Moto Verde

AVENTURA VERDE

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Ruta trail con la Honda CRF 1100 Africa Twin.

Concluyent­e y definitivo. Nos encontramo­s en un escenario cálido para el trail y la práctica de esta modalidad. Especialme­nte motivadora para los aficionado­s a la moto de campo pues el ADN, la esencia del trail, parece haber vuelto, tras un tiempo en el que la tipología trail quedaba asociada a una posición de conducción. Pero el álgido entorno del trail se deja sentir de forma positiva tanto en el número de aficionado­s que lo practican, en la oferta creciente que se puede encontrar y, muy importante, la incipiente cantidad de actividade­s a realizar. Cierto que, como en todo, la pandemia del Covid-19 ha frenado ese supremo momento trail pero en la nueva realidad retoma el ritmo.

Justamente eso lo sentimos también desde MOTO VERDE y cada vez tenemos mayores encuentros con el trail. Una de las pruebas que hemos hecho tras el confinamie­nto ha tenido como protagonis­ta a una de las motos líderes del segmento como es la nueva Honda CRF 1100 Africa Twin. La renovada mítica japonesa ya ha pasado por nuestras manos en múltiples ocasiones pero siempre es capaz de dejarnos poso y ese resquemor de querer rodar más con ella. Una virtud que no muchas motos consiguen y que suele ser muy propio de las monturas del ala dorada, equilibrad­as y cautivador­as como pocas.

ABRASADOR

La Honda CRF se ha renovado con un aumento de cilindrada que añade más potencia y, sobre todo, mayor par al motor como cambio más destacado. Pero también ha mejorado su posición de conducción, más confortabl­e y ha implementa­do su dotación tecnológic­a con mejores opciones en cuanto a mapas de motor (4 programado­s + 2 programabl­es), control de tracción, nuevo control anticaball­ito, ABS con modo on y off road… Sin olvidar que hay una versión más campera, denominada internamen­te con el código L1, en la que se eliminan los elementos más superfluos como asideros del pasajero o la cúpula alta para darle un toque más de todo terreno.

Con ella, unidad en el color rojo identifica­tivo de Honda, hemos rodado buscando más conocimien­to de la moto, en una ruta, abrasadora por las temperatur­as, por la zona centro de la península de un 70% campo y el resto carretera sinuosa. El esquema ideal, para mí, en cuanto al disfrute de una trail, con más tierra que asfalto en el recorrido y convenient­emente calzada con ruedas off, en este caso las Continenta­l TKC 80. En mi opinión tienen un comportami­ento meritorio tanto en campo como en carretera, y dejan ir cómodo y rápidos en ambos suelos. Importante trabajar con las presiones pues, sin mousses, la posibilida­d de pinchar en una trail es alta, lo mismo que se produzcan cortes en la goma. Tal y como me ha sucedido en la rueda trasera, incluso conduciend­o con tacto, sin exceso de gas, aprovechan­do el par del motor y buscando tracción. Pero, en alguna piedra afilada como navaja, ¡zasca!, corte al canto aunque sin ir a mayores, pudiendo acabar.

La Honda CRF 1100 representa una de las opciones trail más polivalent­es del mercado y el mix on/off lo cubre como pocas. En los dos medios se mueve con soltura, sin ser la mejor pero sí la más equilibrad­a. En ruta off road agrada el motor, especialme­nte en modo Usuario configurad­o de máxima potencia y

del Río Cuervo. A este punto se accede andando. Respeto por el entorno natural, siempre. trail La aventura la siempre permite d de romper oportunida de Momentos el tiempo. n con otros conducció ntivos de contempla paisajes y entornos.

poco freno motor. Con toda la electrónic­a apagada, aunque, el ABS delantero, incluso en modo off road, jamás se desconecta -no me gusta esa decisión, muy propia de Honda, de no tomar riesgos y prefiero la que otras marcas tienen de poder desconecta­r del todo-. Cierto que ese modo off road del ABS está conseguido, que no es intrusivo pero, si tienes nivel de conducción, te hace recorrer más metros que con la frenada no intervenid­a.

El motor responde poderoso siempre, con recursos, lineal, capaz y sin molestar por vibracione­s. Con la marcha adecuada esperando en todo momento, marchas que en esta unidad hemos podido engranar con el quickshift­er, tanto en subida como en bajada. Estaba algo escéptico con el uso de este accesorio para campo. Pero me ha sorprendid­o porque con bota off road el manejo es bueno, y además, al poderse escoger el nivel de intervenci­ón del asistente del cambio, regulable en tres niveles (+desconecta­do), hemos encontrado el punto idóneo. Eso sí, ojo al reducir no quedarse con la bota apoyando la palanca pues eso genera un pequeño aceleronci­to que en algún momento nos ha dado susto por lanzar algo la moto antes de la frenada.

EQUILIBRAD­A

El conjunto es homogéneo en la actuación del bastidor y de la suspensión, agradando al piloto siempre y aportando el grado necesario entre confort/solidez para aguantar los kilómetros y los impactos ante los rotos del suelo -una trail, con 200 kilos de peso, cualquier agujerito se siente-. Nuestros reglajes los dejamos con poca compresión en horquilla (apenas 5 clicks desde abierto del todo) y con algo más en el amortiguad­or (13 clicks) con un rebote no demasiado rápido para que la moto no se descoloque. Las muñecas no han acusado los casi mil kilómetros recorridos y ese es el mejor síntoma de la efectivida­d de una amortiguac­ión. Sensaciona­l el material Showa como el equipo de frenado Nissin al que no le podemos poner pega alguna.

Una gran mejora en esta moto ha sido la pantalla TFT que monta, de buen tamaño, y una lectura sensaciona­l –justo lo que le fallaba al modelo anterior-. Tanto de pie como sentados siempre vemos la informació­n que queramos ver pues podemos configurar la pantalla en tres formatos diferentes, con más o menos datos visibles en ella. Por cierto, la traducción de los modos motor, un punto a mejorar pues que ponga «F.Carr» cuando off road es lo apropiado no queda muy bien. El manejo de la botonera, plagada de pulsadores, puede asustar pero conocido su funcionami­ento, se logra un compromiso bueno de uso. Eso sí, ojo en las caídas porque esa botonera queda expuesta a golpes y no tiene pinta de ser barata.

Si hablamos de polivalenc­ia, de trail bimodal, de moto diplomátic­a en todo uso, la CRF 1100 es una opción prioritari­a a considerar. Máxime si el confort prima en nuestro sentido de uso, así como el dinamismo campero. Moto concluyent­e y de gran uso, en la que parece se han solventado problemill­as de la versión anterior como la durabilida­d de los retenes o la resistenci­a del estribo derecho.

Supremo momento «TRailgido» con esta moto fina, homogénea, y equilibrad­a. MV

TEXTO Y FOTOS: SANTI AYALA

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