El dato
En sus casi quince años de historia, la saga de las Matador vio variar su carácter de una forma bastante curiosa y, en algún caso, solapada por otros modelos de la marca. Su nombre, elegido por el importador de la marca en los Estados Unidos, sugería bien a las claras la agresividad de su concepto inicial. Un modelo dirigido a los clientes que buscaban una moto off road deportiva vistas las cualidades demostradas por las Sherpa N (la primera opción de uso mixto de la marca) en sus esporádicas apariciones en competición. De la Sherpa N derivó la Matador, cuyas primeras unidades -sin número propio de identificación del modelo- fueron directamente a abastecer la demanda americana antes de que la marca lanzara de forma oficial la primera Matador en 1965. Un modelo que fue recibiendo diferentes actualizaciones siempre pensando en un uso deportivo de la moto, incluyendo sendas versiones SD (Seis Días) destinadas prioritariamente a la competición. Sin embargo, la evolución de la disciplina derivó hacia motos mucho más ligeras y potentes, y los propios pilotos de Bultaco, ante lo poco competitivas en que se habían convertido las Matador, empezaron a utilizar modelos Pursang de cross convenientemente modificadas, iniciativa que acabó derivando en el lanzamiento en 1973 de la primera Frontera, relegando a la saga Matador de la primera línea deportiva.
RECONVERSIÓN
Sin embargo, la marca no quiso renunciar al carismático nombre de Matador, bien asentado en el mercado, y en 1975 resucitaba la saga con la versión MK9. Modelo que nada tenía que ver su antecesora y que suponía, salvadas las distancias en el tiempo, un retorno al concepto de la primigenia Sherpa N. Es decir, una moto «campera», fácil de llevar y de uso muy versátil, reciclando para ello piezas de otros modelos (la crisis económica de la marca tuvo también buena parte de culpa de ello…). Así, la nueva Matador equipaba el asiento y la instalación de luces de la Metralla de carretera, la horquilla y el escape de la Sherpa T de trial, el freno delantero de la Frontera, etc. Desde luego no se trataba de un modelo especialmente atractivo para los amantes de la conducción deportiva. Pero el hecho de que las primeras Frontera se mostrasen también excesivamente difíciles de llevar por la brutal respuesta de su motor, hizo que esta Matador «sobrevenida» encontrara su hueco en el mercado, lanzándose incluso dos años más tarde una segunda versión (MK 10) cuya principal novedad era un guardabarros delantero pegado a la rueda, que confirmaba aún más el carácter cada vez más asfáltico que había ido tomando la otrora agresiva Bultaco Matador. MV JOAN CARLES ORENGO Motocicleta restaurada perteneciente a la COLECCIÓN DE MOTOS DE CAMPO DE LOS HERMANOS LOZANO La falta de un norte concreto era clara en los últimos años de Bultaco, con modelos que se solapaban entre ellos, como sucedía con la Matador y la Alpina, dirigidos al mismo público y con pocas diferencias entre ellas, lo que obligó a «asfaltizar» aún más a la Matador.