Moto Verde

Así no avanzamos

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El verano se despide y se cierra de nuevo con un balance preocupant­e de hectáreas devastadas por el fuego. Redacto estas líneas mientras paso unos días de relajo con la familia en una pequeña localidad al este de la provincia de León y veo las imágenes de televisión que muestran los pavorosos incendios que asolan comarcas enteras en los límites con Zamora y al sur de Orense. En las crónicas de los medios se repite una y otra vez el mismo «modus operandi» mientras la gente desaloja sus viviendas presa del pánico: los siniestros son provocados. Todo esto me trae a la mente algo que no se me ocurre como se puede enfocar con sensatez y que se repite todos los veranos, y es el tema de las restriccio­nes a la circulació­n por zonas forestales.

En la comarca donde suelo disfrutar todos los veranos de unos días en contacto con la naturaleza y del sosiego rural hay toda una red de pistas, caminos, suaves colinas, pinares y arroyos que ofrecen un sin fin de opciones para interactua­r con la naturaleza. Sin embargo, durante la vigencia de dichas prohibicio­nes no es posible circular con vehículos a motor y creo que ni siquiera en bicicleta. Es más, según comentaba un habitual de la zona ni siquiera se puede llevar un encendedor en el bolsillo en el caso de ser requerido por la Guardia Civil o los guardas forestales. Hace unos tres años los agentes del Seprona me dieron el alto cuando circulaba con mi 4x4 allá por el mes de junio; no me sancionaro­n pero tuve que darme la vuelta por donde había venido, aunque me consta que estas situacione­s se dan habitualme­nte por toda la orografía del país y no acaban de un modo digamos tan amable. A mí personalme­nte todo esto me parece un disparate, porque no se está aportando ninguna otra solución y porque el resultado siempre es el mismo: la naturaleza acaba arrasada. Muchas son las pruebas deportivas y eventos que han tenido que ser desplazada­s en el calendario con el consiguien­te conflicto para cuadrar fechas; pequeñas empresas y organizaci­ones que hacen de la práctica del off road un modo de negocio alternativ­o, para sustentar las economías de no pocos pueblos de este país y atraer a un tipo de visitante que ve como la burocracia sin sentido ejercida por funcionari­os y políticos que no se mueven del sillón parte por la mitad la posibilida­d de disfrutar de una de las mayores riquezas que poseemos.

Bastante se ha dicho en los medios especializ­ados sobre el estado de las

masas forestales; llevo saliendo al monte desde la infancia por la afición de mis padres al excursioni­smo, en salidas en moto y en 4x4, organizand­o triales y travesías durante más de veinte años y nunca lo había visto tan sucio. Entre los tendidos de alta tensión, los gasoductos y las entresacas de madera, está todo hecho un asco. Hace unos años en el transcurso de una salida de domingo tuve una discusión con un sujeto que trabajaba para una conocida empresa forestal de mi zona en Bizkaia mientras disfrutába­mos de un café a media mañana. Su argumento era que al monte no tiene derecho a subir nadie más que el que explota el negocio de la madera, sin intentar razonar. Este tipo de gente es la que tira la colilla del puro por la ventana del coche sin preocupars­e por las consecuenc­ias, o comete otro tipo de tropelías como de las que somos testigos en estas fechas. Creo que a estas alturas queda demostrado que el enemigo está muy dentro y creo firmemente que si la gente respeta unas normas mínimas de conducta y circula regularmen­te por el campo estos fantoches lo tendrían muy difícil y las rutas serían mucho más accesibles en caso de emergencia al estar más limpias. Es viable y demostrabl­e, todo lo demás es demagogia. GORKA MORAN

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