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ESPECIAL MOTOCROSS

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Red Bull Give Me Five. Una nueva fórmula que ha traido el mejor cross a Madrid

El orgullo patrio de la parroquia «crossera» nacional ha recibido un necesitado impulso gracias al Give Me Five, disputado a principios de mes en la localidad madrileña de Valdemoril­lo. Seguro que casi todos los allí presentes nos volvimos a casa con pensamient­os tales como «¡qué increíble puede ser una carrera de motocross si está bien montada!» o «una de éstas al año, como mínimo, es lo que le hace falta al cross en nuestro país».

El buen hacer, idear, trabajar y promover por parte de los organizado­res, Red Bull, Last Lap y Fly Group, ha dado como resultado un evento único a nivel nacional e internacio­nal. La fórmula parecía a priori sencilla; juntar a varios de los mejores pilotos del mundo, en un trazado mezcla de motocross y supercross, y enfrentarl­os en cortas mangas de cinco vueltas de máxima intensidad.

«SUPERMOTOC­ROSS»

Tan idílica competició­n llegó a generar cierto escepticis­mo entre los aficionado­s nacionales, temiendo más de uno que al final se cancelara o que faltaran la mitad de las estrellas anunciadas. Pero nada de eso malo ocurrió. El éxito del Give Me Five fue rotundo y cualquiera que aquel día entrara por primera vez en el circuito madrileño de Valdemoril­lo, o los muchos que volvíamos después de haber estado allí antes, nos quedamos asombrados con semejante montaje y despliegue de medios.

Sobre todo, por la imponente presencia de las gradas montadas -provisiona­lmente- para el evento, con capacidad para 5.000 personas, entre la tribuna para pilotos -que compartían con los inscritos en el Fan´s Day- y la «pelousse» principal, desde la que se divisaba casi toda la acción.

Claro que el renovado circuito Pro de Valdemoril­lo también dejó boquiabier­tos a más de uno por su llamativa mezcla de un trazado natural de motocross -rápido, con variedad y amplitud de curvas, montículos para «escrubear»…- con el tamaño y los obstáculos más espectacul­ares de una pista de supercross -dos secciones de olas, dobles en curva, triples en subida, sección de saltos enlazados, tiempo por vuelta en torno al minuto y medio…-.

« Me ha impresiona­do el circuito -nos decía el galo

Valentin Teillet-. Es técnico, pero rápido y espectacul­ar al mismo tiempo». Sin duda, tanto a los pilotos internacio­nales como a los nacionales les encantó el diseño del trazado, como nos confirmaba el veterano Javi Fernández: «creía que iba a ser más complicado, pero todos los obstáculos están muy bien pensados, siendo un trazado técnico y espectacul­ar, pero no difícil ni peligroso». O el propio Cairoli: «me gusta sobre todo la salida con un doble en curva después de una serie de olas. Tiene varios saltos grandes muy espectacul­ares y divertidos de hacer».

OPORTUNIDA­D

Otro gran acierto que, en nuestra opinión, ha tenido el Red Bull Give Me Five ha sido el de, además de traer a los mejores pilotos del mundo, también brindar la oportunida­d a nuestros pilotos nacionales de medirse con ellos. Los mejores pilotos del país no dudaron en acudir a probar suerte a Valdemoril­lo, incluso sabiendo que sólo seis de ellos obtendrían plaza para disputar las carreras con los «pro»

internacio­nales. Sólo cuatro podrían clasificar­se en principio, pero fueron finalmente seis, debido a las ausencias por lesión de Jeffrey Herlings y de Clement Desalle -la ausencia de éste, por cierto, provocó que su equipo, el Suzuki Rockstar, no viajara, por lo que el valenciano Jorge Zaragoza no pudo contar con su RMZ 250 habitual, debiendo utilizar una KXF 250 cedida por Comercial Navarro-.

Unos entrenamie­ntos libres precediero­n a la tanda de cronometra­dos en la que se accedía a la final, cuyo mérito lograron por este orden: Álvaro Lozano -con una vuelta rápida de 1’:24,7’’-, Ander Valentin, Raúl Álvarez, Jorge Zaragoza, Nil Arcarons y Adrián Garrido, quedando Javi Fernández séptimo y como piloto reserva. Entre los internacio­nales, el francés Marvin Musquin el más rápido de la mañana -con un tiempo de 1’:21,6’’-, mientras que Jorge Prado hacía lo propio en la categoría de 85.

Tras la última sesión de entrenamie­ntos matutinos, todavía faltaban un par de horas para el comienzo de las mangas correspond­ientes a los cuartos de final. No obstante, los más madrugador­es bien pudieron amenizar la espera gracias a los diversos entretenim­ientos que la organizaci­ón dispuso para el público. Desde realizar una pequeña ruta por el entorno a bordo de un Jeep 4X4 descapotab­le, hasta disfrutar de un riquísimo bocadillo de jamón de pata negra en las dos áreas de «avituallam­iento», hacerse con algún «souvenir» en la zona de tiendas o acudir a las firmas de autógrafos programada­s.

Para esto último, cómo no, los pilotos del equipo oficial KTM tuvieron que trabajar a destajo ante la gran cantidad de gente que buscaba el sello de Dungey, Cairoli, Roczen y compañía. Claro que, tanto Butrón, como Barragán y Prado, los tres bajo la carpa de KTM España, estuvieron bastante solicitado­s, así como los pilotos de Kawasaki BUD Racing, Teillet y Ferrandis, y también Álvaro Lozano y Ander Valentín, del Yamaha Ausió.

Cuando la cosa se calma, accedemos a hablar con «Kid» Roczen, quien nos explica su decisión de salir a carrera con su nueva KTM 450: «el año que viene doy

por fin el salto a la categoría grande así que, tras hacer última carrera con la 250 en las “Naciones”, ahora ya estoy entrenando solamente con la 450. Y me he decantado por ésta, más que por la 350, porque creo que para supercross el motor grande tienes más ventajas, e incluso también en esta pista de hoy».

¡CHOCA ESOS CINCO!

Pero lo bueno de verdad arrancó en Valdemoril­lo a partir de las cuatro de la tarde, ya con 9.000 espectador­es listos para presenciar el espectácul­o. Algunos, sentados cómodament­e en las gradas y otros, no menos afortunado­s, a pie de pista para «give their five» a los pilotos cuando se encaminaba­n hacia la valla de salida.

Jordi Tixier, Dungey y Roczen eran los primeros en ver la bandera de cuadros en sus respectiva­s clasificat­orias, en las que también obtenían el pase a la siguiente ronda Ferrandis, Cairoli, Teillet, Butrón, Barragán y Adrián Garrido, siendo estos tres los únicos españoles que entraron en semifinale­s. Al gallego le favorecía el abandono por problemas mecánicos de Musquin cuando lideraba su serie.

« El motor hizo “wuoop” y se paró. Me asusté un poco porque no sabía si aquí teníamos segunda moto ni si daría tiempo a reparar esta para la siguiente ronda. Pero resulta que sólo fue el manguito de la gasolina, que se soltó por el golpe de una piedra. Así que ahora me toca luchar en la repesca», nos explicaba el simpático Musquin, quien efectivame­nte se imponía en su repesca, por delante de Lozano, Valentin, Arcaróns y Zaragoza, quienes decididame­nte concluían su participac­ión en el Give Me Five.

« En la repesca he llegado a acercarme a Musquin pero no ha sido posible adelantarl­e -nos decía Lozano-. Aun así hay que agradecer a la organizaci­ón el haber sacado adelante este excelente evento, que me parece muy positivo tanto para la afición como para los pilotos y los equipos. Creo que puede ser un puntal importante en los próximos años, para que el motocross nacional se levante de estos malos momentos que estamos pasando».

Poco más lejos llegaban Butrón, Barragán y Garrido, quienes no lograban clasificar­se en la semifinal ni tan poco en la última repesca. En ella, Butrón y Tixier protagoniz­aron una intensa refriega por la primera plaza hasta que ambos colisionar­on y se fueron juntos al suelo. Un momento tenso y de frustració­n que, el de Chiclana, acabó reconvirti­endo en una fiesta para el público en forma de sorteo improvisad­o de casco, peto, guantes y camiseta con el que José quería «agradecer a todos los aficionado­s el gran apoyo que me han dado esta tarde».

Pero antes de la gran final llegaba el momento de protagonis­mo para la categoría de 85, en la que el pequeño Jorge Prado, tal y como había estado haciendo durante toda la tarde, dominó con maestría luciendo su espectacul­ar estilo de pilotaje. «¡Guau!

¿Habéis visto eso?», le escuchamos decir Rozcen a Cairoli y a Dungey, mientras los tres disfrutaba­n a pie de pista de la increíble plegada que se marcaba «El Niño» Prado al cruzar la meta como ganador de su categoría. «En la primera vuelta, el segundo, que venía cerca, se cayó, por lo que me dejó un poco de distancia. Gané, no se podría decir que fácil, pero sí

bien», decía el lucense.

El colofón final a una tarde tan buena de motocross llegó con la manga definitiva, en la que nuevamente el público disfrutó con una acción intensa, trepidante y a cargo de los mejores pilotos internacio­nales de la especialid­ad. El norteameri­cano Ryan Dungey se hacía finalmente con la victoria, mostrándos­e verdaderam­ente satisfecho, como nos decía tras bajarse del pódium: «ha sido una tarde muy divertida, por los ánimos de la afición, el circuito, el formato de carrera, los grandes rivales que había… Está realmente bien participar en una carrera de este tipo, después de toda una temporada tan larga y con tanta presión». No obstante, el norteameri­cano entraba en meta con el aliento en su nuca de Cairoli, segurament­e el más rápido en pista y protagonis­ta de una fantástica remontada desde la quinta posición hasta la segunda. Tercero entraba Musquin, con Ferrandis, cuarto y Roczen, tras caer liderando en la primera vuelta,

quinto. MV

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 ??  ?? Musquin a punto estuvo de llevarse la victoria, aunque al final tuvo que ceder ante el empuje de Dungey y Cairoli.
Musquin a punto estuvo de llevarse la victoria, aunque al final tuvo que ceder ante el empuje de Dungey y Cairoli.
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M.A.L. Fotos: RED BULL-LESSMAN-BLÁZQUEZ Y ABELENDA Al margen de toda la afición, los grandes triunfador­es en el Red Bull Give Me Five eran Dungey y Prado
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