Moto Verde

DISPUTA ITALIANA

- JUAN PEDRO DE LA TORRE. Fotos: ARCHIVO MPIB

A pesar de su gran tradición en la competició­n motociclis­ta y la industria de la moto, Italia tuvo que esperar décadas hasta ver coronarse Campeón del Mundo de motocross a uno de los suyos. El elegido fue Michele Rinaldi. Así fue la pelea por la primera corona italiana.

El Campeonato del Mundo de Motocross echó a andar en 1957 con la categoría de 500. En 1962 se incorporó la de 250, y quince años más tarde la de 125 adquirió rango mundial. El motocross italiano aún tuvo que esperar casi diez años más para que uno de los suyos se proclamara campeón, a pesar de la larga tradición del motocross en Italia. De hecho, el primer Gran Premio de la historia -todavía con rango de Campeonato de Europa- tuvo lugar el 1 de junio de 1952 en Imola -curiosamen­te, ahora el Mundial ha vuelto allí el año pasado y fue escenario del primer título de Jorge Prado de MX2-. Italia tenía la afición, los circuitos y las fábricas, pero no llegaba el piloto que consiguier­a medirse de tú a tú con belgas, británicos y holandeses, los grandes dominadore­s de la especialid­ad.

El primer Campeón del Mundo de 500 fue un sueco Bill Nilsson, padre del futuro campeón del mundo de enduro Jeff Nilsson, pero ésa es otra historia… Lo cierto es que el Mundial cumplía año tras año con su tradiciona­l cita con Imola, y los aficionado­s italianos seguían esperando el día en el que uno de los suyos plantara cara a los Nilsson, Baeten, Lundin, Tibblin y compañía, pero pasaban los años y nada. En 1960 llega la primera satisfacci­ón de la mano de Emilio Ostorero, que gana una carrera del todavía Campeonato de Europa de 250.

Hay que reconocer que la falta de interés de la industria italiana por el motocross como uno de los condiciona­ntes del escaso éxito alcanzado por los pilotos italianos en las primeras décadas del Mundial. Cuando los fabricante­s japoneses entran de lleno en la especialid­ad a principio de los años setenta, sólo les plantan cara las marcas españolas (Montesa y Bultaco, fundamenta­lmente) y los fabricante­s del centro y norte de Europa: Husqvarna, Maico, CZ, KTM, Puch...

La aparición de la categoría de 125 propicia la entrada de los fabricante­s italianos, SWM, Ancillotti, Simonini, Gilera, Aspes, Beta… Y con ello los primeros italianos que tienen continuida­d en el campeonato, como Gualtiero Brissoni, que después se dedicará al enduro, o un tal Corrado Maddii, que en 1976 consigue con una Aspes 125 el primer podio italiano en el motocross desde los tiempos de Ostorero.

Maddii se convertirá en la referencia de un motocross italiano que, poco a poco, comenzaba a asomar la

cabeza. Además, Maddii desarrolló prácticame­nte toda su carrera deportiva vinculada a fabricante­s transalpin­os: Aspes, Beta, Aprilia, Gilera, Cagiva… para los que estuvo pilotando por espacio de un decenio. En 1978 emergen nuevos talentos, como Ivan Alborghett­i, de la mano de Aprilia, o un joven piloto de Parma de 19 años llamado Michele Rinaldi, que a lomos de una artesanal moto, la TGM, logra un podio en el Gran Premio de Italia disputado en San Severino. En poco tiempo, Maddii y Rinaldi se convertirá­n por fin en referencia­s mundiales del motocross italiano, para disfrute de los «azzurri».

EL DESPEGUE

En 1979 el motocross italiano ya tiene un sitio en el Mundial. Maddii, Miele y Rinaldi acaban entre los diez primeros en el categoría de 125, donde otros pilotos como Zocchi y Nani han hecho podios, pero cuando realmente se produce el despegue es en 1980.

Rinaldi y TGM no tienen un buen arranque, mientras que Maddii, con la Aprilia, tiene muchas dificultad­es. Harry Everts y Marc Welkeneers pelean por la primera posición, y no tarda en sumarse a ellos Eric Geboers. Pero los primeros se lesionan y pierden varias carreras, y el joven Geboers (17 años) se muestra irregular. Estos altibajos coinciden con una notable mejora de rendimient­o de Rinaldi, que empieza a ganar, con el doblete conseguido en Montevarch­i como momento cumbre de la temporada. Tras la carrera de Estados Unidos, Rinaldi lidera el Mundial, y se suspende la siguiente cita, Canadá. Sólo queda por delante el Gran Premio de España, y Rinaldi llega con cuatro puntos de ventaja sobre Geboers y ocho sobre Everts.

Pero el veterano Harry Everts no perdonó y ganó las dos mangas en Mongay. Rinaldi aguantó el tirón en la primera, donde fue segundo, y llegó a la última carrera del Mundial liderando con cinco puntos sobre Everts. El belga ganó con autoridad y Rinaldi sólo pudo ser sexto, alcanzando el subcampeon­ato del mundo, una posición nunca soñada por un piloto italiano, y con una marca italiana. Una disputa sobre irregulari­dades en el peso mínimo de la Suzuki en la carrera de Austria dejó la resolución definitiva del campeonato en manos de la FIM, pero al final no hubo cambios en los resultados.

El punto culminante de la temporada llega con el Motocross de las Naciones, que se disputa en Maggiora,

Italia, donde el equipo italiano, compuesto por Dolce, Maddii, Rinaldi y Nani, logra la segunda plaza tras Bélgica (Malherbe, Everts, Jobé, Vromans), impulsado por la victoria de Maurizio Dolce en la segunda manga.

En 1981 Gilera contrató a Rinaldi porque tenía aspiracion­es al título, pero si no tenía suficiente con Everts, un ambicioso y agresivo Geboers se cruzó en su camino, y ese año sólo pudo ser tercero. Maddii, en su última campaña con Aprilia, no pasa del octavo puesto. A ellos se suma otro joven talento, Giusseppe Andreani, con KTM, que empieza a ganar carreras y se hace notar. Los italianos se han especializ­ado en 125, hasta tal punto que en 1982 los «azzurri» se anotarán el triunfo en la Copa de las Naciones, la competició­n que se disputa sobre mecánicas de 125: Rinaldi, Maddii, Andreani y Magarotto forman el equipo.

Ese año Gilera ficha a Maddii, formando una potentísim­a escudería con Rinaldi, con el objetivo de derrotar a Everts y Suzuki, pero el hombre fuerte aquella temporada será Geboers, que sumará su primera corona. Maddii se hizo con el subcampeon­ato por delante de Rinaldi, con una convivenci­a que no siempre será fácil entre ellos. La solución la aporta Suzuki, que contrata a Rinaldi para cubrir la baja de Harry Everts, que se pasa a 500 con el objetivo de ser el primer piloto que se corona campeón en las tres categorías del Mundial. Geboers estuvo intratable y Rinaldi se tuvo que conformar con la segunda plaza, una vez más, mientras que Maddii no pasaba de la quinta posición.

CAMPEÓN

En 1984 Geboers da un salto mortal y se lanza al Mundial de 500 de la mano de Honda. Es la gran oportunida­d para Rinaldi y Maddii, que acaba de dejar Gilera para correr con la nueva Cagiva. Sin embargo, el Mundial comienza de forma adversa: en Vittorio Veneto, la primera carrera, Rinaldi se lesiona y Maddii cierra el Gran Premio sin coger un solo punto. Kees Van der Veen, que acaba de aterrizar en 125 de la mano de KTM tras buenos años de servicio en 250 (subcampeón en 1980 y tercero de 1981 a 1983), toma la delantera con una racha de victorias formidable: siete triunfos en diez carreras. Maddii está a 46 puntos, y Rinaldi a 108, y quedan catorce mangas. Una vez más, parece que éste tampoco va a ser el año de los italianos.

Pero Van der Veen se lesiona en la siguiente cita y Maddii recupera terreno y se pone líder en San Marino, lo cual era como correr en casa, e inicia una suma de puntos constante y sin fallos, aunque después de su doblete en San Marino no volverá a ganar. El que sí lo hace es Rinaldi, que una vez recuperado gana las carreras a pares.

En Finlandia, la penúltima carrera, Rinaldi gana las dos mangas, pero Maddii se va camino de Luxemburgo, el último GP, con 30 puntos de ventaja. Salvo catástrofe, el título estaba en el bolsillo. Pero en Ettelbruck el amigo Murphy andaba suelto…

Durante los entrenamie­ntos, una joven promesa, Michele Fanton, -lo que faltaba, otro italiano…- lo embiste en plena recta de meta, causándole una fractura de tibia y peroné, con lo que se quedó sin correr. El «casino» que se montó fue de aúpa, pero eso no intimidó a Fanton que firmó su mejor carrera del año: 2º y 3º.

En la primera manga ganó Rinaldi, rebajando la ventaja de Maddii a sólo 10 puntos. Para ser campeón, el de Suzuki necesitaba al menos ser quinto. En la segunda salida evitó milagrosam­ente una melé en la primera curva, pero con el lío quedó lejos de la quinta posición. Vuelta a vuelta consigue recuperar terreno hasta alcanzar el cuarto puesto, convirtién­dose en campeón por sólo tres puntos de ventaja sobre Maddii.

Italia, por fin, en 1984 tiene a su Campeón del Mundo. Rinaldi seguirá en el Mundial, con Suzuki, en 250, tres temporadas más, mientras que Maddii prolongará su actividad en el Mundial hasta 1989 con una Honda privada. Rinaldi y Maddii abrieron el camino, una senda difícil de recorrer para el motocross italiano, que en la década siguiente verá coronar nuevos campeones, en todas las categorías, como Alex Puzar, Alessio Chiodi y Andrea Bartolini. Luego llegaría Antonio Cairoli, y más tarde el sorprenden­te David Philippaer­ts. En el último decenio Cairoli ha conseguido consagrars­e como el mejor piloto contemporá­neo, con sus repetidos títulos en MXGP, hasta sumar nueve coronas. Italia cuenta ahora con un palmarés de élite: 17 títulos mundiales, uno por detrás de Francia, aunque lejos de la cuenta de Bélgica, que acumula 58 coronas. Viendo los éxitos conseguido­s, es difícil de imaginar que la victoria se resistiera de semejante manera al motocross italiano. Mientras que Michele Rinaldi y Corrado Maddii han seguidos vinculados a la competició­n gestionand­o sus equipos de carreas en el Mundial. Destacando sobre todo la estructura de Michele Rinaldi encargada de gestionar el equipo oficial Yamaha -más de 25 años juntos- que a Rinaldi le ha aportado 11 títulos mundiales de cross más, en diferentes categorías, aunque en su caso ya como mánager: Donny Schmit (1992), Bob Moore (1994), Andrea Bartolini (1999), Stefan Everts (2001 a 2006), David Philippaer­ts (2008), y Romain Febvre (2015). Además de haber construido una gran empresa de accesorios y preparacio­nes de gran prestigio para las Yamaha con sus siglas YRRD (Yamaha Rinaldi Racing Developmen­t). MV

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 ??  ?? Así de cerrada fue la pelea entre Rinaldi y Maddii en 1984, aunque la afición «azzurra» no tenía problemas para compartir espacio.
Así de cerrada fue la pelea entre Rinaldi y Maddii en 1984, aunque la afición «azzurra» no tenía problemas para compartir espacio.
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Rinaldi (3) y la Gilera. Momento clave: Fanton (46) embiste a Maddii (5) y le rompe una pierna en los entrenamie­ntos de la última carrera. Abajo, tiempo después, todos tan amigos.

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