ir más lejos, el concierto al aire libre del viernes ha durado ¡hasta las seis de la mañana! entonces ya comprende que aquí se respira algo más que un mero sabor a competición. Y lo corroboramos al
día siguiente por la mañana, cuando el paso de cientos de «amateurísimos» corredores por preciosas zonas de agua y trialeras pone de manifiesto que el nivel general es nivel de aficionado.
¿Pero dónde estamos? Pues nosotros llegamos desde Madrid, después de haber recorrido unos 340 kilómetros y haber dejado atrás Burgos capital. Cerca ya de Vizcaya, se encuentra Loma de Montija, un pequeño pueblo con sólo 75 habitantes empadronados, que en verano engorda hasta los 400 y en el fin de semana de la carrera, hasta varios miles…
Parece mentira que en el corazón de un pueblecito tan pequeño y con unos medios tan rudimentarios se pueda orquestar un evento tan multitudinario. Enseguida nos encontramos con Ignacio, quien nos presenta a otro personaje fundamental en la trayectoria de la prueba, el propio alcalde de Loma, José Antonio Vivanco, quien nos dice: « yo estoy apoyando la carrera desde sus inicios, cuando aún no ocupaba el cargo de alcalde, al que accedí de forma un poco circunstancial hace ocho años
PANCETA & CHORIZO
El viernes por la tarde estamos allí. Mientras los músicos prueban sonido y en cocina se prepara una cena de alto poder calórico, a base de panceta y chorizo, nosotros visitamos algunos de los puntos del recorrido, a cuál más espectacular. Panceta de momento no sabemos, pero hambre de moto sí que nos está entrando…
De vuelta al pueblo, descubrimos la amplia zona de salida, donde el domingo van a arrancar 548 motos, repartidas en parrillas de 50, que se pondrán en marcha a intervalos de 3 minutos. Allí mismo se ha habilitado una pequeña zona de pruebas, para que quien así lo desee tome contacto con los modelos de enduro de KTM, Sherco, Husaberg, Beta y Gas Gas. Un lujo.
Gas Gas, por cierto, se ha desplazado hasta aquí con un modesto furgón, en el que, además de la dos tiempos de Xavi Subirana, viajan las monturas oficiales de los «rallymen» Marc Guasch y Jordi Viladoms. Éstas son, sin más, las motos que han corrido la Baja y vienen, por tanto, con una preparación poco
«YO TENÍA UN AMIGO EN LOMA DE MONTIJA Y UN BUEN DÍA SALIÓ ESO DE “VAMOS A HACER UNA CARRERA”. HAN PASADO YA 21 AÑOS».
IGNACIO SAINZ
adecuada para disputar un cross-country de estas características.
«Llevan el mismo chasis del Dakar -explica Viladoms - y vienen con el amortiguador de dirección montado, el depósito trasero de tres litros, las suspensiones duras tipo Baja… pero bueno, Gas Gas quería que estuviéramos aquí y esto nos viene muy bien como entrenamiento físico y para hacer un poco de imagen de marca ».
Junto a Guasch y Viladoms debería haber estado también Gerard Farrés, el tercero de los hombres de la marca «roja» que afrontará el próximo Dakar, pero un reciente accidente sufrido al colisionar con un coche cuando montaba en bicicleta de carretera se lo ha impedido, hallándose en plena recuperación de una lesión en el cuello.
Sí comparece el igualmente «dakariano» José Manuel Pellicer, quien, con el apoyo de Motos Grau, acude una vez más a una carrera en la que ya cuenta con una buena experiencia: « aunque por culpa de la crisis la verdad es que estoy haciendo
poca moto, hemos podido venir a Las Merindades un año más. Siempre es grato volver aquí, porque la primera vez que corrí, gané, frente a Joan Barreda y Xacob Agra ».
POCAS HORAS DESPUÉS
El sábado a las once de la mañana, esto es, no mucho después de la hora a la que ha terminado de sonar la música en vivo, se celebra el tramo cronometrado, cuyos resultados definirán el orden de salida al día siguiente. Luce un sol espléndido y ponemos rumbo a diferentes zonas de río, donde la vistosidad de las fotografías está asegurada.
El tramo mide tres kilómetros y medio, es de corte trialero, y algo más de siete minutos emplea en recorrerlo el catalán Ramón Quer, que ha venido acompañado por su hermano Jordi y bajo la tutela de Motos Arribas. Además de esta prueba cronometrada, los participantes tienen la oportunidad de efectuar una vuelta completa al recorrido, que suma 53 kilómetros.
El público se agolpa tanto en el río como en las trialeras, donde el paso de tantos y tantos pilotos, no siempre armados con la técnica
más depurada, proporciona un alto grado de entretenimiento. Se producen los primeros atascos en los sectores más conflictivos, pero los participantes se ayudan unos a otros, y también público y miembros de la organización se suman a la labor.
Abstraídos en nuestra misión de captar las mejores imágenes y justo cuando estamos metidos en el río hasta la cintura, se nos ocurre echar un vistazo al reloj y … ¡Vaya! Nos hemos perdido las patatas con chorizo que los organizadores habían anunciado estarían listas a partir de las dos…
Tenemos el tiempo justo para secarnos, reponer fuerzas, y acceder al mismísimo corazón del pueblo, más concretamente, al puente que se eleva sobre el río Trueba, desde donde vamos a presenciar la tradicional crono vadeo, recuperada después de algunos años, y que se disputa de forma independiente y con carácter voluntario.
AL AGUA
Se trata de recorrer aproximadamente kilómetro y medio contra reloj y sobre un recorrido que cruza el mencionado río en