LA DÉCADA PRODIGIOSA DEL MOTOCROSS
En los años ochenta del pasado siglo el motocross disfrutó de su momento más revolucionario y transformador, una auténtica década prodigiosa que sentó las bases de buena parte del motocross contemporáneo.
Durante mucho tiempo el motocross se mantuvo fiel al estilo de antaño, con un formato y un desarrollo convencional y casi clásico. En los años setenta del pasado siglo la llegada de los fabricantes japoneses y la aparición de determinadas influencias llegadas a Europa desde el otro lado del Atlántico comenzaron a transformar la especialidad. Bélgica reinaba a sus anchas con cierta oposición nórdica, especialmente desde Finlandia (Mikkola, Carlqvist), aparte de algunas exóticas referencias llegadas de la Unión Soviética (Moisseev) y Japón (Watanabe), pero en líneas generales nada hacía pensar que algo pudiera cambiar el estatus quo de la especialidad.
En Estados Unidos no solo se afianzó el motocross como una de las especialidades más importantes del motociclismo en aquel país, sino que además la iniciativa norteamericana y su sentido del espectáculo propiciaron que naciera una especialidad, el supercross, que no tardó en convertirse en la referencia máxima del off road en aquel país, exportándose a Europa a final de la década, recalando especialmente en Italia y, sobre todo, Francia, que se revelará como el país europeo donde más hondo caló el influjo norteamericano.
No todo cambia en el Mundial de Motocross por influencia externa. Lo cierto es que los años ochenta del pasado siglo supondrán un periodo rico en aportaciones, propiciando que la especialidad se asiente, se consolide y evolucione hacia un deporte más atractivo y profesional. Los fabricantes mostrarán un importante apoyo a la especialidad, consiguiendo que se realizaran más y mejores carreras. La Federación Internacional de Motociclismo (FIM) modificó el sistema de acceso al campeonato, que hasta ese momento dependía en gran medida del organizador de cada Gran Premio, lo que dejaba la participación de muchos pilotos a expensas de los intereses locales. En 1981 la FIM anunció cambios en las normas, permitiendo que cada federación nacional pudiera presentar hasta un total de ocho pilotos por cada Gran Premio, estableciendo una sesión cronometrada de clasificación sin restricciones en la víspera de la carrera de la que salían los 40 pilotos que podrían alinearse tras la valla de salida.
Esta decisión permitió que aumentara el número de participantes, fortaleció a las naciones más potentes en el plano deportivo al permitir contar con muchos más pilotos, pero también propició el acceso de pilotos procedentes de países con menor tradición que, por lo general, no llegaban a tener la oportunidad de competir en el Mundial. El resultado de todo esto es que el nivel de la competición se elevó, para el bien del motocross y disfrute del público.
VARIEDAD
En las categorías de 250 y 500 cc seguía imperando la norma que exigía una edad mínima de 18 años para acceder al Mundial, pero en la categoría de 125 cc se redujo la edad mínima a 16 años, dando paso a un auténtico “baby boom”. Eso propició el debut en 1980 del jovencísimo Eric Geboers, de solo 17 años, hermano menor del mítico Sylvain Geboers, una de las estrellas belgas de los setenta, un auténtico campeón sin corona. En su segunda salida en el Mundial, el Gran Premio de Francia, Geboers se anotaba la victoria. Jamás se había visto semejante precocidad. Pero solo cuatro años después, en 1984, el holandés Dave Strijbos dejaba corto el hito de Geboers al imponerse en el Gran Premio de Holanda, disputado en Stevensbeek, a la tierna edad de 16 años y 172 días. Por si no
fuera suficiente, tanto Geboers como Strijbos se coronarían campeones con poco más de 18 años.
No sería el único dato revolucionario de Geboers. Tras ganar dos títulos de 125 con Suzuki en 1982 y 1983, decidió dar el salto a la clase reina, a pelear con los mejores en 500, pero Suzuki había retirado su equipo oficial al finalizar la temporada 1983. Por suerte, el diamante en bruto que representaba Geboers atrajo a Honda, que lo incluyó en su equipo oficial junto a André Malherbe y Dave Thorpe, nada menos. Ganó en su debut y mantuvo una cerrada pelea con sus compañeros y con Georges Jobé, hasta que una lesión le hizo perderse algunas carreras. Su periplo en 500 no estuvo acompañado por la buena suerte, sufriendo varias lesiones de rodilla, así que pasaron los años sin ganar. En 1987 Honda decidió mandarle a 250, y Geboers se hizo con el título a la primera.
La temporada 1988 fue el año del desafío, porque tanto él como Jobé pelearon por ser “Mr. 875”, el primer campeón en las tres categorías del Mundial. Geboers ya había ganado en 125 y 250, así que regresó a 500; Jobé era campeón de 250 y 500, y se enfrentó por primera vez al reto de las 125, categoría en la que nunca había tomado parte. Al final, Geboers se hizo con el título de 500, y se convirtió en “Mr. 875”, el primer hombre en la historia del motocross campeón en las tres categorías.
MOTOCROSS DES NATIONS
Otro cambio significativo llega en el Motocross de las Naciones, que desde 1981 vive bajo dominio norteamericano. Los pilotos de Estados Unidos se prodigaron poco en el Mundial, aunque con notables resultados en algunos casos, pero fue en el MXdN donde mostrarían su mejor cara, ejerciendo un dominio sin precedentes, incluso más autoritario que en los mejores días de Bélgica. En 1983 la FIM aprueba un cambio en la competición, que pasa a disputarse en un formato de tres mangas. Los equipos tendrán tres miembros, cada uno en una moto de las tres clases, 125, 250 y 500, y en las carreras se enfrentarán las diferentes categorías: 125/250, 125/500 y 250/500. Nada cambiará el estatus quo de la competición, y Estados Unidos ganará de forma ininterrumpida desde 1981 hasta 1993.
En la práctica, este nuevo formato que entra en competición en 1985 supondrá la desaparición del Trofeo de las Naciones, que se disputaba desde 1961 con motos de 250 cc, y la Copa de las Naciones, con motos de 125 cc, instituida en 1981.
STADIUM MOTOCROSS
El supercross llega a Europa por primera vez en 1981. Ámsterdam y Génova serán las primeras sedes estables de este tipo de carreras, organizadas en el otoño europeo para permitir que las estrellas norteamericanas pudieran competir en el Viejo Continente una vez que hubieran terminado con sus compromisos en Estados Unidos. Los yanquis que hacían el calendario europeo terminaban la temporada con una enorme carga de trabajo, y algunos llegaban a disputar más de 60 carreras a lo largo de la temporada.
Inicialmente, la FIM buscó su propia denominación para la nueva especialidad, bautizándola como Stadium Motocross, un nombre un tanto rimbombante que no tardó mucho en dejar de utilizarse, asumiendo el de Supercross, aunque la FIM mantuvo tan particular denominación de su campeonato hasta su última edición. En 1985 se organizó el primer campeonato oficial, el Trofeo Rodil de Stadium Motocross, en homenaje a Nicolás Rodil del Valle, que ocupó la presidencia de la FIM entre 1965 y 1983. Aunque fue un campeonato en el que los norteamericanos no tuvieron una presencia continuada, nadie pudo evitar que ese primer título fuera a parar a manos de un piloto de Estados Unidos: Jim Holley.
Después de aquella edición la continuidad del campeonato fue de lo más inestable, con apariciones esporádicas de las estrellas norteamericanas en algunas pruebas, con presencia intermitente de los mejores mundialistas europeos, y con pruebas aquí y allá, hasta alcanzar exóticos escenarios, como un supercross en la India, que llegó a ser una cita recurrente, o en Australia.
Todas las pruebas del Trofeo Rodil desmerecían ante el deslumbrante Supercross de París, carrera de referencia en Europa, que arrancó en 1984 teniendo incluso dos ediciones ese año, una en marzo y otra en diciembre, siempre con una puesta en escena deslumbrante y original que ninguna carrera europea era capaz de igualar. Lo que tampoco conseguía ninguna era un plantel como el de París. Lo mejor de supercross USA se dio cita en Bercy, el célebre pabellón multiusos parisino que acogió la carrera: Johnny O’Mara, David Bailey, Broc Glover, Ricky Johnson, Jeff Ward, Micky Dymond, Guy Cooper, Ron Lechien, Damon Bradshaw, Larry Ward, Jeremy McGrath, Jeff Stanton… El único europeo que fue capaz de poner fin a ese dominio fue Jean Michel Bayle, que en 1990 se anotó tres de las cuatro finales disputadas. Y al año siguiente, Bayle arrollaría en el campeonato AMA, ganando el título de supercross, y los de motocross en 250 y 500 cc…
El Trofeo Rodil había quedado en el olvido, incluso para la propia FIM, que terminó eliminando los resultados de su anuario dada la pobre impresión del certamen, que en ocasiones se las veía y se las deseaba para completar un mínimo calendario. Aparte del triunfo de Holley en aquella primera edición, la temporada más completa que se logró culminar fue la de 1991, con solo cuatro carreras y título para Pekka Vehkonen. Después, en 1992, se puso en marcha la primera edición del Campeonato del Mundo de Supercross -el mismo perro con distinto collar…-, vencido por Jeff Stanton, un certamen con un desarrollo similar al del Guadiana, que aparecía y desaparecía, con interés desigual hasta que en 2003 un acuerdo entre FIM y AMA asimiló las pruebas del campeonato norteamericano como valederas para el Campeonato del Mundo, y desde entonces el campeón AMA es también campeón del mundo. Pero esa es otra historia. MV