SEGUNDA MANO
KTM FREERIDE 2012
La marca austriaca se adentró en el segmento de las enduro «light» o «trailexcursión» con la saga Freeride, propulsada inicialmente por un motor 4T, pero más tarde también en 2T.
Tras varios años de desarrollo, KTM buscó ampliar su gama de enduro en 2012 con el lanzamiento de la Freeride, una moto bastante diferente a sus conocidos modelos deportivos. La marca austriaca se adentró en ese nicho del mercado, el de las motos de «trial-excursión», «enduro-light» o «trailalpinista». Un concepto que, con sus diferentes matices, ya lo habían puesto en escena marcas como Bultaco o Montesa (Evasión) hacía décadas, y también Gas Gas (Pampera) o Scorpa (T-Ride) más recientemente.
Pese a que algunos conceptos son heredados del desarrollo previo de una moto eléctrica y otros elementos parten de la base de las de enduro, KTM apostó por un diseño específico a la hora de crear la Freeride. El bastidor combina acero y aluminio, con subchasis en plástico, sustentado por unas suspensiones WP con horquilla de 43 milímetros de diámetro y amortiguador PDS, con recorrido acortado frente a las EXC, de 250 y 260 mm., respectivamente. La carrocería ofrece un conjunto muy estrecho y, sobre todo, bajo, pudiendo rebajar la altura hasta 850 mm. con accesorios oficiales -asiento y amortiguador-. El asiento era abatible, lo que permitía acceder al filtro de aire, también innovador en la Freeride al ser de tipo capsula.
El motor empleaba la base del 350 de enduro, pero muy modificado, para ofrecer una respuesta suave, con mucho par, además de poco rumorosa, por lo que se empleaban dos silenciadores.
La saga Freeride se amplió en 2014 con la llegada del propulsor de 250 2T, también basado en la versión de enduro pero con muchos cambios en el cilindro -sin válvula de escape-, los cárters -sin pedal de arranque-, el embrague, el cambio, el carburador -de 28 mm-, el escape… La versión de 2T ofrecía una vertiente más trialera, ideal para practicar un enduro ocioso, con tintes de extremo, por incitar siempre al juego continuo y la búsqueda de obstáculos a superar. Mientras, la Freeride 350, por las características de su motor, resulta más apropiada para el excursionismo y la rutas de aventura, por ser más fácil de aprovechar y también más austera con el consumo de gasolina. Las dos versiones presumen de un tacto ejemplar en el cambio y el embrague.
El apartado ciclo destaca por su baja estatura y su contenido peso, facilitando mucho las maniobras, también a usuarios que se inician en la conducción «off road» o los de baja estatura. Siempre, sabiendo que son motos para divertirse y «jugar», no para competir ni mantener ritmos deportivos en cronos o circuitos. Las suspensiones ofrecen un comportamiento cómodo y con tacto, mientras que los frenos -se fatigaban- y los neumáticos trialeros -impreciso el delantero-, eran algunos de sus condicionantes. Las primeras versiones experimentaron problemas de arranque que se solucionaron en 2015 con una nueva batería y distinto mecanismo interno. La respuesta tranquila de los motores se podía avivar fácilmente con accesorios oficiales como escapes y filtros de aire. MV